Tal como se preveía, la llegada del Presidente sirvió, más allá de los gestos de cercanía institucional con el Gobierno local, para avanzar en la agenda del pacto fiscal consensuado entre las provincias y Nación a finales del año pasado.

Puntualmente, los colaboradores del Jefe de Estado pusieron sobre la mesa el plan de retiros voluntarios y jubilaciones con el que se espera contribuir a la reducción de empleados públicos, uno de los puntos prioritarios en las metas de ajuste del frente gobernante.

Aunque por ahora todos son trascendidos, ya se habla de que el Estado nacional podría financiar los primeros siete meses y el 70 por ciento del salario de cada agente que la Provincia decida jubilar.

Rápidamente, algunos dirigentes -como el belicho Daniel Ríos- se expresaron a favor de la propuesta.

El intendente, incluso, señaló que ya tiene un relevamiento de los municipales que estarían en condiciones de ser incluidos en el programa.

A nivel provincial se estaría estudiando la posibilidad de implementar una acción de este tipo, aunque hay extrema cautela hasta que no se conozcan más detalles de una eventual operatoria.

Si la decisión política pasará por reducir la cantidad de personas en la nómina salarial del Estado, necesariamente deberán ponerse en marcha medidas para fortalecer el empleo privado.

En este marco cobran importancia los planes de apoyo a los emprendedores, pero también al sector fabril que, aunque con menos fuerza que en otros años, sigue siendo un factor dinámico de la actividad económica.

El miércoles, durante la visita presidencial, referentes de los industriales catamarqueños pudieron dialogar brevemente con el Jefe de Estado y con algunos de sus funcionarios.

Entre otras cosas, pidieron mejoras en el servicio eléctrico de alta tensión -responsabilidad de la transportista regional- y “medidas especiales” para atender los costos de la deslocalización. 

Se trata, por cierto, de dos reclamos históricos del sector que, a pesar de la sucesión de gobiernos, no han tenido solución.

Mientras no se atiendan cuestiones de fondo que hacen al funcionamiento básico de las fábricas asentadas en la provincia, es poco probable que se incremente su número o el de los puestos laborales que pueden ofrecer.

Justo en un momento en que, quizá como nunca en el tiempo reciente, se precisa de todos los esfuerzos para que el empleo público deje de ser el único Norte posible.