En la sede de la Sociedad Rural de Tucumán se realizó esta semana una audiencia pública para discutir los próximos aumentos en las tarifas del gas natural. En la convocatoria, el rol de Catamarca fue totalmente secundario, ya que la discusión tuvo su epicentro en tierras tucumanas, y apenas se sumaron dos de los denominados “Centros de Participación Virtual”, uno en Córdoba y otro en Mendoza; de modo que los catamarqueños no tenían demasiada voz ni voto, a pesar de que como usuarios tendrán las mismas obligaciones que quienes participan en el debate.

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Quien pudo asistir a la audiencia fue la diputada provincial Adriana Díaz, quien tuvo la oportunidad de hablar y exponer al menos aspectos de la realidad de esta provincia, además de plantear a modo de queja la desigualdad de tratamiento con los catamarqueños, que no fueron incluidos en el diálogo con las mismas condiciones de otras provincias. La legisladora dejó varios conceptos interesantes, al recordar por ejemplo el alcance de la red de gas natural en el país, ya que en grandes distritos urbanos -como Capital Federal o Córdoba- en promedio el 50 por ciento de los vecinos accede al servicio, mientras que en Catamarca no pasa del 5 por ciento de la población. Esto significa que cualquier aumento castigará mucho más fuerte a los catamarqueños, por la sencilla razón de que la gran mayoría utiliza gas envasado, que cuesta el triple que el gas natural, y automáticamente seguirá el incremento que se acuerde.

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Díaz también cuestionó las posibilidades porcentuales que se manejan a la hora de definir el próximo aumento tarifario, ya que la discusión está en torno al 30 y el 45 por ciento, cuando ninguno de los índices inflacionarios oficiales se acerca a reconocer esta cifra como parámetro de las subas en el índice de precios al consumidor. Con lógico criterio, observó que se llegaría a un aumento del 110 por ciento de un año a otro, y preguntó la razón para avalar “la exagerada ganancia de las empresas por sobre las posibilidades económicas de  los argentinos”. Una postura razonable que, por cierto, puso algunas verdades sobre la mesa pero a la vez dejó varios interrogantes sin responder.