Integración
En medio de una agenda informativa en el que la crisis económica, la subida del dólar y la vuelta al FMI fueron los temas dominantes, pasaron un tanto desapercibidas dos importantes noticias vinculadas a una mejora histórica de la red vial local.
La primera es la culminación del tramo de la mítica Ruta 40 que permitirá la conexión más fluida y segura entre localidades del Oeste catamarqueño y la zona de los Valles Calchaquíes, trabajos que iniciaron hace varios años y que avanzaron no sin contratiempos.
La segunda fue la ratificación de la continuidad de las tareas de asfaltado de la ruta entre Andalgalá y Belén, que tiene un avance que estaría en el orden del 70 por ciento, previéndose su inauguración para el verano de 2019.
Esta obra es posiblemente la de mayor envergadura que se ejecuta actualmente en el territorio local -en toda su extensión tendrá nueve puentes, por ejemplo-, y supone una fuerte inversión que, en un contexto de ajuste y merma generalizada de recursos, se pudo asegurar.
A esto se suma el anuncio realizado por los intendentes de SFVC, Capayán y Huillapima, en Catamarca, y su par de La Rioja, de encarar gestiones conjuntas para mejorar el trazado de la 38 entre ambas capitales.
La decisión conlleva relevancia estratégica. La ruta 38 no sólo vincula a las dos ciudades, sino también es vía de acceso a departamentos con gran actividad turística y económica de Catamarca.
Además, permite la vinculación de toda la región NOA y Centro con el paso internacional hacia Chile, al que también se está buscando poner en valor con el asfaltado en el tramo que transcurre por el vecino país.
Los 150 kilómetros entre San Fernando del Valle y la capital riojana presentan diversas problemáticas vinculadas a la seguridad, fundamentalmente en las zonas pobladas, y a la carencia de servicios para el tráfico creciente.
En este marco, es clave el acuerdo entre los jefes comunales para realizar contactos a nivel institucional y político para avanzar con mejoras imprescindibles.
La optimización de las rutas, como política de Estado, contribuye decisivamente a la integración y con ella, se fortalece un pilar central del desarrollo.