Columna de opinión

Tecnología: la paradoja de estar más conectados pero menos comunicados

Por Rodrigo Morabito, juez de Menores.
lunes, 17 de julio de 2017 00:00
lunes, 17 de julio de 2017 00:00
Las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) son herramientas que han revolucionado el mundo actual y están presentes en la mayoría de los hogares del mundo; esto significa que estamos conectados todo el tiempo, sin embargo, se presenta a mi entender la paradoja de la incomunicabilidad, en otras palabras: "Estamos más conectados pero menos comunicados”.
La tecnología es una herramienta maravillosa y de ello no tengo duda alguna, no obstante, ha perjudicado notablemente la interacción comunicacional entre los seres humanos.
Estamos conectados todo el tiempo, mañana, tarde y noche y los espacios son cada vez más reducidos para el diálogo, hemos reemplazado las charlas con familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc., por los diálogos a través de grupos de WhatsApp o Facebook, Twitter o cuanta red social vaya apareciendo en este agitada era de la tecnología.
Personalmente, considero que las redes son herramientas muy importantes, sin embargo, también pienso que la comunicación de las personas en forma personal y directa, es mucho más productiva e importante que una charla virtual.
En los hogares de hoy los niños necesitan referentes adultos, sin embargo, en muchas ocasiones son ellos mismos quienes dejan a los niños librados a su buena suerte en un mundo virtual imposible de manejar.
Insisto, el diálogo es fundamental para que las personas puedan conocerse, comprenderse, expresarse fluidamente mirándose a los ojos, transmitirse sus afectos a través de gestos y emociones y no por simples emoticones.
Ahora bien, si no hay diálogo entre nosotros los adultos, menos lo habrá con los niños; quedando la infancia a la merced de los múltiples peligros que al presente van apareciendo en la web, incluso, algunos letales en su resultados.
Algo que tampoco podemos dejar de reconocer y aceptar es que los niños han nacido en la era de la tecnología, haciendo uso de ella desde edades muy tempranas. El inicio del uso de las Tics está alrededor del año de edad y son los llamados nativos digitales.
Los nativos digitales saben usar la tecnología, pero no siempre tienen la información necesaria para hacerlo de forma responsable y siendo conscientes de las posibles amenazas. Al igual que en muchas otras áreas de la vida, es responsabilidad de los adultos educar en el uso adecuado y respetuoso de internet, valorar si el niño está capacitado para realizar un uso seguro y supervisarlo cuando sea preciso. Es necesario que los adultos estén formados y sepan cómo dialogar y poder ayudar a los niños ante los peligros que van surgiendo en esta nueva era.
Hay que tener en cuenta que los niños que usan la tecnología de forma habitual, no han desarrollado aún la capacidad de comprender términos como el respeto a uno mismo, el respeto a los demás, la importancia de la privacidad, la existencia de información sensible que no debe ser revelada, o de información que no es adecuada a su edad, etc.; por lo que es muy difícil que el niño pueda, por sí mismo, navegar de forma segura. El adulto debe preguntarse siempre si es necesario, por ejemplo, que los niños dispongan de un celular con acceso 24 horas al día a internet.
Digo ello, toda vez que la experiencia me ha venido mostrando que las dificultades que con más frecuencia encuentran los niños en las web son el acceso a información inadecuada para su edad o información inexacta (sobre todo contenidos pornográficos o violentos), los riesgos técnicos, la pérdida de privacidad, la suplantación de identidad, los fraudes económicos y la adicción a las pantallas.
En definitiva, los adultos subestiman internet y no es de esperar que los niños no lo hagan.
Para evitar este flagelo, simplemente debemos comenzar a recuperar el diálogo, a estar menos conectados y más comunicados en la medida de lo posible o generar espacios para dialogar entre adultos y, principalmente, con los niños, en otras palabras, debemos dar el puntapié inicial en el hogar, charlando en la mesa y predicar con el ejemplo, ergo, un buen diálogo no sólo fortalece las relaciones y la confianza, sino que además, atenúa los riesgos a los que pueden verse expuestos los niños.

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