Prepararse

lunes, 19 de febrero de 2018 00:00
lunes, 19 de febrero de 2018 00:00

Fue, según aseguran las estadísticas meteorológicas, la lluvia más fuerte de las dos últimas décadas: 90 milímetros de agua caída -casi la mitad del promedio anual- en poco más de una hora.

Los clásicos problemas por este tipo de fenómeno se potenciaron por el efecto sumado del granizo y el viento.

El resultado: calles y decenas de viviendas anegadas, caída de árboles, servicios resentidos y hasta una postal inusitada: el cementerio municipal inundado y muchas tumbas bajo el agua.

Aunque ciertamente extraordinaria, la tormenta que despertó a los catamarqueños a primera hora del sábado fue un eslabón más de una cadena de eventos climáticos que ponen de manifiesto un cambio hacia un régimen más lluvioso que el típico para regiones semiáridas como la nuestra.

Basta ver los milímetros crecientes de precipitaciones para tener mayor dimensión de lo que está sucediendo.

Y habla de la necesidad de incorporar recursos y estrategias para enfrentar los inconvenientes derivados de este cambio.

Esta situación ya fue evaluada por las autoridades municipales que lanzaron un plan para relocalizar a familias que viven en Bajo Hondo, un enclave de organización semirural en pleno ámbito capitalino, a pocos kilómetros del centro de la ciudad.

En ese lugar, desde hace décadas, viven decenas de personas en terrenos ganados al viejo margen del Río del Valle, a partir de que el caudal comenzó estar regulado por el dique de Pirquitas.

Sin embargo, y como hicieron notar los técnicos de la ciudad, las mayores lluvias y el declive en la capacidad del embalse de Fray Mamerto Esquiú obligan a abrir las exclusas de manera más frecuente y, por lo tanto, aumentan las posibilidades de crecientes y de que el agua reclame su curso histórico.

Por ese motivo y mucho antes de que se pueda producir una tragedia, las familias de Bajo Hondo serán mudadas a una zona más segura.

Sin dudas, la medida habla de una planificación no muy frecuente hasta acá, pero de muy saludable incorporación en materia de políticas públicas de urbanismo.

Con la misma lógica, y atendiendo al nuevo escenario climático, otras instancias de gobierno y de la sociedad civil deben prepararse para posibles contingencias y cubrir, con recursos técnicos y humanos de mayor complejidad, eventos que pueden desencadenar calamidades si no son correctamente atendidos.
 

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