La sesión de la cámara de Diputados de la Nación que concluyó con la media sanción a la legalización del aborto en la Argentina, tuvo matices inéditos. A lo largo de las 23 horas del debate fueron muchos los oradores que calificaron el episodio como “histórico”, y en verdad le cabe el término a lo ocurrido, que no tiene antecedentes en ese recinto. El apoyo final a la controvertida norma, que para algunos representa un avance en materia de salud pública, y para otros una atroz lesión a los derechos elementales de la persona, quedará en la memoria de quienes siguieron las alternativas de la discusión, por motivos que incluso exceden el eje de los múltiples análisis realizados.
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En varias ocasiones el país estuvo pendiente de decisiones del Congreso y también en otras oportunidades el resultado de la votación de una ley importante se mantuvo incierto hasta último instante. Extensas sesiones despertaron la expectativa de la ciudadanía, como la recordada pelea por la Resolución 125, que culminó con el desempate de Julio Cobos en el Senado, expresándose contra la posición del Gobierno del cual era vicepresidente. Más cerca en el tiempo, el recorte a las jubilaciones o el pedido del freno a los tarifazos también mantuvieron atenta a la población. Lo que convierte en distinto a este último debate, fue precisamente que no estuvo ligado a la filiación partidaria.
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Oficialistas y opositores se mezclaron esta vez con posturas irreconciliablemente encontradas, sin que existiera vínculo entre su ideología política y la posición asumida. Prominentes figuras del kirchnerismo y del macrismo aparecieron fugaz pero profundamente unidas, de un lado y del otro, con multitudes en las calles identificadas con pañuelos verdes y celestes como símbolos. Fueron especiales los mensajes, donde por una vez se dejó de lado la previsible argumentación de culpas y méritos concentrados en uno u otro gobierno. A cambio de ello, hubo oradores que utilizaron su participación con testimonios descarnados, personales, íntimos, viscerales; como nunca se había visto antes. Al margen del resultado, asoma como positivo que todos parecen haber actuado según su real convicción. Como negativo, que incluso sin colores partidarios, una feroz dicotomía siguió presente.