Se lo haya propuesto o no, el inefable intendente de Santa Rosa sigue siendo figura central del verano político 2017-2018. A la retahíla de ofensas que tributó en enero a los miembros del gobierno, a los que llegó a calificar como ratas que deben explicar varios hechos de corrupción, ahora fue denunciado por Mario Páez, solitario representante de la oposición en la jurisdicción que, desde hace años, gobierna Elpidio Guaraz. Según el concejal, siente temor por los mensajes que el Intendente habría enviado a sus funcionarios por un grupo de WhatsApp, entre los cuales se muestran fotos recientes de su casa y su vehículo particular. Al mismo tiempo, recuerda que hace un par de años atentaron contra su domicilio, por lo cual orienta sus sospechas sobre el iracundo personaje. También indica Páez que piensa poner en conocimiento de la  situación a las autoridades judiciales. Desde esta columna, a modo de sugerencia, le recomendamos que lo haga rápidamente.
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Independiente de un viejo pleito con Páez –recordemos que ya era concejal cuando, de facto, Guaraz “cerró” el Concejo Deliberante por el solo motivo de pretender tratar una eventual suspensión de sus funciones-, el jefe comunal confirma sus dichos, en el sentido de considerarse “dueño del pueblo”. Mientras tanto, sigue sin presentarse ante la Justicia y rendir cuenta de dineros públicos que manejó en 2014 y que, según su curiosa explicación, no tienen respaldo administrativo porque una creciente del río se llevó los papeles. ¡Inaudito!
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Al parecer, a diferencia del resto de los intendentes, a Guaraz le importa un bledo el tema de las rendiciones. Además los $10.000.000 que le reclama el Tribunal de Cuentas, se conoció en los últimos días que Santa Rosa fue uno de los cuatro departamentos que no cobró los dineros del Fondo Sojero (un suplemento de valor que instaló el kirchnerismo después del conflicto del año 2008 con las patronales agrarias) porque no dio cuenta del empleo de la partida anterior. En síntesis, bravuconadas al margen, Guaraz está claramente incurso en posibles delitos de peculado. ¿No habrá nadie, un legislador por ejemplo, que lo denuncie?