Bastantes líneas ha dedicado esta columna editorial a las vicisitudes de la Unca, institución central en la vida catamarqueña, muchas veces con tono crítico.

 

Así, a propósito de la presentación en el Congreso del proyecto de la Universidad Nacional del Oeste (Unoca) -que finalmente no vio la luz- se cuestionó que recién entonces hubiera preocupación de las autoridades por revertir la escasa inserción territorial de la única universidad de la provincia, demora inexplicable si se tiene en cuenta sus más de cuatro décadas de existencia y las necesidades educativas de nivel superior en los departamentos.

Otro aspecto del funcionamiento de la Unca bajo la lupa fue la rigidez de sus planes de estudio, la poca oferta académica (de grado y especialmente de posgrado) en comparación con otras universidades -La Rioja, sin ir más lejos- o que se priorizaran carreras que no tuvieran nada que ver con el perfil productivo que podría generar puestos de trabajo genuinos en el sector privado.

Varias de esas falencias comenzaron a ser revertidas, por ejemplo con el dictado de trayectos curriculares de mediana duración en algunas cabeceras del interior o el diseño de propuestas pedagógicas cuya carencia es motivo de que los estudiantes migren hacia provincias vecinas o Buenos Aires.

En este contexto se inscribe el reciente anuncio de la puesta en marcha de un sistema que permitirá el dictado de contenidos a distancia aprovechando los entornos virtuales de enseñanza, probados con éxito en instituciones como la Universidad Nacional de Quilmes, que dicta carreras enteras y maestrías con la máxima categorización del ente federal de evaluación universitaria -la Coneau- desde hace años.

La plataforma virtual de la Unca podría contribuir a que los alumnos cursen online desde sus casas, manejando sus tiempos de estudio en función de compromisos laborales o familiares, al evitar la alta demanda horaria de las cursadas presenciales -motivo frecuente de abandono-, esto sin contar costos de traslado.

Obviamente, este método de estudio no es para todas las carreras y seguirá siendo necesaria la socialización universitaria tradicional.

 

No obstante, es una posibilidad que, bien trabajada, daría mayor protagonismo a la institución, atendería una cuestión básica de acceso y la pondría más cerca de la comunidad a la que debe servir.