Iglesia y aborto
La media sanción a la despenalización del aborto en Argentina, consumada en el Congreso de la Nación, mostró a través de los medios un predominante clima de festejo y celebración.
Poco espacio se dedicó a quienes se movilizaron contra esta iniciativa, que ahora quedó a un paso de convertirse en Ley.
Entre ellos, millones de fieles católicos expresaron su congoja y desazón, y la Iglesia en pleno recibió la noticia como un duro golpe, que tuvo repercusión internacional, tratándose del país natal del Papa Francisco.
Los obispos de Argentina expresaron su “dolor” por la aprobación del proyecto, sin embargo, llamaron a “seguir luchando por la dignidad de toda vida humana”.
“Nos duele como argentinos esta decisión”, expresó en un comunicado la Comisión Ejecutiva y la Comisión Episcopal de Laicos y Familia de la Conferencia Episcopal de Argentina (CEA).
Se intentó de todos modos dar un mensaje de aliento, al indicarse que “el dolor por el olvido y la exclusión de los inocentes debe transformarse en fuerza y esperanza, para seguir luchando por la dignidad de toda vida humana”.
Ciertamente también dejaron una crítica a la iniciativa, al subrayar que la situación de las mujeres frente a un embarazo no esperado, la exposición a la pobreza, a la marginalidad social y la violencia de género, siguen sin tener respuesta.
Se trata de una situación que plantea un nuevo escenario y una difícil realidad para quienes integran la institución eclesiástica y sienten que fueron dejados de lado con sus convicciones.