Territorio en disputa

martes, 28 de marzo de 2017 00:00
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Intelectuales de la progresía colocan actualmente un interrogante al intento deliberado de discontinuar y desacreditar las políticas en materia de los derechos humanos por parte del gobierno neoliberal.

Los derechos humanos no son ni de las derechas ni de las izquierdas, coincidimos. Ahora bien, cuando hablamos de política o política pública en relación a los mismos, su vigencia, defensa y naturaleza de apropiación y sentido de los mismos por parte de modelos políticos, la situación cambia. 

Durante los años noventa, quien escribe era Hijo de subversivos, cuando no de terroristas. Ya inmersos en el apogeo del primer neoliberalismo, era Hijo de desaparecidos. Fue a partir y durante los últimos tres gobiernos democráticos populares donde el significante fue distinto y la sociedad comenzó a festejar nuestras "apariciones” como victorias de la democracia, y a identificarnos como Hijos de militantes políticos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, Nietos restituidos por las Abuelas de Plaza de Mayo.

Victorias de una sociedad y de una política que supo poner la memoria y la  identidad dentro del Estado, enfrentando la pesada herencia cultural de mentiras, impunidad, disciplinamiento y sometimiento de la cual el conjunto social fue víctima. Herencia de una matriz ideológica, fundida a sangre y fuego en nuestras miradas y prácticas, que condiciona nuestra posibilidad de tener conciencia de lo realmente vivido, de libertad plena, y de ser nosotros mismos. Matriz que aún convive, con sus contradicciones, dentro de nosotros.

Miramos con verdad y nos afirmamos o seguimos con la anteojera distorsiva heredada y nos negamos. Territorio y futuro en disputa. Modelos de vida y de país en pugna.

El modelo democrático popular se constituye en un eje central y fundante, la defensa irrestricta de los derechos humanos. Convicción férrea de Néstor Kirchner y legado doctrinario de una corriente política esencialmente humanista. Así, asimiló experiencias de organización, fortaleza ideológica y reivindicaciones de los colectivos surgidos como consecuencia del genocidio, institucionalizándolos en el marco de activas políticas de Estado. El modelo cuestiona la matriz dictatorial heredada en busca de emancipación y autonomía.

Si bien con partido democrático, el segundo neoliberalismo en ejercicio del gobierno asume ideas de tradición conservadora con fuertes vínculos y complicidades con la última dictadura cívico militar. La mercantilización de la política y la gendarmería de rentabilidades empresariales (siquiera de todas, sino de los grupos concentrados globales y sus derivados) constituyen la esencia de sus políticas. El ser humano es variable de ajuste y sometimiento. Matriz cultural de la dependencia.

Retomar el camino sobre las dolorosas huellas, en términos sociales involutivos, identitarias de esa arquitectura ideológica, es la ambición política neoliberal, condición necesaria para insistir en un esquema de país opuesto a la idea de soberanía, inclusión y justicia social. 

Para ellos la propia inacción, o apenas unas suaves, difusas o controvertidas pincelas en la materia implica su victoria. Las anteojeras distorsivas de la historia y del presente se imponen por su densidad y volumen histórico. Lujos de la hegemonía cultural. 

Derechos humanos en tanto territorio político están en permanente disputa. La progresía intelectual los asume, continuidad en sus principales rasgos, de política pública del proyecto popular, desconociendo la naturaleza del neoliberalismo y su rumbo. La derecha intelectual, "tribuna de doctrina”, clama por el regreso de los "dos demonios”. El pueblo percibe y siente cada vez más lejanos esos derechos que supo ejercer apenas meses atrás. 

El pueblo no se equivoca. La pluralidad social y cultural, movilización y amplitud del arco político, que tiene consciencia de la importancia de los mismos para profundizar la democracia presenta una plataforma con densidad política suficiente para luchar por los mismos y hacer frente a la matriz neoliberal, que lejos de continuar un política, está virando, esta "cambiando”.

Mirar con verdad exige cuestionar. Tener memoria, conciencia. Saber quiénes somos, identidad y emancipación. Quitar el velo de lo impuesto culturalmente para vernos con claridad en el espejo de un país que es nuestro y por el cual debemos luchar para construir nuestra verdadera identidad nacional, cuando están intentando nuevamente sustituirla, ese es el desafío.

Derechos humanos, trabajo y educación, base para articular la nueva mayoría democrática y popular.


Por Andrés La Blunda

Nieto restituido. Secretario general Partido Kolina.
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Comentarios

28/3/2017 | 13:14
#149006
No me gusta la nota, solo busca mas enfrentamientos y poniendo como escudo a alguien que esta investigado pos morten por hechos de corrupción. Yo sostengo, cuando se habla de derechos humanos, están incluidos todas las personas de existencia visibles sujetos del derecho. Este sector enarbola banderas en defensa de un grupo de marginales que fueron víctimas del abuso del poder por parte de un gobierno no constitucional. Digo marginales, por haber elegido la clandestinidad, iniciado una lucha armada durante un gobierno constitucional, bien podrían haber defendido sus ideales como lo hicieron otras organizaciones políticas en un marco legal. Mataron y murieron, no pudieron por lo desproporcional de los elementos. Si hubieran triunfado, ni me quiero imaginar la suerte que habría corrido Argentina. Mi modesto pensamiento, es a traves de la verdad, construir un gran pais.

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