Las dos batallas de Francisco

jueves, 15 de marzo de 2018 00:00
jueves, 15 de marzo de 2018 00:00

Por Daniel Santoro

Estos intensos cinco años del papado de Francisco están signados por un delicado equilibrio polar, que va, genéricamente, de la misericordia a la severidad. “Misericordioso” es el amor del pastor con olor a ovejas, que comprende y sabe perdonar, “severo” es el cumplimiento de la ley y los dogmas institucionales de la iglesia.

La “misericordia” en la economía es poner, cristianamente, el capital al servicio del hombre y promover su bienestar y felicidad. “Severas” son las leyes del mercado, que terminan arrojando el descarte humano dentro de sus frías aguas.

Al salir de los aposentos del palacio apostólico y cobijarse en el discreto hotel de Santa Marta, por fuera de los “severos” fastos principescos, Francisco produjo un “misericordioso” y pedagógico corrimiento, en el mismo territorio del Estado Vaticano. Mantener este difícil equilibrio polar supone tomar decisiones que, a pesar de las mediaciones del espíritu santo, no le evitaron a Francisco pagar enormes costos políticos.

Sin dudas su acción más trascendente se da sobre el eje de prioridades estratégicas del Vaticano, que tradicionalmente coincidieron con las prioridades del sistema de poder mundial (económico, político, militar y cultural), eje representado en un trazado que desde el Norte corre en sentido Este-Oeste, Occidente-Oriente.

A través de su insistente llamado a sumergirnos en las periferias existenciales Francisco lo da vuelta, lo gira y entonces las prioridades se vuelcan hacia el menospreciado eje Norte-Sur, que implica los paradigmas de riqueza-pobreza, desarrollo-descarte. Éste, sin dudas, es el escándalo intolerable de su papado, se erige así como el gran enemigo simbólico de los sistemas de poder mundial.

Francisco asiste a todos los “sures” de la humanidad, Lampedusa, África, América Latina, las periferias romanas y de todas las metrópolis. En anteriores papados las acciones sobre el eje histórico Este-Oeste derribaron muros que ayudaron a cambiar e instaurar el nuevo sistema económico, mientras que, paradójicamente, en la actualidad los centros de poder inician la construcción de otros muros para impedir la circulación y el intercambio que propicia Francisco en el nuevo paradigma Norte-Sur.

Los que viven enceguecidos por el afán de lucro, el estiércol del demonio y no vacilan, desencadenaron un ataque masivo, nunca visto en la historia moderna de los papados. Francisco está en el medio de una operación de pinzas, de un lado gran parte de la propia curia (con su vieja carga de torvos reproches) y por el otro, los poderes económicos y sus asociaciones (al estilo Mont Pelerin). Con el apoyo de los operadores de la prensa a nivel mundial es atacado por ambos flancos.

De acuerdo con el gran escritor Leopoldo Marechal, sin saberlo siempre estamos librando dos batallas, la “terrestre” y la “celeste”, tal vez Francisco tenga perdida la primera, la batalla “terrestre”, ya que su tropa es muy escasa, incluso en su tierra natal y más escasa aún la enjundia y disposición para el combate. Son muchos los que prefieren pulir altares y mantener sus pequeñas ventajas, no es fácil lograr que la gigantesca nave eclesial vuelva a navegar en su cauce primordial, tantos años varada en plácidas costas, amablemente asistida por museólogos y solícitas ONG, nos auguran pronósticos poco auspiciosos, es difícil vencer esta inercia.

Sin embargo, la otra batalla, la batalla “celeste”, ya está ganada y esta victoria de Francisco está dejando una marca profunda, que tendrá efectos definitivos sobre la tierra cuando nos veamos finalmente arrastrados hacia el abismo del desamor y la codicia capitalista, entonces el mensaje de Francisco volverá a resonar en el corazón de la humanidad.
 

 

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