33 de mano

miércoles, 18 de julio de 2018 00:00
miércoles, 18 de julio de 2018 00:00

Escribe Kelo Molas

Una de chicos y otra de grandes. La de chicos: El pasado lunes, en coincidencia con la primera de las tres jornadas del Ponchito en el marco de una nueva edición de la Fiesta Nacional del Poncho, este diario se refirió en su artículo editorial al tema bajo el título de “Semillero”, señalando con absoluta claridad que desde esa propuesta, seguramente, van a emerger “verdaderas promesas en música, canto y baile; solistas, conjuntos y ballets desplegando sus talentos”. Para muchos que aspiran a triunfar en una carrera –la artística- difícil en la que cada año aparecen más competidores y en la que hay que transitar un espacio muchas veces no lleno de rosas, el festival del Ponchito representa algo como hacer las inferiores para llegar a jugar algún día en primera. Algunos lo logran. Otros quedan a mitad del camino. Bien lo marca la nota editorial en cuestión: “Por eso es fundamental que esta iniciativa se siga potenciando”. Porque será desde ahí, desde los orígenes, que los chicos comenzarán los primeros pasos en procura de consolidar una identidad artística plenamente identificada con la formación cultural basada en las raíces de nuestras tradiciones. Además, tiene el Ponchito la extraordinaria capacidad de unir a las  familias de toda la geografía provincial y de provincias vecinas. Esa saludable integración hace realidad una de las premisas fundamentales que venimos alentando desde hace más de cuatro décadas: el Poncho, la fiesta en su homenaje, debe significar una sólida herramienta como ejemplo de unión y hermandad. Al Ponchito convergen la mamá, el papá, los abuelos y el resto de los familiares para animar con el aplauso a que los niños desplieguen su arte. En tiempos de tanto egoísmo y mezquindad, viene muy bien un soplo de aire puro. El Ponchito hace posible ese disfrute.

   /////////

La de grandes: tuvo lugar el pasado viernes, durante la apertura de las noches de espectáculos en el escenario mayor de la Fiesta Nacional del Poncho. Cerca de la medianoche, con gran solvencia profesional, los locutores Mariel Salazar y Pablo Orellana anunciaban al maestro –genio y figura- Lito Vitale y su espectáculo “Mil distintos tonos de verde”. Con el soporte instrumental de brillantes músicos, el salón del Predio Ferial comenzó a llenarse de provincianía. La palabra Catamarca y sus emblemáticas canciones se adueñaron de todos y cada uno de los presentes. Y así comenzó el show entre tonadas porteñas y catuchas. Como para ir creando el clima de catamarqueñidad, de manera instrumental se interpretó Paisaje de Catamarca. Luego lo hicieron en este orden: La tinogasteña (Hilda Lizarazu), La catamarqueña (Nadia Larcher), Algarrobo, algarrobal (Julia Zenko), Zamba de la añoranza (Silvia Pacheco), Recuerdo de mis valles (Marcela Morelo), La Paceña (Itatí Álvarez), Vaya pa´ que sepa (a dúo Hilda Lizarazu-Nadia Larcher), Catamarca, lindo pago (Julia Zenko-Silvia Pacheco), Paisaje de Catamarca (Marcela Morelo-Itatí Álvarez) y Adiós Catamarca, adiós (cantando juntas las seis mujeres). Un público emocionado y de pie no se hizo esperar con el pedido de una más. Y las seis cantoras entonaron Paisaje de Catamarca, para la ovación unánime. La sala, a esta altura, era un desfile imaginario de duendes catamarcanos con las figuras de Polo Giménez, Manuel Oviedo, Juan Oscar Ponferrada, Atuto Mercau Soria, Margarita Palacios, Gustavo Martínez, Pocho Lábaque y don Manuel Acosta Villafañe, entre otros tantos precursores de que tengamos la raíz folclórica de que la que tanto se enorgullece y nos cuenta el escritor Arnaldo Raúl Molina. Con algunos ponchos sobre los hombros –más de cuatro décadas- nos animamos a decir que el espectáculo “Mil distintos tonos de verde”, en esa curiosa conjunción de mujeres porteñas famosas por otros géneros musicales y tres comprovincianas con esa tonadita bien catamarqueña como Nadia Larcher, Itatí y Silvia Pacheco, y brillando además desde lo vocal, fue uno de los ofrecimientos más distinguidos de los últimos años. Para seguir aplaudiendo y comentarle al que está a la par: ¡la pucha que vale la pena ser y sentirse catamarqueño! Las palabras de Silvia Pacheco al final del recital, nos eximen de mayores comentarios: “Gracias por tanto talento…y vuelvan”.


 

66%
Satisfacción
0%
Esperanza
0%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
33%
Indiferencia

Comentarios

Otras Noticias