Apuntes del Secretario
Los caprichos y chicanas del pasado, irremediablemente, comienzan a emerger en la superficie. El intendente Raúl Jalil, un reformista por naturaleza, indicó éstos días que los sectores opositores no le pueden echar la culpa al peronismo por la falta de certeza electoral, la duración de los mandatos o la libertad omnímoda de gastar que tienen las autoridades, especialmente en lo que respecta a salarios y obras. Fueron ellos –concretamente radicales brizuelistas y castillistas, más los representantes barrionuevistas- los que se opusieron en 2016 al proyecto de reformar que, en consonancia con los clamores populares, había lanzado la gobernadora Lucía Corpacci y apuntaba a limitar los privilegios de la política. Como se recordará, por más de un año, los diputados hicieron todas las cabriolas necesarias para eludir la aprobación y, cuando quedaron arrinconados por los plazos legislativos, “tiraron la toalla”. Marita Colombo, en ese momento, reconoció que rechazaban el proyecto porque no les gustaba. Así de simple. De las intimidades políticas, sobre este tema, se supo que en realidad el radicalismo no se animaba a enfrentar una elección de constituyentes y temía que los peronistas hicieran de la reforma un texto acorde a su doctrina y pensamientos.
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Lo más sorprendente de aquella decisión fue que, en todo momento, la oposición se pronunció a favor de la reforma, pero a la hora de la verdad huyó despavorida y ni siquiera pensó que Catamarca es una de las dos provincias –la otra es Santa Cruz- que tiene reelecciones indefinidas para casi todos los cargos, no solo para gobernador y vice. Los diputados, senadores y concejales se pueden anotar para repetir mandatos las veces que se les ocurra. Por cierto, para ser electos, tienen que ganar las elecciones, pero en el trámite previo no tienen ningún escollo. En el caso de los radicales, su posición resulta doblemente más llamativa. En el año 1988, cuando se produjo la reforma de la Constitución de 1965 y se habilitó la reelección sin límites para gobernador y vice, la UCR llevó adelante un escándalo político de gigantescas proporciones. Echó, por vía de la convención, al presidente del partido –doctor Gabino Herrera- y a otros cinco legisladores, aparte que se abstuvo de participar en las elecciones para elegir los constituyentes. Con semejante repudio a lo actuado por el saadismo, cómo negarse un cuarto de siglo más tarde a lo que consideraban el más más grande de los excesos institucionales. Sin embargo, lo hicieron. Por tanto, no tienen derecho a quejarse de las fealdades de aquella Constitución.
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La opinión de Raúl Jalil, en medio de este contexto, no ofrece reparos y, aparte, la avaló con el ejemplo. El mismo alentó la reforma de la carta orgánica municipal –data de 1993- enviando un proyecto que incluye numerosas cuestiones que deben acomodarse a los tiempos actuales, cuando el Estado está absolutamente desbordado de empleados y se gastan verdaderas fortunas en materia salarial, en lugar de destinarlas a la promoción del empleo privado. Otro tópico que aborda el proyecto del intendente tiene que ver con la sucesión de elecciones que determina la ley, lo que genera un electoralismo sin pausa que conspira contra la gestión. Según este parecer, quiere para la municipalidad elecciones cada cuatro años en lugar de dos. Por ello, cuando dice que las fuerzas de oposición se equivocaron en frenar la reforma, le sobran las buenas razones.
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Raúl Jalil en otra dimensión. Acaba de sostener una reunión muy importante, desde lo político, en la Casa Rosada. Estuvo con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y lo acompañaron otros alcaldes peronistas que prácticamente tienen finiquitados sus pases a la alianza Cambiemos. Nos referimos al riojano Alberto Paredes Urquiza, al salteño Gustavo Saenz y al puntano Enrique Ponce. En el cónclave, Saenz no anduvo con vueltas y ponderó de manera casi extravagante al gobierno nacional. Dijo, por ejemplo, “Nobleza obliga. Somos agradecidos con el presidente y con el ministro Frigerio, porque nuestras ciudades han recibido obra pública como nunca antes en la historia”. Ignoramos cómo será la dimensión de la obra pública macrista en “la linda” y nos alegramos por sus ciudadanos, pero no compartimos que la definición sea aplicable a Catamarca. Si bien es cierto que Jalil recibió ayuda del gobierno nacional, no lo es menos que la explosión de obra pública en la provincia la propuso el kirchnerismo, tanto en el gobierno de Brizuela del Moral –antiguo aliado- como en el de Corpacci.
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En relación a la obra del gobierno nacional en suelo provincial, desconocemos cómo harán los precandidatos locales de Cambiemos para articular un discurso que sea creíble y convenza a los ciudadanos catamarqueños, entre quienes el presidente de la Nación y su gobierno no tienen buena imagen. Ni siquiera alcanza a la que observaba en 2015 ó 2017, que era baja, pero no tanto como en estos tiempos de carestía y penurias de todo tipo. En ese escenario, hay que coincidir con Alejandro Páez, el intendente andalgalense y presidente de la UCR, en el sentido que lo más sensato para el sector será “provincializar la elección” y alcanzar un acuerdo lo más amplio posible.
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El médico Rubén Manzi está en campaña y, seguramente, va a llegar al momento decisivo como precandidato a gobernador. Ya no lo baja nadie. Cuando peor le vaya sostendrá alguna interna o una primaria con otros postulantes que pueda ofrecer Cambiemos. Por ese motivo es requerido o requiere de los medios de comunicación como arma para trasmitir sus pensamientos, proyectos y, obviamente, críticas a la gestión peronista. En esos afanes, yerra y acierta en temas diversos. Por caso, esta semana se refirió a la Constitución, a las PASO y a la investigación de los años 2003 y 2004 por el supuesto pago de coimas. Sobre la reforma de la Constitución indicó que la elección se podría hacer en marzo si la gobernadora programa las provinciales para octubre. No aclaró que primero hay que aprobar legislativamente un proyecto que demanda votación calificada. Bien al estimar que anular las PASO sería un retroceso democrático y volver a elegir candidatos a dedo. Sobre las coimas aseveró que debe resolver la Justicia por la culpabilidad o inocencia del ministro Dusso quien, para su criterio, debería renunciar hasta que se defina su situación. Cuando le preguntaron por las responsabilidades eventuales de funcionarios del Frente Cívico en la misma época, negó conocer los detalles y al plantearle la periodista que si pide la renuncia del ministro debería tener el mismo criterio para Brizuela del Moral, que era el gobernador en aquellos años y hoy reviste como diputado nacional. En ese punto, Manzi cometió una gravísima gaffe, al indicar que el actual funcionario está procesado y Brizuela no. Dusso, le aclaramos, apenas está imputado y en el mismo nivel de sospecha que el exgobernador en la causa de la tragedia rodeína. Por tanto, desde nuestra modesta opinión, no corresponde ninguna salida hasta que la Justicia avance a un hipotético procesamiento. Menos que menos en el caso de Brizuela del Moral, cuya responsabilidad se extiende, como máximo, a un cargo político.
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La aprobación reciente de los pliegos de tres nuevos magistrados por parte de la Cámara de Senadores de la provincia, generó una inesperada controversia. El doctor Jorge Avellaneda, hasta hace 17 meses juez civil de Primera Nominación, se sintió molesto por alusiones a su persona y a su performance como juez que se realizaron en la sesión legislativa. En esa dirección pidió rectificaciones al senador Chico y a los miembros de la comisión de Asuntos Constitucionales que preside y, de alguna manera, las recibió. Todos apuntaron a señalar que lo actuado en esa comisión fue aportado por el candidato que reemplazó a Avellaneda y que, ahora, es el juez titular. En relación a la trayectoria del exjuez, merece destacarse que su legajo está plagado de hechos positivos. Tiene certificaciones del Consejo de la Magistratura que ponderaron su labor, jamás tuvo sanciones y desplegó una gestión casi inobjetable como presidente de la Asociación de Magistrados. Además, durante las gestiones de la doctora Andrada y Marcos Denett al frente del Colegio de Abogados se realizaron elecciones, entre los colegiados, para calificar a los jueces. En esas compulsas, Avellaneda fue nominado como el mejor.
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RECUERDOS.
Como lo hacemos habitualmente, el último bloque está destinado a memorar hechos del pasado cercano.
Con la presencia de las autoridades de la época (el gobernador Arnoldo Castillo, su vice Simón Hernández y el intendente capitalino Eduardo Brizuela del Moral), un 22 de octubre de 1993 asumían los convencionales constituyentes de la Capital quienes, a instancia del exconcejal y exdiputado Juan Carlos Bayón, iban a dictar, por primera vez en la historia, una carta orgánica para el principal municipio de la provincia.
Eran en total 22 (con igual cantidad de suplentes), que se repartían de la siguiente manera: 12 del Frente Cívico, 9 del Partido Justicialista y 1 del Frente de Unidad Catamarca (FUC).
Los nombres de los representantes oficialistas: Horacio Pernasetti, Guillermo Nazareno, Raúl Cipitelli, Edmundo Agüero, Joaquín Alejandro Narváez, Lino Campos, Aida Maldonado de Piccione, Mario Dardo Aguirre, Alberto Espeche, Héctor Julio Ruaro, Abel Filippín y Arturo Navarro.
Los peronistas eran éstos: Eduardo Pastoriza, Isaac Danon, Eduardo Oscar Gallo, Hilda Angélica García, Adolfo Walther, Jorge Moreno, Daniel Benedicto Ramón Lozada, Azucena Leiva Daza y Juan Gabriel Quinteros.
El único convencional del FUC fue Walter Oviedo. Cuatro días más tarde, durante la primera sesión de trabajo, por unanimidad, fue elegido presidente de la convención el doctor Horacio Pernasetti.