Siempre tras la tragedia

domingo, 14 de enero de 2018 00:00
domingo, 14 de enero de 2018 00:00

Dos puntos quedaron oscilando en el ambiente local tras la fatalidad ocurrida en el río El Tala, cuando un padre fue arrastrado por la corriente al intentar salvar a su hijo de la crecida: por un lado, algunas de las falencias que muestran los paradores de la ruta 1 -algunos mejor provistos y mantenidos que otros- y ya en materia de reflexiones generales, el hecho incontestable de que esas falencias sólo quedan expuestas cuando ocurren sucesos luctuosos que no tienen ninguna clase de respuesta más que la resignación, por lo menos para los allegados de las personas involucradas. 

A pesar de las circunstancias, se pueden remarcar algunos puntos que quedaron al desnudo. Un primer dato para tener en cuenta es que los paradores -ubicados en el medio de cañones que apenas permiten ver las condiciones climáticas de la zona de la naciente del río- no cuentan con una adecuada comunicación para casos de emergencia.

En esas hondonadas que prefiguran el resto del cordón de Ambato, la señal para teléfonos celulares es nula y el contacto con lo que pasa en los paradores es de una oscuridad absoluta.

No por nada tuvieron que bajar personas en vehículos hasta la zona de la caminera de Las Rejas para dar aviso de lo que había sucedido río arriba.

La necesidad de que los espacios -o por lo menos las personas que los administran- tengan un equipo de radio para comunicarse con la Policía es entonces claramente necesario. 

Por otro lado -tema que ha sido remarcado en reiteradas ocasiones por distintos medios locales-, la Policía todavía no puede acondicionar o gestionar fondos para comprar un vehículo que funcione como morguera. Ese faltante quedó vergonzosamente expuesto en la jornada del viernes. 

Para estos casos, las presencias fotográficas suelen ser un escupitajo en la cara de las personas que han sufrido eventos desgraciados.

Más vale, por lógica, hacer silencio y empezar a pensar si el río El Tala -que no tuvo un 24 de enero hasta ahora y quizás por eso no se le ha dado la debida importancia- también debiera contar con un sistema de alarmas como el que tiene el río Ambato en la localidad de El Rodeo. 

Como suele suceder más seguido de lo que se deseara en este país, las soluciones vienen después de la muerte.

El único consuelo es que quizás así se aprendan conceptos de previsión y que estos ayuden a que hechos así no se repitan nunca.
 

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