El Secretario

lunes, 19 de marzo de 2018 00:00
lunes, 19 de marzo de 2018 00:00

Como periódicamente ocurre, en los últimos días volvió a renovarse el debate por el Estadio Bicentenario, la obra soñada por Eduardo Brizuela del Moral, que se transformó en una pesadilla. La mole de cemento que permanece prácticamente inutilizada es un recordatorio permanente de cómo se pueden desperdiciar recursos públicos. En una ciudad que requería inversiones urgentes en cuestiones vitales como obras de energía, agua, cloacas y que también mostraba necesidades en escuelas, hospitales y seguridad, se decidió dedicar una suma indeterminada de dinero para construir un estadio de fútbol. Sólo por esa alteración tan visible de las prioridades, el Estadio estaba llamado a constituir un dolor de cabeza para sus impulsores, pero como además se construyó mal y se está cayendo (literalmente), es todo un emblema de la administración de fondos públicos en la provincia.
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Tan nefasta es la experiencia del Estadio, que ya nadie lo reivindica. La discusión política pasa por endilgarle la penosa realidad al otro. De esa forma, la actual oposición busca por todos los medios explicar que el Estadio se desmorona por falta de “mantenimiento”, aunque todas las pericias realizadas (por expertos de otras provincias) señalaron que existen fallas estructurales de construcción. Y el Gobierno espera que se resuelvan precisamente temas judiciales que esclarezcan responsabilidades para encarar alguna medida concreta. Entre tanto, pasan los años y el Estadio sigue allí, sin uso, deteriorándose cada vez más.
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Una nota en el diario deportivo Olé, en la que se califica el Bicentenario como un “elefante blanco” y algunas declaraciones del intendente Raúl Jalil comentando que podría ver la manera de intervenir reflotaron un tema controvertido para la clase política, pero a todas luces más cómodo para el oficialismo que para la oposición. Porque más allá de la lectura que se haga, la obra lleva el sello de Brizuela del Moral y así como reclamó los laureles en aquella inauguración del brazo de Julio Cobos, deberá asumir las críticas cada vez que se renueven las observaciones sobre el desacierto mayúsculo que significó destinar una fortuna para un estadio que no se usa y que ni siquiera pudo mantenerse en pie. n

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Indiferencia

Comentarios

19/3/2018 | 09:49
#149006
DEBERÍA ESTAR EN LA CÁRCEL, AL IGUAL QUE SUS FUNCIONARIOS...

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