Sendos operativos conjuntos se realizaron en su momento con la participación de distintas fuerzas de seguridad y servicios de emergencia para simular desastres o siniestros de gravedad, y así mantener aceitados los mecanismos que permiten responder con mayor eficacia ante eventualidades que, de no ser atendidas correctamente, pueden dejar saldos fatales e inesperados. 
Las noticias que llegan no sólo desde Centroamérica sino también desde la región cuyana de nuestro territorio deben poner una vez más en alerta a las autoridades para volver a diagramar estas iniciativas y generar conciencia en diferentes sectores para que se plieguen a la modalidad de los simulacros de siniestros. 
Lo más común es ver esta clase de acciones planteadas en escenarios repetidos como escuelas, edificios y dependencias de reparticiones públicas. No obstante cabe destacar que también existen escenarios “privados” que, aunque cuenten con un plan de emergencia claramente expuesto en sus paredes, también deberían aceptar sumarse en ocasiones a los simulacros para poner a prueba la efectividad real de sus propios diagramas. 
Comercios grandes como supermercados, espacios reducidos como los bancos, la Terminal de Omnibus, o incluso algunas dependencias que suelen tener una estructura más laberíntica como el municipio capitalino en calle Sarmiento, la misma Casa de Gobierno o la Corte de Justicia. 
Por su parte, varias instituciones escolares ya han tomado la posta de estos conceptos hace bastante tiempo y cuentan con actividades de simulacro varias veces al año e incluso algunas han demarcado las zonas de reunión en caso de siniestros de diversa índole. Este mismo avance claramente podría reproducirse con éxito –y como buena herramienta para el futuro- tanto en instituciones públicas como privadas. 
Con el pasar de los años, los elementos teóricos sobre las mejoras maneras de reaccionar ante un sismo o un incendio a gran escala han sufrido modificaciones. Un ejemplo fue el agregado para protección en casos de sismo. A la modalidad de recurrir a escudarse con escritorios o sillas también se sumó el denominado triángulo de vida que se suele formar con el mobiliario y la mampostería de cada escenario. Todas estas herramientas y otras más que quedan sin enumerar seguramente pueden ser puestas cuanto antes en manos de la ciudadanía en el marco de un plan macro de abordaje de situaciones de emergencia.