33 de mano

Escribe Kelo Molas.
miércoles, 20 de junio de 2018 00:00
miércoles, 20 de junio de 2018 00:00

“Enemigo al acecho” es una película del año 2001 dirigida por Jean-Jacques Annaud y protagonizada por Joseph Fiennes y Ed Harris. Y, al igual que el año pasado, cuando de la Fiesta Nacional del Poncho se trata, los diputadores enrolados en las filas de Cambiemos-Frente Cívico y Social volvieron a practicar el viejo y conocido juego de “pedido de informe” cuando algo hay que hacer en el ámbito legislativo. El año pasado, recordemos, con el diputado Carlos Molina (Pro) a la cabeza, en el mes de agosto el mismo bloque pidió información del Poncho de Oro y recibió respuesta de la Secretaría de Cultura a dicha requisitoria: ¡ni se preocuparon por leer la contestación los “inquietos” diputados! La historia vuelve a repetirse, solo que en el presente año el pedido de informes está orientado a solicitar modificaciones en la conformación de la comisión organizadora de la fiesta, a la vez que se hace eco de la polémica desatada por la implementación del sistema de votación por Facebook para la elección de los artistas que formarán parte de la cartelera 2018. Al respecto: se sabe que existe la Ley Nº 4910 de creación de la Comisión Permanente de la Fiesta Nacional del Poncho, que data del año 1997. Se sabe también, aun cuando algunos prefieran mirar para otro lado y juegan a la del gran camaleón (cambiar de colores según la ocasión, deporte favorito de muchos conocidos en el ambiente folclórico) que esa ley no fue tenida en cuenta nunca. Jamás se la aplicó en poco más de 20 años de vigencia y esto debieran saberlo los diputados en cuestión, al menos que no hayan vivido en Catamarca. Tanto  Carlos Molina como sus pares Paola Bazán y Francisco Monti, saben que pueden haber consultado por qué nunca se aplicó la ley de la comisión permanente a los históricos reelectos del Frente Cívico y Social. Seguramente gente como la señora  Marita Colombo y otros saben perfectamente de qué estamos hablando. Maldita sea: ¿Para qué se hacen las leyes en Catamarca, entonces? Intentar sacar rédito político ahora sería algo así como escupir para arriba, como se dice en la popular. 
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    Alguna solución tiene que haber para que el Poncho deje de ser tironeado de todos lados. Porque como decíamos en nuestra entrega del pasado miércoles, la fiesta en sí, el Poncho mismo, siguen siendo lo más grande. No habrá nada ni nadie que pueda opacar su grandeza que comenzó a agigantarse un 5 de julio de 1967. Por eso nos animamos a decir –e insistir-, sin temor a equivocarnos, que el Poncho está más allá de todos los errores y aciertos que puedan tener las distintas gestiones responsables de su organización y más allá de cualquier gobierno  y/o folclorista o ídolo de turno. Pretender echarle más leña al fuego con un refrán tan facilista como el que utilizó el diputado Carlos Molina no sirve para nada. Eso es politiquería barata. Dijo el legislador en la semana pasada durante una entrevista radial (Radio Centro, por la mañana), haciéndose eco de las quejas del sistema de elección de artistas: “cuando el río suena, es porque agua trae”, a modo de justificar las quejas  públicas por todos conocidas. Con ese criterio, señor diputado, puede usted imaginar si toda la ciudadanía utilizara el mismo refrán (“cuando el río suena…”) cuando escucha que algún disconforme con la tarea legislativa dice en la mesa de café: “todos los legisladores son unos vagos”. No dudamos: se enojaría y pondría el grito en el cielo (lo de los 5 meses de vacaciones lo dejamos para otra oportunidad). Días pasados, en un artículo aparecido en el diario El Ancasti, se preguntaba el amigo Eduardo Aroca: “¿Qué pasaría si no hay más ´escenario mayor´? ¿Qué pasaría si los artistas actuaran en los distintos salones artesanales y a distintas horas durante todo el día, al lado de los artesanos?”. Nos gustó el interrogante, porque hay algo que resulta innegable a esta altura de los acontecimientos: la Fiesta del Poncho ha perdido, con el correr de los años, su carácter de fiesta. Algo tendrá que cambiar para recuperar ese sello distintivo. Seguramente habrá más de un motivo para encontrarle alguna respuesta al por qué de esa razón irrefutable. Tema y deberes para la próxima entrega de nuestra columna, sin lugar a dudas. Nos despedimos hasta la semana que viene. Ojalá los perros del hortelano –sí, esos que no comen ni dejan comer, como bien lo manifiesta la comedia de Lope de Vega- no sigan haciendo de las suyas. La cancha ya está demasiado embarrada para que los resentidos de siempre  hagan de las suyas y ciertos políticos los acompañen tocando el bombo y desafinando.

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Comentarios

20/6/2018 | 10:47
#149006
MOLINA. CALLATE Y SEGUÍ COMIENDO.
20/6/2018 | 10:44
#149005
MOLINA...RECIÉN PISA SUELO CATAMARQUEÑO...QUÉ VUELVA A CÓRDOBA. INÚTIL SIN PROYECTOS.

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