"Chiquito”, como lo identificaban quienes gozaron de su rica amistad, fue, es y será historia porque supo edificar grandes cosas a costa de sacrificio, trabajo y ansias de ver crecer a su querido suelo chacarero.

Enrolado en la grandeza de la honradez, honestidad y sencillez humana, que es patrimonio de los elegidos, fue ejemplo de vida en el hogar con su amada Ana María Brunello, que ya lo acompaña en la casa de Dios, junto al nieto Antonio.

Extendió su calidad humana a sus hermanos, su hijo político Guido y sus hijos: Lita, Antonio, Ricardo, Carlos y Cecilia. Y lo transmitió en sociedad y sobre todo a su pasión llamada deporte, donde practicó ciclismo, básquet y fútbol con su querido Villa Dolores.

Pero la vida le tenía marcado que su destino estaba en la dirigencia y así fue como trabajó en el Ateneo Mariano Moreno, para luego llegar a la Liga Chacarera de Fútbol, lugar donde, por espacio de cuatro décadas enarbolando la bandera de la amistad, comenzó la titánica lucha sumando realidades, dejando en el camino una "humilde” canchita por un "majestuoso” estadio que hoy lleva su nombre.

La historia de Primo Prevedello es grande de verdad, con un recorrido a lo largo y ancho del país, dejando en cada lugar donde estuvo presente un sello inconfundible que hoy se recuerda y se recordará de por vida, entonces nos queda decir "gracias Chiquito”, por tantas cosas lindas que le diste a la vida, con la seguridad que tus hijos serán encargados de prolongar una vigencia que jamás desaparecerá. Descansa en paz viejo.