Con: Dr. Roberto Silvestre Berrondo

Cara a cara: Medio siglo honrando una vocación: el periodismo

domingo, 6 de noviembre de 2016 00:00
domingo, 6 de noviembre de 2016 00:00
Por Kelo Molas

Médico y periodista. El hombre transita los años de su jubilación –la mínima, en cuanto a remuneración- con la tranquilidad del deber cumplido. Próximo a cumplir las Bodas de Oro con el periodismo, cuentas sus vivencias sin necesidad de caer en estridencias.
 
 
Habla de su amor por Córdoba, donde conoció a la que fuera su esposa, Rosa Agustina Pinotti, "quien lamentablemente ya no está a mi lado”, dice con un sentimiento claro de las ausencias que duelen. Le gusta compartir un asado en familia y a los 81 años puede mostrar el mejor carnet que le pudo dar la vida: ser considerado "un buen tipo”, una de esas personas en plena sintonía con la paz, sitio donde están prohibidos los ruidos molestos.
 
Se ha escrito y se ha hablado mucho sobre él, pero por aquello de que "lo bueno se repita”, como en las noches de serenata, el protagonista de este Cara a cara es el Dr. Roberto Silvestre del Valle Berrondo.
 

  -El próximo 26 de noviembre va a cumplir 50 años con el periodismo, todo un acontecimiento en su vida. ¿Recuerda cómo y cuándo se inició en la profesión?

  -El inicio fue algo fácil de llevar a cabo, será porque nadie puso piedras en el camino para hacer realidad una inquietud que tuve. La idea nació cuando, estando radicado en Córdoba, por razones de estudios volví a Catamarca y hablé  con el (Ramón Rosa) Padre Olmos, en ese tiempo director del diario La Unión y el motivo era decirle al cura que la changada en Córdoba no tenía ninguna información de Catamarca. Al padre le encantó la iniciativa y a la hora ya tenía en mi poder el carnet de corresponsal de La Unión.
 
 
  -¿Usted es catamarqueño?
 
  -Claro. Nací en el viejo hospital San Juan Bautista. Me recibí de bachiller en el Colegio Nacional. Después, como otros tantos comprovincianos, me fui a estudiar a Córdoba y no pasó mucho tiempo en el que nos integramos a la vida cordobesa. Mucho tuvo que ver en este aprendizaje un expresidente del Centro de Residente Catamarqueños en Córdoba. Allá comienzo a estudiar medicina hasta recibirme. Dejé un tiempo los estudios y posteriormente los retomé hasta lograr el título.
 
 
  -Habla con mucha nostalgia de Córdoba.
 
-Sí. Es que allá pasé muchos años de mi vida. Y diría que casi me quedo para siempre en Córdoba, porque conocí a personas como Tito Paz, gente que a uno le hizo la vida placentera en tierra cordobesa. Además, había otros catamarqueños inmersos en una actividad cultural formidable. En este aspecto debemos recordar que, por ejemplo, Los Chalchaleros empezaron a ser conocidos en Córdoba, al igual que la mayoría de los grandes conjuntos folklóricos que luego se hicieron famosos en todo el país.
 
 
  -¿Por qué eligió el periodismo, al margen de estudiar para médico?
 
  -Como le dije anteriormente, porque veía que en Córdoba la muchachada carecía de noticias de Catamarca, pero además mucho tuvo que ver  la suerte de haber conocido a don Oscar Jorge Sosa que, como buen santiagueño, era un enamorado del básquetbol. Recuerdo que una vez me dijo: "Berrondo, no vaya a decir nunca como periodista algo que no va a poder defender como caballero”. Una frase que no le pertenecía, pero que siempre la tenía presente y que a mí me sirvió de mucho en mi dedicación al periodismo.

 
¿Tuvo la oportunidad de hacer periodismo en Córdoba?
 
  -Si bien nunca tomé el periodismo como un empleo o medio de vida, los comienzos en Córdoba fueron cuando ingresé a La Voz del Interior, en donde empecé a escribir sobre el tema aeronáutico, fundamentalmente del costado deportivo de esa actividad. Me nutría de material que lograba del Club de Paracaidistas de Córdoba y también del Aeroclub. Asimismo colaboré durante diez años en LV3, donde si bien nunca fui empleado de la emisora, tenía espacios especiales. Allí iba volcando las vivencias que me dejaba  la vida misma, de manera particular lo que nos entregaban los profesores, que en realidad no tenían desperdicio. Está el caso del profesor de medicina, de apellido Madoeri, que me solía decir: "Te quiero mucho, al igual que los otros profesores, porque sos muy buena persona, pero vamos a proceder de una forma inequívoca. Si vas a rendir y no sabés la materia, te vamos a aplazar; ahí se termina la amistad y el cariño que te tenemos”. Esa rectitud a uno lo fue marcando para desenvolverse luego en la vida.
 
 
-¿Y cuándo volvió a Catamarca?
 
-La verdad, no sé si he vuelto.
 
 
  -¿Por qué?
 
  -Porque sinceramente extraño mucho a Córdoba. Allí viví 24 años y uno guarda los recuerdos de todo lo vivido allá. Y cuando digo todo, es todo. Le cuento que caminar por las calles del Bº Clínica, para mí, era un privilegio; algo que lo sentimos profundamente los que vamos de otras provincias a Córdoba. Era mucho más que una vida de estudiante. Le cuento: hoy, cuando me despierto por las mañanas, lo primero que hago es sintonizar LV3 de aquella ciudad.
 
 
  -Hablando de radios, muchas fueron las emisoras locales que lo tuvieron como permanente colaborador.
 
  Así es. Siempre tratando de aportar mis conocimientos y mis experiencias, como una manera de sentirme útil a la comunidad. Aprendí mucho sobre el folklore y sus tradiciones de alguien que sabía un montón como Jorge Ábalos, autor del libro "Shunco”. Un maestro con todas las letras, que lamentablemente ha fallecido. Un día me enteré que se iba a inaugurar un serpentario en Córdoba y que el director sería Ábalos, quien en definitiva me enseñó todo lo relacionado con las víboras, sobre lo cual escribí muchos artículos allá y aquí en Catamarca.
 
 
  -¿Tanta añoranza por Córdoba incluye el haber conocido allá a la que luego sería su esposa?
 
  -¡Sí! Ella era cordobesa, una gran compañera. A muchos catamarqueños les pasó lo mismo, esto de casarse con cordobesas.
 
 
-También los diarios locales lo tuvieron como un destacado colaborador.
 
  -Escribí para El Ancasti y La Unión, especialmente artículos relacionados con serpientes. En otras ocasiones lo hice hablando sobre Tito de la Colina, contando sus vuelos, sus instrucciones y toda su extraordinaria actividad aeronáutica, hasta que pereció víctima de una tragedia. Las cuestiones ofídicas y los asuntos aeronáuticos ganaron especial preferencia en mis escritos.
 
 
-¿Cuál es su opinión sobre el periodismo actual?
 
-En honor a la verdad, no quiero profundizar respecto de su pregunta porque no quiero caer en cuestiones polémicas. Sí puedo decirle que le he tomado mucho cariño a los diarios El Ancasti y La Unión. También los temas sobre salud y accidentes de tránsito ocuparon numerosos espacios en ambos matutinos, sin dejar de lado la aeronáutica, algo que me apasiona. En este punto quiero recordar que Tito de la Colina hizo mucho por la actividad en Catamarca.
 
 
-¿Por qué no llegó a tener relación de dependencia con algún medio de comunicación?
 
  -Será porque no sabía dónde estaría mañana, algo que no deja de ser interesante porque es una cosa que uno tiene que desentrañar al día siguiente (sonríe).Pero básicamente debo decir que me movía en un ambiente grato, lindo, como es el ámbito universitario, con algunas particularidades propias de estar lejos de la casa, como el aprender a cocinar, a pegar botones, a lavarse la ropa. Todo aquello influía para que la amistad se hiciera más fuerte, porque era necesario ser solidario. Los changos aprendieron a pedirle a doña Josefina, una vecina de donde vivíamos, que nos preste un poco de cebolla o un par de tomates para hacer la ensalada. También, por supuesto, nosotros como estudiantes de medicina, hacíamos gauchadas a gente de la zona, como poner inyecciones, tomar la presión o asistir a los vecinos en los primeros auxilios.
 
 
  -¿Cuál sería el rasgo distintivo de su personalidad?
 
  -Que me siento cómodo vaya adonde vaya. De valorar con la misma intensidad lo poco o mucho que se tenga en la vida.
 
 
-¿Marca alguna diferencia entre el periodismo de antes y el de ahora?
 
  -No caben dudas de que la gente hoy está mucho más informada, diría que mejor informada que antes. En la actualidad tiene más acceso de manera directa a diversos medios de comunicación, lo que indudablemente obliga a la muchachada que trabaja en los medios a superarse día a día. Todo esto lleva a que el individuo se supere y eso está bueno.
 
 
-Usted ha tenido siempre la particularidad, en los lugares donde le tocó desempeñar su actividad, sea periodística o como profesional de la medicina, de aconsejar sobre lo malo de la adicción al cigarrillo, por ejemplo.
 
-Me moví en un ámbito donde la adicción a fumar era muy fuerte. Donde se sacaba prestado uno o dos pesos para comprar puchos y después los disfrutaban entre todos. Lo importante es que los profesionales de la medicina empezaron a trabajar con fuerza para evitar que la gente fume y buscar  de qué manera convencer a un fumador que no debe hacerlo. Cuando uno conversa con un paciente con problemas provocados por el cigarrillo, lo más difícil está en tratar de convencerlo, por aquello que tiene el ser humano de hacer todo lo contrario sobre lo que se le aconseja; es muy difícil ejercer presión sobre uno mismo, porque inmediatamente se está creando una obligación que muchas veces no está dispuesto a hacer caso, porque esa obligación le genera un estado de angustia y de ansiedad, lo que provoca que trate de calmar esos estados de ánimo buscando un pucho.
 
 
-Al margen de todo lo que extraña de Córdoba, ¿qué significa para usted Catamarca?
 
-Fíjese que uno de los recuerdos más lindos que tengo de Catamarca es mi vida de camionero. He manejado camiones durante más de cinco años. En casa había un Ford `46 y yo era joven, de unos 24 años, y me tocaba realizar viajes a Tucumán o Santiago del Estero llevando 200 fardos de pasto, unos 5 mil kilos. Imagínese cómo se movía ese camión. Me emocionaba y todavía me emociona recordar que cuando teníamos que subir la cuesta de El Totoral, teníamos que hacerlo fierro a fondo, no había forma de hacerlo de otra manera. Lo hacíamos con el acelerador a la tabla, como decíamos antes. Cuando los viajes se hacían en horas de la noche, el ronquido del camión sonaba como una música, era lo único que se escuchaba. Y cuando uno llegaba a la cumbre, tomaba conciencia de que se había hecho una cosa importante, linda, imposible de olvidar. Era toda una aventura.
 
 
  -¿Algún recuerdo especial de Córdoba?
 
  -Recuerdo una tarde que estaba saliendo del hospital Clínicas, adonde había ido a hacerle una nota a la doctora Alaniz, que era la directora del museo que tiene ese nosocomio. Cuando estaba ya en la calle, pensé y no dejé de emocionarme cuando tomé conciencia de que estaba recorriendo los caminos que transitó toda la changada aquella que llevó a cabo la Reforma Universitaria del año `18. Esa vivencia de aquello tan grande y tan importante supera todo lo que uno se haya podido imaginar. Será por eso, entre otras cosas, que amo la vida de Córdoba; aquello es muy grande. Aquellos asados con la posterior guitarreada que vivíamos con tanta alegría, propia de la juventud, son cosas que no se olvidan jamás. El sentirse bien y  compartiendo con santiagueños, jujeños o mendocinos es algo que para uno resulta inolvidable, aún con el paso de los años.
 
 
  -Si tuviera que elegir entre periodismo o medicina, ¿con cuál de las profesiones se queda?
 
-(Sin dudar) Medicina.

 
Del álbum de los recuerdos

* Guarda fotocopias de muchas vivencias relacionadas con las dos profesiones que atraparon su vida: la medicina y el periodismo. Conserva una media página del diario La Unión, fechada el martes 26 de noviembre de 1991, cuando cumplió sus Bodas de Plata en el periodismo. Entre otros conceptos, decía en esa nota: "Sigo pensando que el periodista se hace más en la práctica, sintiendo el olor a tinta, como suele decirse, y con una buena base espiritual. No creo que, a diferencia de otras profesiones, el título de periodista signifique que esté en condiciones de serlo”.

  * Con el título de "Treinta años de periodismo”, el martes 7 de enero de 1997, El Ancasti reflejaba la personalidad del Dr. Roberto Berrondo. Señala una parte del artículo: "A lo largo de todos estos años, Berrondo ha sido un permanente y apasionado difusor de hechos, circunstancias o figuras de su terruño, sin menguar de abordar temas científicos que hacen a su especialidad en medicina”.

  *En noviembre de 2006, también El  Ancasti hace referencia a los 40 años de periodista del Dr. Berrondo. Destaca que se inició como periodista en 1966 en Córdoba, donde entre otras actividades compartió micrófonos con Tito Paz en LV3, con Claudio Salinas en Radio Universidad y Fernando Gabriel Sansó, creador y conductor del programa "Fogón Campamentero”.

  *El recordado periodista Nicolás Guillermo Berrier, en un escrito de El Ancasti de 1999, dice del Dr. Berrondo: "Tuvo una estrecha vinculación con  el Gordo Alberto Pío Cognini, creador de la revista Hortensia-La Papa en Córdoba”, sin duda una de las experiencias gratas que vivió Berrondo en sus muchos años en tierras cordobesas.
 


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