Ley y persecución
El súbito e inédito accionar de la Justicia Federal para empezar a investigar a los capitostes del sindicalismo nacional tiene pocos precedentes y lógicamente ha despertado más de una sospecha perspicaz a la hora de analizar la intencionalidad no sólo de los magistrados, sino también de los presuntos marioneteros que mueven los hilos para trazar el círculo que pretenden cerrar sobre un estrato social que desde hace tiempo se sabía poblado por hechos de corrupción mayúsculos e inextricables.
Dos verdades, una más penosa que la otra, asoman por detrás de todo el escenario como una suerte de certeza revelada para los que se posan en las sillas de espectador: la primera es que resulta del todo evidente que había razones varias, jugosas y hasta ahora no explotadas para que varios líderes gremiales cayeran en manos de los investigadores federales y empiecen a responder por una vasta lista de tropelías que, a pesar de todo, todavía esperan una formulación más cristalina de cara a la sociedad argentina.
La decadencia de los sindicatos -antaño poderosos elementos de presión y disuasión para que el poder se pusiera en línea para cumplir con los derechos laborales que el mismo foguea aunque sea en tono de demagogia- ya ha dejado de ser una novedad.
Lo inédito en este caso es encontrar jueces con los pantalones puestos o con la venia de otro sector de igual poder.
Ni siquiera el mayor referente sindical de los últimos 12 años de kirchnerismo -Hugo Moyano- ha logrado ponerse a tono para convocar a paros generales como los supieron convocar sus predecesores en circunstancias similares.
No deja siquiera una herencia certera, pues el más prometedor de sus pupilos todavía intenta deslindarse de la marca de una modelo y actriz para intentar poner su discurso en línea.
Todo el aparato judicial dispuesto a perseguir a ciertos sindicalistas corruptos ya empieza a tener un aire preclaro de persecución.
La segunda verdad entonces es que hay una ostensible intención oficial que, lamentablemente, se ha encontrado con varias, jugosas y hasta ahora no explotadas razones para hacerlo en el marco de la ley.