Todos los fuegos

miércoles, 22 de noviembre de 2017 00:00
miércoles, 22 de noviembre de 2017 00:00

La problemática de los incendios forestales no podrá abandonar las páginas de los diarios durante lo que queda de esta temporada veraniega en la que, por ahora, se avizora más sequía que abundancia para calmar las llamas. 


La magnitud de la última serie de focos ígneos que ahora atarean a los efectivos de la Brigada de Incendios Forestales y las divisiones de Bomberos Voluntarios es, por otra parte, penosamente digna de ser destacada: más de 8000 hectáreas hasta el último recuento oficial y sumando metros a cada segundo que pasa, sin que existan posibilidades reales con las herramientas disponibles de calmar las llamas en su avance.

Afortunadamente, no hay viviendas ni vidas en riesgo inminente por ahora. 


La vegetación que se pierde, según las autoridades, es pasto de altura o paja brava, la cual no cuenta con una gran estima en las ciudades, aunque sea uno de los pilares fundamentales para el pastoreo del que vive la mayoría de las personas que tienen sus hogares en las cercanías de las zonas afectadas.


 Desde Defensa Civil, ya hay contactos preliminares realizados con autorización nacional para que se asista con más equipamiento pesado en caso de un descontrol que hasta el momento no se ve en el horizonte.

Todo el escenario vuelve a poner de relieve, como se ha señalado en reiteradas ocasiones desde este espacio, la necesidad de contar con una mayor inversión en herramientas de salvamento, rescate y control.


Por otro lado, queda como siempre en suspenso la posibilidad de encontrar a las personas responsables del inicio de estos desastres que, aunque el conocimiento de campo asegure una cosa, la ciencia y las pruebas irrefutables han demostrado como absolutamente nocivos desde casi todos los puntos de vista, a excepción de aquel que siente la satisfacción de ver hectáreas quemadas porque piensa que de esa experiencia tanática surgirá algo mejor. 


Queda en suspenso porque las chances de hallar y efectivamente probar que una persona inició un desastre de ese tipo es de una vastísima complejidad y por lo demás, los recursos de la menguada Justicia Penal no dan abasto siquiera para encargarse de la inseguridad en el día a día.

Así planteado el escenario, los muchachos de vocación siguen conteniendo a chicote las llamas mientras pueden.
 

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