Amar
Es diferente la noticia, la llegada, el despertar de cada mañana y la conciliación del sueño por las noches.Ni mejor ni peor. Es diferente, es otra experiencia. Distinta, única. Es diferente la noticia, la llegada, el despertar de cada mañana y la conciliación del sueño por las noches. El aprendizaje y el crecimiento. La compañía, las emociones, los enojos y las felicidades.
Las personas con síndrome de Down cambian a toda la familia, cambian la vida. La nutren de algo que sólo ellos y nadie más tienen. Son personas que no traicionan, que aman sin límites, que exteriorizan, que lloran cuando las lágrimas los visitan y ríen a carcajadas cuando algo les hace gracia.
Tienen una infinita capacidad de dar amor y seguramente por eso generan el mismo sentimiento.
Lleva tiempo descubrirlos para quienes no los conocen. Por eso colectivamente la sociedad tardó tanto en comprender todo aquello de lo que eran capaces. Porque sorprenden a cada paso, progresan, luchan, se desarrollan. Sueñan y cumplen sus sueños.
El síndrome de Down generó temor en otras épocas. Generó también, ante la ignorancia, rechazo. Genera todavía preguntas.
Es un extenso camino el recorrido y el que queda por recorrer también.
En las últimas décadas hubo cambios fantásticos y avances notables hacia la meta de la integración plena e incondicional. Quedan materias pendientes, pero las principales vallas fueron derribadas.
Para alcanzar el éxito total, la clave no llegará de mano de estudios científicos ni explicaciones médicas. No es necesario saber mucho más de lo que ya sabemos.
El secreto es tener el corazón abierto, y cuerpo y alma dispuestos a dejarse abrazar por ellos, para sentir lo que sienten. Una palabra, una mirada, un gesto. No hace falta más.
Amar no es tan complicado. El resto llegará solo.