La mayoría de las Banderas argentinas que vemos a diario omiten el sol y no es un detalle menor, ya que los historiadores reconocen en la Enseña Patria una singular mezcla de la lucha revolucionaria por la independencia de España y del culto inca al sol.
Además de las franjas celestes (¿representan el río, el cielo?) y blanca (¿simboliza la plata?), aparece el sol, un sol con rostro humano.
Ese sol, llamado el Sol de Mayo por la revolución de mayo que condujo finalmente a la independencia de la nación de España, es un emblema nacional. Muchas monedas argentinas, que se remontan a 1813, tienen una imagen del mismo sol, al igual que la bandera uruguaya (que sólo difiere en la cantidad de rayos), y las primeras versiones de la bandera peruana. Pocos lo saben, pero fue Juan de Dios Tupac Amaru, descendiente de la nobleza incaica peruana, quien diseñó el Sol de Mayo, que rinde tributo al dios del sol inca: Inti. 
Los incas adoraban al sol y su vida como fuente de poder. Ellos creían que su gobernante era descendiente directo del sol y construyeron templos al sol en todo su imperio. El Himno Nacional de Argentina, original de 1813,  también hace una referencia dramática y lírica a los Incas, asegurando que sus muertos “se agitan y en sus huesos revive el ardor, por los hijos de la patria, antiguo esplendor”.
Pequeños y grandes detalles que pasamos por alto aunque están íntimamente ligados a uno de los mayores símbolos de nuestra Nación y que vale mencionarlos en este día en que homenajeamos a Manuel Belgrano, una de las figuras más nobles y heroicas de la historia argentina.