La injusta muerte de Emanuel

viernes, 16 de febrero de 2018 01:07
viernes, 16 de febrero de 2018 01:07

A propósito de la muerte del cadete de policía riojano Emanuel Garay. Me pregunto: ¿quién tiene la culpa? ¿Quién es el culpable? 
Sumido en la resignación digo: de qué servirá encontrar culpables de todo lo que pasó. 
Ojalá se pudiera volver el tiempo atrás y que Emanuel esté con vida. Es una enorme pena que sólo lo hayan dejado vivir 18 años. 
También me pregunto: ¿qué dirán los medios de comunicación? ¿Qué dirán los organismos de Derechos Humanos? ¿Qué dirán las Madres de Plaza de Mayo, con el todo el respeto que me merecen? 
O será que hemos vuelto a los tiempos de ser “derechos y humanos”, ¿recuerdan? 
Parece que ya no quedan escuelas para formar gente buena, para que cada ciudadano cuando veamos a un policía sintamos tranquilidad y poder quererlos con amor y no por temor. 
No quiero pensar que las nuevas directivas en las instituciones de formación son hacer del bueno algo malo y del malo, lo peor. 
El Estado, a través de los impuestos que pagamos los ciudadanos, esperan de los policías lo mejor: humildad, honestidad, respeto, buenas costumbres. 
El portar un arma no les da el derecho de superioridad sobre el resto de los pobladores. 
No se olviden que el ser policía es la imagen del orden y la prevención en favor de toda la comunidad. 
La personalidad y el carácter de un chico no se forman con torturas ni cosas por el estilo. No. Bajo ningún punto de vista. 
Un oficial instructor debe transmitir a los futuros oficiales principios fundamentales basados en el orden y el respeto. 
No pueden pretender formar los que no tienen formación. Es una pena que un chico como Emanuel, a tan corta edad, haya sido víctima de métodos que ya creíamos enterrados en el pasado, más después de lo que pasó cuando encontraron en un sótano muerto al soldado Carrasco. 
No es posible llegar al extremo de las cosas para comenzar a preguntarnos: ¿quién controla? ¿Quién supervisa? 
Una clase de instrucción militar a cadetes debe tener el basamento de una buena formación para poder formar. 
Un oficial de policía debe representar un orgullo; para él mismo, para la institución y para toda la sociedad. 
Se impone a esta altura de las circunstancias un cambio total en los métodos de instrucción a los cadetes para que en el futuro haya profesionales que garanticen tranquilidad a la población. 
Que la injusta muerte de Emanuel no sea en vano. 
Que nos haya dejado una lección para aprender a valorar al ser humano y reflexionar sobre si los que capacitan a otros están capacitados para hacerlo. 
Que Dios nos ilumine y nos bendiga para ser cada día mejor.

Mario Moyano
DNI: 7.378.363

 

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