Sueños con altura
Por estos días, se realiza una nueva edición de la Feria de la Puna, que desde hace 27 años sirve para que Antofagasta de la Sierra muestre orgullosamente distintos aspectos de su cultura, de su producción, de su talento, arte y cultura.
Es posible que -sin necesidad de ir más lejos- aquí mismo, en el Valle Central, no todos conozcan la magnitud de ese encuentro, ni el enorme esfuerzo que implica para sus participantes.
En las muestras de camélidos, grandes y pequeños productores se trasladan desde distintos puntos de la región para compartir un momento que no volverá a repetirse hasta la feria del año siguiente.
El departamento más grande de toda Catamarca y también el menos poblado lucha así para rebelarse contra las extensas distancias que lo separan de todo; como si fuera una dificultad puesta por la naturaleza para compensar su inigualable belleza.
Es un hecho objetivo que Antofagasta y toda la Puna catamarqueña cuentan con un potencial gigantesco, que nace de su riqueza minera y su atractivo turístico.
Desarrollarlo y traducirlo en mejores condiciones de vida para su comunidad es el gran desafío y requerirá también un arduo trabajo que llevará tiempo.
La apertura de esta edición de la Feria de la Puna coincidió con el estreno de la nueva pista de aterrizaje de Antofagasta, una obra que modifica sustancialmente las posibilidades comerciales y turísticas de la villa y la región.
Es un buen primer paso para comenzar a acelerar ese proceso de crecimiento, necesario para saldar las cuentas pendientes que Catamarca tiene con sus hijos antofagasteños.