Una cantidad récord de reuniones para definir la paritaria docente y, la intervención clave de un funcionario que ya se ha destacado en el pasado por apagarle los incendios a algunos otros tantos que no se han caracterizado por su calidad para capear conflictos, fueron los grandes protagonistas de una de las discusiones sindicales más extensas -aunque no la más virulenta- de los últimos tiempos. 

Para todos, incluso el menos informado de los ciudadanos, resultará realmente sorprendente que los gremios hayan tomado la decisión con literalidad súbita de agacharse, suavizarse, solidarizarse -los adjetivos no son trascendentes cuando se habla de empates técnicos- ante el ingreso a la mesa de negociaciones del ministro de Gobierno de la provincia. 

Esa concesión para negociar lo que hasta hace dos semanas era totalmente innegociable, es llamativo aunque no inexplicable. 

En primer lugar, se podría destacar el desgaste de una mesa de diálogo que llevaba una decena de reuniones, palabras crudas y una que otra opereta lanzada por los costados para hacer temblequear alguna posición.  

En segundo lugar, las ganas veladamente incontenibles de los gremios docentes de cargarse un ministro más en su historial y así detentar un poder que decididamente no pueden ostentar en la calle con movilizaciones, tal como han exhibido las últimas convocatorias a marchas y protestas. 

En tercer lugar y lo que puede resultar más preocupante, algunas de las declaraciones de los referentes sindicales sobre la credibilidad de quien tienen en frente para negociar. Esta, de todas las explicaciones, es la más acuciante de todas para la gestión de gobierno. 

El ministro de Educación aseguró "si hay voluntad”, la paritaria 2018 se soluciona directamente antes de fin de año. La cuestión pasará seguramente por diagramar qué herramientas dispondrá el ministro para recuperar la credibilidad que tiene ante representantes gremiales que, por ahora y por lo que se ha visto, tienen la poltrona ganada en sus respectivas organizaciones de acá y por un tiempo más, a menos que ocurra algún imprevisto. 

Por el momento, el aumento se colocó claramente por debajo de las expectativas y de lo que propugnaban -mitad a voces, mitad susurros- los negociadores de los sindicatos docentes. No se exhibió como victoria para nadie. El acuerdo se cerró dos campanazos después de la medianoche.