El Esquiú.com, como viene sucediendo cada domingo desde hace tres meses, ofreció ayer a sus lectores otro completo informe sobre la actualidad catamarqueña, esta vez acerca del panorama productivo de un alimento rico, natural y de alto potencial de desarrollo: la miel. Por boca de la principal referente oficial en la temática -la ingeniera Alejandra Villalba-, pudimos conocer que en la provincia existen alrededor de 300 apicultores, con 9.800 colmenas, que producen en promedio 98.000 kilogramos de miel, y que también se elaboran varios subproductos de gran valor nutritivo y comercial.
Uno de los datos más relevantes que brindó la especialista es que en apenas una década, Catamarca pasó de tener 30 productores apícolas registrados a los 300 de ahora. ¿La clave? Mucho tuvo que ver la presencia permanente de los equipos técnicos en el territorio, para capacitar e informar sobre programas de apoyo y fortalecimiento del sector, además de incluirlos en un registro nacional específico.
La propia experta describió que "la mayoría de los apicultores realizan sus actividades en forma individual, aunque falta conciencia de la utilidad y beneficios de estar registrados (...)”. También que la dirección de Agricultura "mantiene un fluido vínculo, brindando un seguimiento y asistencia. Hay que insistir en la importancia de la aplicación de las Buenas Prácticas Apícolas, si pretenden alcanzar una producción de miel con calidad diferenciada”.
A renglón seguido, la profesional señaló que es vital "la mayor difusión, mayor ayuda económica al pequeño productor con colmenas, porque tenemos un potencial ‘de monte’ fabuloso, entonces nuestras mieles son casi orgánicas”.
Si en diez años, merced a un trabajo desconocido para el gran público, se logró multiplicar diez veces la actividad, hay que imaginar lo que podría suceder si se decide aplicar una política más firme, con plazos más acotados, que aproveche lo que -como se ve- tiene grandes posibilidades de desarrollarse a nivel local.
Junto con la miel, otros productos básicos trabajados con igual proyección, podrían significar puestos de trabajo genuino y de ingresos que imperiosamente necesitan las familias -y la economía- de Catamarca.