Un relevamiento realizado por la secretaría de Turismo indica que durante enero se alcanzó poco más del 60 por ciento de ocupación hotelera en toda la provincia, con picos en lugares del interior que han consolidado su propuesta como Fiambalá (90%) o Belén (80%). Para la Capital, el nivel alcanzado -48%- es realmente auspicioso, si se tiene en cuenta que hasta no hace tanto era un destino “marginal” -a pesar de ser el principal centro urbano de Catamarca- especialmente durante las vacaciones de verano. “En enero no pasábamos más del 20 por ciento de ocupación, por lo tanto estamos bastante entusiasmados”, señalaron desde el organismo.
Ya durante 2017 se pudo comprobar la mayor presencia de turistas en San Fernando del Valle fuera de las fechas de tradicional convocatoria como las dos festividades marianas o la Fiesta del Poncho. En este mismo espacio se destacó que mucho influyó la inteligente “especialización” local en el turismo de eventos o de reuniones. De esta manera, se sucedieron encuentros deportivos, científicos y culturales que atrajeron a miles de personas. Pero además parte de la afluencia de provincias muy visitadas, como Salta o Tucumán, “se corrió” para incluir en los circuitos del NOA al paisaje local.
Seguramente en este nuevo panorama también tuvo que ver la mayor visibilidad de Catamarca por la difusión permanente, ya sea en festivales por todo el país o en promociones específicas en los centros metropolitanos, pero es claro que -por suerte-hay más interesados en conocer los atractivos del pago chico.
Y es aquí donde cobra nueva importancia la infraestructura que, necesariamente, debe reforzarse, además de fortalecer una mayor oferta de actividades para los visitantes.
Es inconcebible que lugares emblemáticos para conocer el patrimonio local como la Casa de la Cultura, hayan permanecidos cerrados por la feria administrativa de enero. O que no se incentive con algún tipo de régimen de subsidios la apertura de nuevos locales gastronómicos y de esparcimiento, cuestión básica si de turismo se trata. Ni hablar de la imprescindible puesta a punto de museos y espacios patrimoniales.
Si de a poco la ciudad se está haciendo más elegida para los turistas, es insoslayable un mayor compromiso tanto de los actores privados como públicos para instalarla como destino.