La información llegó en la tarde del 11 de noviembre de 2017, de labios de mi joven colega Eduardo Chacón y me provocó un fuerte impacto emocional. Quedó confirmado que había fallecido Cristóbal Mamaní (“Kito”), un enorme deportista, enamorado del atletismo y el montañismo, eximio fotógrafo y camarógrafo y viejo maestro rural. Trabajamos juntos décadas atrás en Catamarca Televisora Color (CTC), cuando los estudios estaban instalados en el quinto piso del exBanco de Catamarca, hoy Banco de la Nación. El 26 de agosto de 2014, es decir hace más de tres años, le hice mi homenaje en vida a Mamaní, a través de mis entregas periodísticas del espacio “Deporte y Nostalgia” que se publican en el diario El Esquiú.com. En la oportunidad, habló largo y tendido de su amor por la docencia y su sana costumbre de participar en eventos atléticos, dentro y fuera de nuestra provincia. Querido y apreciado por todo el mundo, por así decirlo, el año pasado concurrimos juntos a la Cena Anual del Círculo de Periodistas Deportivos de Catamarca (CPDC), que se realizó en el predio ferial, ocasión en la cual se me entregó un Diploma de Honor por mi larga trayectoria como periodista deportivo (53 años de labor ininterrumpida). Como es su costumbre, sacó decenas de fotografías de ese encuentro social, compartiendo las mismas con el grupo de “Lokas por el Básquetbol”, al cual conocimos en esa oportunidad. Amigo de ley, fue el primero que me visitó en mi casita, para ofrecerme todo su apoyo a raíz de los duros momentos que me tocó vivir en los dos últimos años (amputación de mi pierna derecha y fallecimiento de mi mujer, Esther Montalván). Solidario, generoso y propietario de una humildad propia de los grandes de verdad, nos dejó a los 77 años de edad, ya que había nacido el 14 de agosto de 1940. Ese corazón de gigante, le falló justo cuando participaba de una competencia atlética en la localidad de El Rodeo (Ambato). Se marchó con toda la dignidad y el orgullo de los legendarios “Leones del Ambato”. Buen viaje hacia el Cielo, querido amigo. Seguro que nos reencontraremos en algún recodo del camino celestial.

Leo Romero