HABLEMOS DE EDUCACIÓN

Hipocresía de la pobreza

lunes, 17 de julio de 2017 00:00
lunes, 17 de julio de 2017 00:00
Hay una incidencia directa entre pobreza y educación, esto está demostrado en los índices de deserción escolar; el 48% de los adolescentes no termina el secundario y el 21% no concluye el nivel primario.
Esta realidad en cualquier país que pretenda desarrollarse sería una alarma y estaría en la agenda de la dirigencia.
Los últimos indicadores de Unicef tomados el año pasado  demuestran que existen en nuestro país 5.6 millones niños pobres y 1.6 millones sufren hambre.
El 29.7% de la población argentina es pobre, pero si se segmenta la población de niños en tres grandes grupos de edad se observa que la incidencia mayor de la pobreza se verifica para el grupo de 13 a 17 años 51%, seguido por el grupo de 5 a 12 años 48% y de 0 a 4 años 45%.
Estos datos están directamente relacionados con la educación debido a que los escolares que padecen de desnutrición no responden de igual manera al proceso de enseñanza-aprendizaje que los niños nutridos en el mismo medio.
Este flagelo incide en la participación en clase, en la atención, en la fatiga y el interés. Las capacidades de razonamiento también están afectadas.
Decía el Dr. Abel Albino, presidente de la fundación Conin: "Si vamos a hablar de educación, es fundamental tener en cuenta que debemos preservar el cerebro, ya que podemos tener la mejor semilla del mundo, pero si no tenemos un ‘sustrato’, una tierra adecuada donde sembrarla, nunca germinará, o lo hará muy precariamente”. Sin cerebro no hay educación posible. Si este órgano no se encuentra preparado o dispuesto no habrá semilla que germine.
La desnutrición que se padece en la primera infancia provoca estragos, ya que en esta etapa el mayor impacto lo sufre el cerebro. En el cerebro es donde debemos sembrar la educación. Este es el órgano que más rápidamente crece, pesa 35 gramos al nacer. Durante los dos primeros meses de vida crece a un ritmo de 2mg por minuto. En la desnutrición, no sólo se detiene el crecimiento cerebral, sino que además sucede una atrofia del mismo.
Estos datos no están reservados sólo para entendidos, son públicos; lo conocen todos los dirigentes de nuestro país, tanto es así que no existe campaña política que no esté en los discursos eufóricos y encendidos de los mítines, en las mesas de café, en los parlamentos y programas de TV. Todos acuden a convertirse en los defensores de los pobres, se sacan fotos, los abrazan y se emocionan. Pero lo cierto es que nuestra nación está condenada al fracaso de la clase política que no supo o no quiso resolver este flagelo que nos golpea en el más profundo de la argentinidad.
Es inmoral que una nación que produzca alimentos tenga 5.6 millones de niños pobres y 1.6 millones sufran hambre; es indignante ver cómo se utiliza a los pobres como rehenes de la chabacanería ultrajante de los dirigentes políticos y sindicales.
Nadie pudo resolver la pobreza escandalosa, en la década del 80 tuvo picos del 47% con la hiperinflación, en los 90 el 32% que termina en la crisis de 2001 donde llegó al 52%; en los años posteriores bajó sustancialmente pero luego aumentó hasta llegar al 30%. Los pobres no son de un partido o de otro, son hermanos que se les negó la posibilidad de desarrollarse, de crecer e ilusionarse con un futuro mejor al cual los punteros los usaron para sostener un sistema perverso.
La pobreza es producto de la hipocresía, de la inmoralidad, de los politiqueros mediocres y tilingos que sólo piensan en ellos y su grupo de facinerosos.
La grieta es un maravilloso invento para echarle la culpa al otro, lo cierto es que no importa de qué partido sea, ningún partido político pudo hasta hoy resolver la desigualdad social, la inequidad educativa, la desnutrición y la pobreza estructural.
Por qué distinguir entre derechas, izquierdas o del centro, el cretino puede estar en cualquier espacio político, es preferible distinguir entre buenas o malas personas sin importar de qué partido sean, porque son ellas las que tienen verdadera sensibilidad social, piensan realmente en la patria, no mienten, tienen proyectos a largo plazo, piensan en las próximas generaciones y no en la próximas elecciones, son los que pueden animarse a pensar que los resultados de las políticas no las verán ellos sino los que vienen atrás, los que piensan dejar en la educación la mejor herencia a nuestros niños y jóvenes para que puedan insertarse en el mundo laboral y evitar que la mayor ilusión sea esperar un subsidio o un empleo público.
Empezó la campaña electoral, escucharemos lo mismo de siempre y cual felinos hambrientos de poder, intentarán devorar al contrincante en esta lucha ineficaz del animal político. Cada uno votará según sus percepciones, pero estoy convencido que esta sociedad líquida, que no responde más a los patrones de turno, sabrá de buenos y malos.
Me ilusiono cuando pienso en las nuevas generaciones de dirigentes porque los veo más dispuestos al diálogo y a los acuerdos, elementos sustanciales para resolver los grandes problemas de nuestro país. Creo que están convencidos de no aceptar esas prácticas mañosas, esos vicios que nos llevó al estancamiento y la decadencia moral de la Argentina. n

Lic. Rubén David Martí
martiruben@msn.com
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Comentarios

19/7/2017 | 18:40
#149006
Ruben, muy acertado el artículo, un puñal en el corazón, la verdad que no tengo palabras porque esta historia tiene mas de 70 años, entiendo igual que vos, que no se trata del lado donde estés, drerecha, izquierda, centro ???, pero es evidente que existe una gran decadencia de la diregencia mundial, no sólo argentina, sólo leer en que en manos de unos pocos se encuentra la riqueza, sólo leer el tema de los refugiados y las guerras, la corrupción es un flagelo mundial, también creo que existe una decadencia enorme en el ser humano, sus valores, los cuales responden unicamente al dinero, la verdad, tengo muy poca esperanza, te mando un fuerte abrazo !!!! Patricio.

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