Narcos, políticos, favores y misterios

viernes, 21 de julio de 2017 00:00
viernes, 21 de julio de 2017 00:00
En una provincia donde se identifica en forma unánime la expansión del comercio y el consumo de drogas como uno de los problemas más graves que sufre la población, germen de violencia, delincuencia, inseguridad y veneno para miles de jóvenes, la historia de Ariel Alanís representa un auténtico misterio, donde por cada certeza surgen decenas de preguntas que no tienen respuesta.

Alanís es un narcotraficante condenado por la Justicia, que estuvo un año y medio prófugo y a cuatro meses de haber sido enviado a la cárcel, ya goza de salidas transitorias. Alanís, que fue el hombre más buscado de Catamarca y recibió una pena de seis años de prisión, hoy camina libremente por las calles.

¿Quién lo protege? ¿Qué poder político o judicial le brinda sus privilegios? 
La trama de la historia, siempre incompleta, muestra una multitud de nombres relacionados donde se mezclan funcionarios del más alto nivel, personas cercanas a la Justicia y a la Policía, políticos y ex gobernadores, con vínculos que todos niegan y que la propia Justicia no pudo o no quiso esclarecer.

Ariel Alanís se fugó de un control caminero en El Portezuelo, en noviembre de 2012, cuando guiaba a otro vehículo que había ingresado a la provincia con 90 kilos de marihuana. El tráfico se realzaba en dos autos: uno guiaba, el otro transportaba el cargamento, conducido por Tello.

Tello juró que no sabía que llevaba droga. Quedó detenido esa misma noche, se sometió a la Justicia, dijo que Alanís lo había contratado. Recibió seis años de cárcel como castigo. Ya cumplió más de la mitad y sigue preso.

Alanís escapó, fue atrapado un año y medio después, negó toda la versión de Tello, juró que era ajeno a todo. Recibió seis años de cárcel como castigo luego de ser hallado culpable. Cuatro meses después, anda por las calles otra vez.

Es esencialmente un caso policial. Pero no es sólo un caso policial. Quedó politizado desde el mismo instante en que se conoció lo ocurrido.
 
Un ex gobernador, Oscar Castillo, vinculó el tráfico con el entonces ministro de Gobierno Francisco Gordillo y quien fuera jefe de Policía, Juan Palomeque, al decir que Alanís había escapado con familiares de la cabeza de la fuerza. Otro ex gobernador, Eduardo Brizuela del Moral, sugirió que todo el Gobierno estaba involucrado y necesitaba la droga para "completar la cadena de producción”.

Francisco Gordillo, Ariel Alanís y Claudio Tello tienen algo en común: son todos de Pomán. En Pomán, Gordillo tenía un local nocturno, donde según una hipótesis viajaba la droga. Apareció también una camioneta que según algunas denuncias Gordillo le vendió a Alanís.

Alanís fue finalmente atrapado en un local nocturno, acompañado por el abogado Luciano Rojas, quien apareció en estado lamentable. Rojas fue a su vez nombrado asesor de Gobierno por Francisco Gordillo. Junto a Alanís y Rojas estaba Miguel Leiva, hijo de la ministra de la Corte de Justicia de Catamarca, Amalia Sesto de Leiva. Cuando cayeron, el entonces subsecretario de Seguridad, Juan Pablo Morales, se declaró feliz por el éxito de la investigación en una conferencia de prensa ofrecida junto al jefe de Policía, Julio Gutiérrez.

Dudoso éxito: fueron meses y meses sin noticias de Alanís, que apareció en un local público bebiendo con dos abogados.

El Gobierno negó siempre cualquier vínculo con Alanís y la droga. Pero al cabo rodaron todas las cabezas: se fueron Gordillo, Morales y Gutiérrez. No sobrevivió en su cargo ninguna de las autoridades actuantes durante el caso.

Rojas reaparecería más tarde como asesor, esta vez ad honorem, en un municipio opositor al Gobierno, de la mano del intendente Gustavo Jalile. Gordillo regresaría a su municipio en Pomán. Palomeque y Gutiérrez fueron alejados de la plana mayor policial. Leiva pidió disculpas por su protagonismo en la escandalosa detención de Alanís y Rojas y su participación se olvidó. Como se dijo, Tello sigue preso.

La narcodenuncia se esfumó poco a poco de la memoria colectiva. Y todo se redujo a una serie indescifrable de acusaciones cruzadas, desmentidas y dos condenas idénticas con tratos totalmente opuestos a los condenados.

Lo que la Justicia nunca dijo y al parecer ni siquiera investigó es quién compró los 130 paquetes de marihuana, a quién le pagaron, a dónde lo llevaban. A quién respondían los traficantes. Quién era, en definitiva, el dueño del negocio.

Esta falta de respuestas es la que permite preguntar si los privilegios de Alanís son un eslabón más en una infinita cadena de casualidades o si es el pago de favores por haber sabido quedarse callado para encubrir a alguien más poderoso.

Hasta que no se descubra quién estaba detrás del cargamento, esta teoría parecerá la más consistente.
 

Publicado en la web Catamarca es Noticia

5%
Satisfacción
0%
Esperanza
85%
Bronca
10%
Tristeza
0%
Incertidumbre
0%
Indiferencia

Comentarios

21/7/2017 | 17:18
#149006
Me hace recordar a un viejo profesor de derecho, que tenia una axiona jurídico: A confesión de parte, relevo de pruebas. Cuando la cosa es generosa y fácil, cualquiera se le anima. Viva la pepa.

Otras Noticias