Desde la bancada periodística

Esquiú, orgullo máximo de Catamarca

sábado, 21 de octubre de 2017 00:00
sábado, 21 de octubre de 2017 00:00

En esta oportunidad, víspera de elecciones, no vamos a referir cuestiones partidarias. Primero porque, por mandato legal, no corresponde y segundo, porque hay una noticia de alegría que vale más que todas las noticias de la coyuntura histórica.


Quizá en este 2017, o no mucho más allá, la provincia de Catamarca asistirá al acontecimiento cumbre de su vida institucional cuando su máxima figura, Fray Mamerto Esquiú, sea elevado a los altares por decisión de su Santidad, el Papa Francisco.


De esta manera, a casi 70 años de iniciada la causa de su beatificación y santificación, se materializará un acto de justicia con la egregia figura a quien los catamarqueños, vaya a saber por qué designios, no le tributan el reconocimiento que le obsequiaron autores notables como Joaquín V. González, Nicolás Avellaneda, Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Manuel Galvez o el reconocido historiador riojano, pero ampliamente comprometido con las letras catamarqueñas y la Academia de la Historia, Armando Raúl Bazán.

 

Prudente hermetismo

La noticia, que intentó ser desmentida por algunos medios de prensa que analizaron ligeramente al tema, está confirmada, pero su anuncio debe someterse a los protocolos de la Santa Sede. 


Todo el proceso, analizado en profundidad por los estudiosos de las virtudes santas, ha sido completado con la aprobación de acciones milagrosas del venerable nacido en 1826 en un humilde hogar de La Callecita, un lugar emblema de la histórica Piedra Blanca, hoy Fray Mamerto Esquiú en homenaje a su ilustrísimo hijo.


Por cierto, como ocurriera el año pasado con la santificación de José Gabriel “El Cura” Brochero, la llegada de Mamerto de la Ascensión a los altares será un acontecimiento de especial algarabía para la Iglesia argentina y de repetirse los fastos que rodearon a la consagración del santo cordobés –contemporáneo de Esquiú-, las principales autoridades de la Iglesia local y de los gobiernos provinciales y municipales habrán de participar del histórico acontecimiento que, probablemente, tendría como epicentro al departamento que lleva su nombre y donde, para siempre, descansarían sus restos, los que deberían ser trasladados desde la catedral de Córdoba, provincia de la que fuera obispo al momento de su muerte.

 

Ejemplo de probidad

A poco de iniciarse el papado de Jorge Bergoglio, en 2013, desde este diario editorializamos sobre las crecientes chances de que la causa de Fray Mamerto despertara la atención de quien llegaba a la jefatura de la Iglesia y por sus conocimientos y erudición, conocía quizá mejor que los propios catamarqueños los valores morales, de decencia y entrega hacia los más necesitados y menesterosos que rodeaban a Esquiú.


Precisamente la misión de servicio, según los entendidos, es el patrón de medición que distingue a Francisco, admirador sin barreras de la causa que llevara adelante el santo de Asís (Italia) y que lo decidió a la elección de su nombre como Papa.


Bergoglio, lo repetimos, conoce a fondo la vida del fraile piedrablanqueño que, más allá de su apostolado y entrega incondicional a Dios, fue un luchador incansable por la institucionalidad de su Patria y de los pueblos americanos.


Si bien es cierto que después de que pronunciara el inolvidable sermón de 1853, la historia lo reconoce como el “Orador de la Constitución”, cuando conmovió los cimientos de la organización nacional al sentenciar: “Obedeced, señores, sin sumisión no hay ley; sin leyes no hay Patria, no hay verdadera libertad: existen sólo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra y males de que Dios libre eternamente a la República Argentina”, hay en Esquiú una trayectoria de vida que, sin dudas, lo convertirá en un santo de referencia para el país y el mundo.

 

Obispo de la humildad

Tratar de encasillar al santo catamarqueño –ya podríamos comenzar a ubicarlo de esa forma- en la actividad puramente misional y de recogimiento sería sesgar una trayectoria cargada de virtudes en apenas 56 años de vida, desde su nacimiento en 1826 hasta su muerte en 1883.


Es que Esquiú fue todo. Desde alumno aventajado hasta experto en teología, pasando por actividades que no todos sus comprovincianos conocen. Por ejemplo político, a partir de cumplir mandatos como legislador en los cuales evitó que esta actividad fuera lucrativa y dejara de ser un servicio.


También periodista del primer diario que existió en Catamarca, El Ambato y desde sus páginas, no sólo fue pionero en la defensa de la libertad de prensa, sino que respaldó su misión sacerdotal a favor del bien común. Años más tarde, atendiendo circunstancias políticas e ideológicas que imperaban en Europa y la América, fundó en Bolivia el diario El Cruzado.


Su labor pastoral y ciudadana se desarrolló en el más profundo de los silencios. Esquiú no necesitó ponderaciones y honores. Si llegó a deslumbrar a los factores de poder de Argentina, a los pueblos de América y al propio Vaticano, únicamente fue por haber sido convocado a pesar del consuetudinario rechazo a aceptar figuraciones que excedieran su noble pobreza.


Primero estuvo en Entre Ríos, como secretario del obispo Segura y mantuvo los contactos institucionales con los gobernadores de esa provincia, Santa Fe y Corrientes.


Más tarde, la orden franciscana lo iba a enviar a Tarija (Bolivia), ubicada a 900 kilómetros de distancia y a 2.000 metros sobre el nivel del mar, los cuales recorrió a lomo de mula por espacio de dos meses.

La misión como obispo, en medio de las luchas por la emancipación, fue calificada como extraordinaria en poblaciones como Sucre, Chuquisaca, La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba, entre muchas otras.


A los 48 años, después de 14 de ausencia, volvió a la tierra natal. No tuvo demasiado tiempo de expresar su amor por la familia y la Patria Chica.

La más alta autoridad de la Iglesia lo tentó con el arzobispado de Buenos Aires, para lo cual tenía el consenso de todas las facciones de la política. Una vez más dijo no merecer semejante distinción, la mayor a nivel país.


A larga, sin embargo, no iba poder escapar a cumplir con sus responsabilidades. La Santa Sede lo convocó para que fuera el obispo de Córdoba. Esta vez el rechazo de Esquiú tuvo contragolpe. El Nuncio Apostólico, en Buenos Aires, lo llamó y le dijo: “El Papa quiere que usted sea obispo de Córdoba”. Su respuesta forjó el destino final: “Si el Santo Padre así lo quiere, lo quiere Dios”.


Esquiú murió en El Suncho –La Paz- mientras cumplía su misión de ejemplo apostólico y dejó para la posteridad una estela interminable de virtudes que, fácilmente, lo llevaron a ser propuesto para la santidad.


Hoy Catamarca está contenta. También este diario El Esquiú, que nació para tratar de reafirmar –su logo, dentro de la letra Q, lleva la figura de Fray Mamerto tomando su excelsa pluma- el legado admirable del profeta de la paz, la austeridad y la probidad.

 

El Esquiú.com
 

80%
Satisfacción
13%
Esperanza
0%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
6%
Indiferencia

Comentarios

21/10/2017 | 11:40
#149006
DESDE HACE MUCHOS AÑOS, TODOS LOS DOMINGOS EN LA MISA PRINCIPAL DE LA CATEDRAL DE CÓRDOBA, EL OBISPO, AHORA CARLOS ÑAÑEZ RECUERDA CON ORACIONES A FRAY MAMERTO ESQUIÚ. ESTREMECEN LOS CORDOBESES REZÁNDOLE. SEGURAMENTE, SIN NINGUNA DUDA, SI HUBIERA QUEDADO EN MANOS DE ELLOS SU CORAZÓN, HUBIESE SIDO OTRA LA HISTORIA. EN CATAMARCA LA IGLESIA LO DESPRECIA, LOS CIVILES NI LO TIENEN EN CUENTA. OBVIAMENTE,SERÁN LOS PRIMEROS EN CORRER A LA PRIMERA FILA QUE GARANTICE LA FOTO. ES IMPERDONABLE QUE SU EJEMPLAR VIDA NO SE ENSEÑE EN LAS ESCUELAS.¿MUCHA VERGUENZA AJENA SE SIENTE!
21/10/2017 | 10:51
#149005
Ojalá se dé...

Otras Noticias