Lección

jueves, 22 de febrero de 2018 00:00
jueves, 22 de febrero de 2018 00:00

La semana pasada, la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas de Florida, Estados Unidos, se convirtió en noticia mundial por un suceso escalofriante.

Un ex alumno, con un fusil semiautomático en sus manos, causó una masacre en el establecimiento educativo, disparando irracionalmente contra alumnos y profesores.

El ataque dejó al menos 17 muertos, que pudieron ser muchos más.

Nikolas Cruz, el confeso autor del desastre, había intentado entrar a un aula donde había otros 20 chicos.

No pudo ingresar porque el profesor y uno de los adolescentes se interpusieron, exponiéndose a los balazos para mantener la puerta cerrada y defender a los demás estudiantes.

El profesor murió acribillado ahí mismo. El alumno, llamado Anthony Borges, recibió cinco impactos de bala. Tiene graves lesiones, ya que resultaron afectados un pulmón y su hígado, entre otros órganos.

Pero sobrevivió. Lo espera un largo camino de cirugías y tratamientos, aunque los médicos aseguran que ya está fuera de peligro.

La valiente acción de este héroe de sólo 15 años, conmovedora en todos sus aspectos, adquiere un matiz todavía más impactante cuando se conoce la historia del chico.

Anthony es hijo de inmigrantes venezolanos. Venezuela es una de las naciones calificadas como “países de mierda” por el presidente Donald Trump, quien lleva adelante una implacable persecución a los inmigrantes latinos.

La familia de Anthony apeló a la solidaridad de los norteamericanos para enfrentar los gastos del tratamiento, que demandarán al menos 500 mil dólares. En pocas horas, la cuenta abierta tenía casi 400 mil.

Una dolorosa y profunda lección queda en medio de tanto dolor y muerte. Un pequeñísimo pero significativo tropiezo para un presidente torpe y quienes acompañan su mensaje cargado de prejuicios y discriminación.
 

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