33 de mano

miércoles, 9 de mayo de 2018 00:00
miércoles, 9 de mayo de 2018 00:00

Escribe Kelo Molas

A modo de introducción, digamos que en la primera entrega de esta columna -12 de febrero pasado- centralizamos nuestro comentario en lo que llamamos la maldita grieta instalada en la Argentina, que muchos fanáticos se empeñan en sostener, tal vez esperanzados en sacar provecho del refrán popular que dice: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Y, se sabe, no son pocos los que están con la caña de pescar para quedarse con algún pescadito sin siquiera mojarse el traste. Y por estos lares abundan. Especialmente de esos que se empeñan en poner el guiño hacia la izquierda, pero les queda más cómodo doblar para la derecha a la hora de hacer valer sus intereses personales; los que son ligeros para catalogar de “facho” al que piensa distinto: ¡hay tantos! Decíamos hace tres meses: “La grieta es un menú en estado de descomposición capaz de hacer daño al cuerpo humano, porque profundiza la división y saca a relucir en su máximo potencial la intolerancia y la intransigencia. Desde el fanatismo se pretenden dirimir preferencias políticas y caen irremediablemente en la agresión personal”. En síntesis: estamos en contra de los fanatismos y las grietas, vengan de donde vengan y vayan adónde vayan. Días pasados, leímos un artículo aparecido en el diario Clarín y firmado por el periodista Ricardo Roa, bajo el título de “Joan Manuel Serrat y de qué va hoy el fascismo”. Porque encontramos en su contenido un parecido con nuestro escrito de verano, es que decidimos compartirlo hoy. Señala el columnista en el escrito: “Acusan a Joan Manuel Serrat de fascista. Hay muchas cosas locas y ésta es de las que pueden ir de cabeza. Lo acusan algunos talibanes de izquierda por no apoyar como ellos la independencia de Cataluña. Una de las características del fanático –sigue- es estar orgulloso de serlo. Otra es su psicopatía: acusa a los demás del defecto que él mismo padece. Esta historia de Serrat sólo serviría para alimentar los manuales de anécdotas. Pero esconde una manera universal de hacer o deshacer la política. Y nos lleva a pensar un poco más en qué es hoy el fascismo. No ya desde la ideología, sino sencillamente desde el sentido común”.

  //////////

Más adelante, escribe Roa: “Serrat, catalán y de izquierda, le hizo muchísimo bien a Cataluña. Cantó en catalán para el mundo cuando pocos o casi nadie lo hacían. Hasta se fue de Eurovisión porque no lo dejaron cantar en catalán. De esto hace 50 años este mismo mes. Serrat fue un separatista para los fascistas y es un fascista para los separatistas. Pasó de profeta a traidor. Una de las peores derrotas del progresismo es haberse entregado a las prácticas del fascismo. El fascismo corre por derecha y corre por izquierda porque los adueñados de la verdad absoluta tienen dos manos, pero una sola idea que no admite ningún pensamiento que no sea el propio. Es una operación y se multiplica a sí misma. Dice Serrat: “¿Qué es un fascista? Aquél que desprecia al resto de quienes no piensan como él. Yo he defendido siempre con vehemencia el derecho que tiene cualquiera a expresarse, aunque no crea lo que yo”. Serrat ha sido y es enemigo de cualquier dictadura, ha sido y es un militante en defensa de los derechos humanos. También hizo valer su conciencia cuando descubrió la Argentina a fines de los ´60. Nos alegró la vida en esos tiempos amargos y difíciles y cuestionó a los militares en el poder, que le impidieron volver a la Argentina como hizo Pinochet en Chile. Despojado de su significado inicial, hay que pensar en ese trastrocamiento que opera el fascismo. Da vuelta las cosas. Enreda, ensucia y miente. No le demos más vueltas: sabemos bien de qué se trata. Si hasta Joan Manuel Serrat cayó en la volteada”. De nuestra parte, sólo nos resta decir que una de las canciones emblemáticas de Serrat se llama “Algo personal”, que en uno de sus tramos expresa: “Hombres de paja que usan la colonia y el honor para ocultar oscuras intenciones; tienen doble vida, son sicarios del mal. Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz, juegan con cosas que no tienen repuesto y la culpa es del otro si algo sale mal; entre estos tipos y yo hay algo personal”.
 

 

69%
Satisfacción
0%
Esperanza
12%
Bronca
3%
Tristeza
0%
Incertidumbre
15%
Indiferencia

Comentarios

Otras Noticias