“Justificar la muerte”
Columna de opinión por Rodrigo Morabito*Deseo comenzar este espacio de libre expresión preguntándome lo siguiente: ¿la muerte puede justificarse?
Desde mi punto de vista personal, ninguna muerte provocada por el hombre en forma violenta, sea cual sea la razón o motivo que pretenda encontrarle algún punto de justificación, puede avalarse.
Esto es lo que ha pretendido realizarse en estos días frente a determinados episodios por parte de funcionarios del Estado.
A partir del caso Chocobar –como siempre suele ocurrir- se emitieron muchas opiniones, algunas irreproducibles propias del medioevo y que pretenden justificar ejecuciones innecesarias y absolutamente evitables.
Ninguna muerte violenta está justificada, insisto en ello, ni las provocadas por quienes cometen delitos y, mucho menos aún, las que comete el Estado a través de sus agentes excediéndose en sus facultades.
En términos numéricos, desde el comienzo de la era democrática hasta fines de 2015 hubo 4737 asesinados por fuerzas de seguridad; es decir, un promedio de aproximadamente 152 víctimas anuales. Del total, 2653 murieron en casos de “gatillo fácil” y 2084, en situaciones de cautiverio, mientras que otros 73 fueron matados durante movilizaciones y protestas.
Esta cifra creció notablemente en estos últimos años. Actualmente en nuestro país cada 23 horas una persona es asesinada por agentes de las fuerzas de seguridad del Estado.
Un asesinato jamás debería considerarse un acto heroico tal como pretende hacerlo el Estado. Una muerte provocada no puede elogiarse. Es imposible justificar la muerte. Es inmoral. Es atroz. Es inhumano.
Pero ello no sólo se agota en este lamentable episodio.
Hace unos días, el actual consultor y asesor presidencial, me refiero al señor Durán Barba, manifestó que se hicieron encuestas y la mayoría de las personas quiere que se reprima brutalmente a los delincuentes, quieren pena de muerte.
No es novedad que ante determinados episodios ocurridos en lo cotidiano las personas lancen frases como: ¡hay que poner la pena de muerte! ¡Aquí tiene que ser como en los EE.UU; allá matás y te matan! ¡Matás a uno y no joden más! Entre otras formas de reaccionar.
Bueno, debo manifestarles a quienes piensan de esta manera (pues no es toda la población ni tampoco siquiera todas las víctimas de transgresiones) que la pena de muerte no solucionó el problema del delito en los países que aún la tienen.
EE.UU tiene una tasa de encarcelamiento actual de 666 personas cada 100 mil habitantes, es el país más encarcelador del mundo y con pena de muerte en algunos Estados (no todos) y sin embargo, su población carcelaria crece exponencialmente cada año producto de la comisión de delitos, sumado a los prejuicios que existen en el país del Norte respecto de las personas que son sometidas a proceso penal, esto es, por ser negros, latinos, mujeres, etc.
Un estudio publicado en 2014 por la Academia de Ciencias de Estados Unidos ha concluido que el 4,1% de las condenas a muerte en ese país fueron por errores judiciales.
Por otra parte, la pena de muerte va dejándose atrás en el mundo. Hoy se llevan a cabo ejecuciones sólo en 23 países; eran 40 hace 20 años.
En definitiva, está científicamente probado que la muerte a través de la pena de muerte, no disuade el delito.
Asimismo, tampoco se dice expresamente que en el artículo 4º, el punto tercero de la Convención Americana de Derechos Humanos del Pacto de San José de Costa Rica señala que no se restablecerá la pena de muerte en los Estados en los que ha sido abolida; nuestro país por ejemplo.
Entonces ¿por qué añoramos un sistema de pena que no funciona en otros países? ¿Por qué creemos, aceptamos y festejamos como autómatas lo que algunos funcionarios expresan sin conocimiento científico del tema que se expone?
El origen de las causas que provocan el delito son sociales (pobreza extrema, marginalidad, necesidades básicas insatisfechas, violencia, consumo, etc.) y es allí donde hay que trabajar fuertemente para contrarrestar el delito y no proponer recetas punitivas que no solucionan ni solucionarán el problema de la “inseguridad”. Hablar de la “pena de muerte” como posible sanción es sólo demagogia.
Insisto en expresar con firme énfasis, que en un país donde los datos estadísticos dan muestran de la cruda, grave y triste realidad de muertes violentas cometidas a diario y en gran cantidad por parte del propio Estado; intentar justificar la muerte, sea cual fuere la razón o motivo para hacerlo, resulta inmoral, atroz e inhumano.
*Juez de Menores e integrante de la Asociación Pensamiento penal