Un vecino de la ciudad bonaerense de Lomas de Zamora vio en la llegada del hombre a la Luna una forma de unir a los pueblos a través de lazos de amistad y como aquel histórico suceso ocurrió un 20 de julio, impulsó la creación en esa fecha del Día del Amigo.

Muchos se sumaron a la iniciativa de Enrique Ernesto Febbraro, un profesor de psicología, músico y odontólogo, quien envió la idea de festejar “la amistad” el mismo día del alunizaje en más de 1.000 cartas a diferentes países y logró que le respondieran 700 personas.

A fuerza de sacrificio y más de 1.000 postales enviadas a distintas partes del mundo, Enrique Febbraro logró imponer su idea en todo el planeta

Lo curioso es que el hombre que inventó el Día del Amigo sostuvo que la amistad es una cuestión teórica, una virtud que se hace notar sobre determinadas personas y que se acaba.

Desde Aristóteles hasta Febbraro, muchos analizaron el sentido y el significado de la amistad, pero pocos lograron acercarse a una respuesta satisfactoria.

Aun así, resulta inconfundible la persona en la cual se puede depositar plena confianza, sin hipocresías ni intereses de por medio, que escucha, acompaña, ayuda y comprende.

Hermanos de la vida sin vínculo sanguíneo, los amigos son dignos de ser cuidados y respetados, porque no sobran en el camino de la vida quienes realmente  muestren tan complejas e inexplicables condiciones en sintonía con las nuestras.