Métodos y disidencias

miércoles, 17 de enero de 2018 00:00
miércoles, 17 de enero de 2018 00:00

La organización no gubernamental Luchemos Por la Vida difundió ayer escalofriantes cifras vinculadas con las víctimas que los siniestros viales dejaron el año pasado en el país.
Los números son terribles y la estadística de la asociación los ubica en 7.213 fallecimientos, lo que dejaría un promedio de 20 muertes cada día y 600 al mes en todo el territorio nacional.
Se trata de un flagelo innegable que no sólo impacta en la cantidad de vidas que se pierden, sino también en decenas de miles de heridos, descomunales gastos para la atención hospitalaria, enormes daños materiales y efectos que son aun más duros pero imposibles de cuantificar, como el dolor de las familias cuyos integrantes se ven involucrados en algún incidente vial grave.
Apenas se difundieron las estadísticas de Luchemos Por la Vida, sin embargo, salieron a la luz claras disidencias entre los relevos que realiza esta ONG y la de los organismos provinciales. Sin ir más lejos, en Catamarca se mencionan 128 decesos por accidentes de tránsito, cuando la cifra provincial –tanto de la Policía como de los medios de prensa locales- es inferior por más de una decena.
Esa disparidad de números motivó algunas quejas y cuestionamientos. En algunos casos fueron informales, y en otros generaron abiertas discusiones, ya que apareció para oponer sus propios números, por ejemplo, la Agencia Provincial de Seguridad Vial de Santa Fe, que directamente desconoció los datos ofrecidos por Luchemos Por la Vida y dijo ignorar cómo se llega a esa cantidad.
Se presenta así un problema recurrente en distintos ámbitos, consistente en entidades civiles que terminan enfrentadas con los organismos oficiales, en lugar de enfocarse en aquello que tienen como objetivo común; ya que es de suponer que tanto unos como otros procuran que la cantidad de accidentes y víctimas sea cada vez menor.
En materia de tránsito, la falta de educación vial, el incumplimiento de las normas, la irresponsabilidad de conductores y las falencias en los controles confluyen tristemente para desembocar en una situación de extrema gravedad.
Convendrá entonces dedicar los esfuerzos a revertir esta tragedia cotidiana en lugar de tomar inconducentes caminos tendientes a competir por quién lleva la cuenta mejor. Entre otras razones, porque sea cual fuere la cifra correcta, el panorama es igualmente delicado.

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33%
Tristeza
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Indiferencia

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