Opinión

Esperanza

lunes, 20 de noviembre de 2017 00:00
lunes, 20 de noviembre de 2017 00:00

¿Saben quién fue François Xavier Nuguyen van Thuan?
Fue un hombre nacido en Vietnam en 1928. Su historia trascendió las fronteras por un acontecimiento ocurrido cuando tenía cuarenta y siete años: “Hasta el 29 de abril de 1975 fui, por ocho años, obispo de Nhatrang, en el centro de Vietnam, la primera diócesis que me fue confiada, donde me sentía feliz, y por la cual sigo sintiendo predilección. El 23 de abril de 1975 Pablo VI me nombró arzobispo coadjutor de Saigón. Cuando los comunistas llegaron a Saigón, me dijeron que mi nombramiento era fruto de un complot entre el Vaticano y los imperialistas para organizar la lucha contra el régimen comunista. Tres meses después fui llamado al palacio presidencial para ser arrestado: era el día de la Asunción de la Virgen, 15 de agosto de 1975.”
Después de trece años de prisión -nueve años en cautiverio total- fue liberado, pero no se le autorizó permanecer en Vietnam. François falleció 16 de septiembre de 2002 en Roma colaborando con el Papa.
Se dice fácil nueve años de cautiverio total. Estaba en un cuarto húmedo, sin horarios, donde a veces ni la lamparilla se encendía. Hacía ejercicios, rezaba, cantaba. Llegó a tratar a sus guardias con tanto respeto y cariño que los jefes los rotaban por los cambios profundos que tenían al vincularse con van Thuan. Les enseñaba idioma, y los jefes decían que “los contaminaba”. En realidad, cultivó la amistad con ellos. Allí escribió un pequeño libro con frases apoyado en su fe para vivir y saber esperar.
Ya en Roma, lo llamó Juan Pablo II para predique un retiro espiritual: “Traiga -le dijo- su testimonio de esperanza”. Y así fue. Los invitó a todos a reflexionar sobre su propia experiencia, sobre su tierra y el sufrimiento de su pueblo. Compartió su historia. Su prueba dio lugar a un libro titulado “Testigos de Esperanza” -uno de los preferidos y recomendado por Francisco-, signo del compromiso con la dignidad de la persona humana.
Les dejo aquí una parte de sus escritos que tienen vigencia en los tiempos que corren: “Me encuentro en una nueva etapa: difícil, oscura y sin final […] En mi noche poblada de silencio y soledad, pienso en todos y cada uno de ustedes, haciendo ofrenda de todos a Dios. […] Dios me ha dado las horas más bellas de mi vida. […] Se puede perder todo materialmente, pero si Dios permanece, aún se tiene todo. […] Les he dejado alguna modesta experiencia en el Camino de esperanza. Lean mis pensamientos más íntimos […] mediten, oren, trabajen para que vuestro corazón desborde de Amor y de Esperanza…” (Escritos desde la cárcel, a 15 km de Hanoi, en 1980).
Su vida y su mensaje constituyen una ardiente invitación a vivir la esperanza. Y pase lo que pase, no se olviden de van Thuan.     
 
CARLOS ALBERTO DÍAZ 
Mag. en Gobierno y Cultura de las Organizaciones
Lic. en Organización y Gestión Educativa

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