Valiente boliviana
Mucho antes de que se planteara el concepto de la igualdad de género, mucho antes de que surgiera el feminismo, incluso antes de que se reconocieran derechos elementales de las mujeres, el continente americano ya tenía sus heroínas. Una de ellas nacía un día como hoy, en 1870: Juana Azurduy de Padilla.
Era del Norte de Bolivia y representó a las miles de mujeres anónimas que lucharon por la emancipación del virreinato del Río de la Plata.
Se casó con el general Manuel Ascensio Padilla; ambos lucharon en las guerras independentistas que comenzaron en Chuquisaca y La Paz en 1809.
El 25 de mayo de 1809 se sublevó el pueblo de Chuquisaca, hecho donde fue destituido el virrey. Juana dejó a sus cuatro hijos y acompañó a su esposo para luchar.
El 3 de marzo, junto a su esposo, organizó una tropa de ayuda a las expediciones que envió Buenos Aires al Alto Perú. Cuando su marido le encomendó la defensa de la hacienda de Villar, mientras él dirigía un ejército hacia la región del Chaco, los realistas atacaron Villar para cortar la retirada al general Padilla y Juana lo defendió con 30 fusileros. Con la Revolución de Mayo en Buenos Aires, Azurduy y Padilla se unieron a partir de 1811 al Ejército del Norte para combatir a los realistas del Alto Perú. En 1812, Azurduy organizó el “Batallón Leales” y se puso junto con su marido a las órdenes del general Manuel Belgrano, nuevo jefe del Ejército Auxiliar del Norte, quien le obsequió su sable como reconocimiento a su lucha.
En 1816, Azurduy fue herida durante la batalla de La Laguna. Su esposo murió cuando intentó rescatarla.
En 1825, el libertador Simón Bolívar visitó a Azurduy tras ver la condición miserable en que vivía, la ascendió al grado de coronel y le otorgó una pensión.
Murió indigente el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años.
Fue enterrada en una fosa común.