Apuntes del Secretario

jueves, 24 de mayo de 2018 00:00
jueves, 24 de mayo de 2018 00:00

La votación de los legisladores catamarqueños en el congreso de la Nación, en los últimos tiempos, se ha convertido en noticia política excluyente. De esta manera, todos o casi todos los medios de comunicación de la provincia, en más o en menos, explicaron los pareceres de Gustavo Saadi, Silvana Ginocchio, Verónica Mercado, Orieta Vera, Eduardo Brizuela del Moral, Oscar Castillo, Dalmacio Mera e Inés Blas de Zamora respecto al recorte de las jubilaciones o del tarifazo a los servicios públicos, el que aún se debate en la cámara de Senadores. Allí precisamente, el pasado martes, hubo pronunciamientos que hablan por sí solos y reflejan las profundas diferencias que existen entre los representantes de la provincia. Se trataba, en comisión, la media sanción que venía de Diputados para retrotraer las tarifas a noviembre de 2017 y a partir de esa fecha, aumentarlas en función de la inflación. Oscar Castillo, Dalmacio Mera e Inés Blas de Zamora votaron hacia tres direcciones diferentes. Es decir que las promesas de campaña, en el sentido de actuar a favor de Catamarca, se desvirtúan en los hechos. ¡Y de qué forma!

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El hombre fuerte del radicalismo lugareño acompañó a Cambiemos en un proyecto que llegó a último momento y que mantendría las tarifas como quiere el ministro Juan José Aranguren, pero con una pequeña rebaja del IVA. La senadora peronista Inés Blas de Zamora, fuerte aliada de la Gobernadora, ratificó la postura que venía de la cámara de Diputados y estampó su firma para anular el tarifazo y que los precios de los servicios vuelvan a ser los que existían siete meses atrás. Hasta allí, digamos que no había sorpresa. Castillo prefiere la disciplina partidaria antes que los intereses de sus comprovincianos y Blas de Zamora también se acopla a la misma disciplina, pero lo hace en sentido contrario. La firma que sorprendió fue la de Dalmacio Mera. Terminó de confirmar que su orden de prioridades pasa por respaldar al primo gobernador de Salta antes que a los ciudadanos locales que lo votaron en octubre de 2015.

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Mera, sin siquiera pedir disculpas a los catamarqueños, a quienes perjudica con el aumento de las tarifas, firmó el despacho opositor en disidencia, al igual que el también primo suyo Rodolfo Urtubey, el jujeño Guillermo Snopek y el correntino Carlos “Camau” Espíndola. Todos ellos, claramente, respaldan al mandatario salteño que, durante la jornada del lunes, le llevó a Macri una propuesta de rebajar el IVA de las tarifas y que los gobiernos de la ciudad de Buenos Aires y de la provincia de Buenos se hagan cargo de empresas como Edenor, Edesur y Aysa, que prestan servicios en esos territorios, pero los pagan todos los argentinos. Esto último, vale aclararlo, sería un caso de absoluta justicia en el supuesto de aprobarse. Pero volvamos a Mera. Se esperaba de él que ratificara lo actuado por Diputados, que se orienta nítidamente a ponerle freno al tarifazo. Y por último, con su disidencia, se diferencia del kirchnerismo, el sector del peronismo que le dio todo y lo afianzó en la política. Recordemos que, en 2009, contra la voluntad de Luis Barrionuevo que lo había colocado al frente del Partido Justicialista, hizo un arreglo directo con Néstor Kirchner para ser diputado nacional. Dos años después, Cristina Kirchner avaló que fuera vicegobernador y en 2015, Lucía Corpacci aprobó su nominación a senador nacional. Todo eso, al parecer, fue al olvido. Hoy sigue a Urtubey y de hecho, quienes dicen que es el cuarto senador de Salta, donde nació y se crió, parecen no estar equivocados. Catamarca, hasta ahora, le ha servido de trampolín para vivir de la política y a eso lo arregló con fotitos y actos referidos a la provincia.

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El gobernador tucumano Juan Manzur y la mandataria local Lucía Corpacci, de alguna forma, coinciden en su visión de los tiempos presentes, muy difíciles para la Nación y las diferentes provincias. El vecino acaba de aclarar que los gobernadores no cogobiernan, a pesar de que están dispuestos a colaborar con la gestión del presidente Macri en lo que sea posible. No lo imposible. Más allá de la definición general, el hombre ha afirmado algo lógico, en el sentido de indicar que no cederá “ni un centavo de los tucumanos”. Aunque no está confirmado, Corpacci le habría dicho cosas parecidas al Jefe del Estado. Para ella, la Nación no tendría nada que ajustar en Catamarca porque, en realidad, ya lo ha hecho a través de varios recortes.

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Todavía se mantienen algunos ecos de la interna radical que no fue. La Junta Electoral, total y absolutamente identificada con el castillismo, ha proclamado a los candidatos oficialistas y prácticamente, le ha puesto punto final a su tarea. Han quedado al margen de las decisiones, de esta manera, dirigentes con peso y trayectoria como Ricardo Guzmán, Augusto César Acuña, Eduardo Brizuela del Moral o Miguel Vázquez Sastre, todos los cuales pasarán a formar un núcleo radical duro, pero dentro de la alianza Cambiemos. Los teóricos ganadores que consagró la Junta Electoral y que avaló con sus propias razones la Justicia Federal, podrían terminar en el viejo esquema del Frente Cívico, si es que no se producen nuevas divisiones entre ellos mismos. Respecto a esto, baste con señalar que el futuro presidente del comité provincial –Alejandro Páez- no es precisamente “un alcahuete de turno” y de la misma forma, Roberto Gómez es un hombre que ha demostrado que tiene presencia, votos y ambiciones concretas, a las que puede hacer valer desde la presidencia del poderoso comité Capital que conducirá en poco tiempo más.

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No estuvo metido en el simulacro de interna que preparó el castillismo, pero nadie duda de que ha vuelto a ser figura de primera línea. Nos referimos al intendente de Belén, Daniel “Telchi” Ríos, quien desde el año pasado se ha proclamado como un posible candidato a gobernador. Afianzando su convencimiento de dar batalla en los comicios de 2019, el hombre ha reflotado una variante a tener en cuenta y que había sido rechazada en el mitin “rojiblanco” del 24 de febrero en Andalgalá (nada serio, si es que tenemos en cuenta que allí también se proclamó una falsa unidad). Se trata de la incorporación a Cambiemos de Raúl Jalil, un dirigente bien mirado por altos referentes nacionales y que respalda su futuro político en la muy buena gestión que lleva adelante en la Capital desde hace más de seis años. La propuesta de Ríos, en caso de aceptarse, sería conformar la fórmula con Jalil en calidad de vicegobernador, algo de lo que se habla en los mentideros políticos de Belén. Su frase “si se unen el gobierno provincial y el intendente de la Capital, no soñemos con nada, esa es la triste realidad” no debería ser desdeñada como algo no razonable.

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El doctor Cáceres, en sus afanes de defenderse de los cuestionamientos que lo han convertido en un “juez de dudosa legitimidad”, sigue cometiendo errores. Días pasados trató de explicar por qué, siendo jubilado y mayor de 75 años, no infringía la ley, para lo cual citó algunos artículos de la Constitución que, con fórceps, podrían favorecerlo. Sin embargo, el diputado al que ofendió con caracterizaciones peyorativas –Augusto Barros- le salió a responder y con una claridad que no había sido expuesta en las reuniones de la comisión de Asuntos Constitucionales, le volteó sus débiles argumentos y puso en evidencia que la verdad, la Constitución y la jurisprudencia pasan por otro lado. Pero en lo que tiene razón Cáceres es que si no hay juicio político, no hay nada que hablar, aun con defensas casi escuálidas como la sacó a relucir la Asociación de Magistrados que, con un lenguaje estrictamente técnico, ratificó que existe división de poderes. ¡Vaya descubrimiento!

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RECUERDOS.

Como lo hacemos todos los martes, jueves y domingos, cerramos los “Apuntes del Secretario” con la memoración de acontecimientos del pasado cercano.

El 19 de mayo de 1993, hace ya un cuarto de siglo, juraban como senadores nacionales de Catamarca el extinto abogado Pedro Guillermo Villarroel y el contador público nacional Mario Nallib Fadel. La comisión de Asuntos Constitucionales, unos días antes, había rechazado las impugnaciones que pesaban sobre ambas designaciones.

Así terminaba un proceso casi vergonzoso como fue el reemplazo del exsenador Julio Amoedo, quien había asumido en diciembre de 1983 y completado su mandato el 10 de diciembre de 1992. El primero de los nombrados, en nombre del Frente Cívico de Catamarca, iba a tener mandato efectivo hasta diciembre de 2001.

El segundo, en representación de un pedazo del peronismo (el Partido, a nivel provincial, estaba intervenido y el sector saadista no lo avaló en ningún momento), iba a tener un mandato de casi tres años, hasta el 10 de diciembre de 1995, en reemplazo de la abogada Alicia Saadi, quien había renunciado a la banca en otro ruidoso escándalo.

Se trató todo este proceso de un hecho histórico. Primero porque iba a ser una de las últimas elecciones de los senadores a través de la Asamblea Legislativa.

Y segundo, porque la decisión alcanzada el 6 de mayo tuvo como antecedente cinco asambleas previas frustradas y una “asamblea trucha” (fuera del recinto legislativo) en la que se intentó elegir a Alicia Saadi y Atanasio Carrizo, el escándalo político más importante desde la restauración de la democracia. Recordemos que debió intervenir la Justicia, las fuerzas federales y un senador provincial terminó en la cárcel.

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