Dos datos centrales quedaron flotando en el aire post electoral. El primero: la derrota que el macrismo asestó a quienes hasta hace poco tiempo dominaban los vaivenes de la política argentina. Despojado de aquel 54% de sufragios a nivel nacional que obtuvo en la última elección con Cristina Fernández como cabeza de lista –vértebra central del relato en los años de su decadencia-, el kirchnerismo dispuso de los mismos argumentos de fraude que el sector del ahora presidente cuando las elecciones de Tucumán y el fracaso del radical José Cano. Su fundamento: el alto en el escrutinio provisorio que habría decretado en secreto el Ejecutivo.
Que quien fuera calificada por Forbes como una de las mujeres más poderosas del globo, adversaria descarnada en cada contienda electoral en la que asomaba su figura, imbatible en la oratoria que por ley cada medio debía difundir, ahora se vea en el oprobio de salir a combatir por un empate técnico de un tercio con el ex ministro de Educación de la Nación del macrismo –célebre por los errores de criterio en su función, entre otros furcios mediáticos- solamente en el conurbano bonaerense, es una clara declaración del hundimiento de aquel proyecto político arrollador.
Tropiezo del oficialismo al dejarse llevar al terreno de lo fraudulento. Tenía para exhibir –incluso en YouTube, como propugnan sus comunicadores gubernamentales- el memorable escenario de la primera vuelta de 2015, cuando el ex ministro Julio Alak y el exdirector Electoral Alejandro Tullio se ponían tras al atril 3 minutos después de la medianoche del 26 de octubre para dar los primeros resultados oficiales de las elecciones celebradas el día 25. Sí, a seis horas del cierre de los comicios que, dicho sea de paso, colocaban a Macri como competidor directo de Daniel Scioli en el ballotage y a un tiro de la presidencia.
El segundo: Schiaretti, virtual líder de la liga de gobernadores pejotistas, derrotado en casa por el exreferí macrista Héctor Baldassi, tampoco es una buena señal para un peronismo tradicional que en el interior quedó relegado, al menos con expresiones de solidez, al Norte argentino. Una buena oportunidad para Juan Manzur y Lucía Corpacci, unos los pocos ganadores contundentes de las pasadas elecciones.