Hoy: Diego Manuel Herrera

Cara a Cara: “Hoy se acallaron voces disidentes”

domingo, 3 de diciembre de 2017 00:00
domingo, 3 de diciembre de 2017 00:00

Por Kelo Molas

Ética. Gratitud. Pasión. Vocación. No es frecuente encontrarse con alguien que conjugue el verbo de tantos valores.

Y  los exhiba como parte de su personalidad. Hace una semana El Esquiú.com recibió el premio Luis Franco que otorga la academia del mismo nombre del ilustre belicho.

El protagonista del Cara a cara de hoy fue el conductor periodístico durante cinco de los siete años de vida de este diario.

Por eso lo fuimos a buscar. Padre de Aureliano y Felipe Manuel, en pareja con Laura Cecilia e hijo de Elsa Esther, la señora Choly que, al igual que Laura, se prende en las cantadas cuando de guitarrear se trata y para lo cual nuestro entrevistado es de los buenos.

Un día, viajando en el tren de la vida, se bajó en la estación del periodismo y ahí se quedó para siempre.

Circunstancialmente dejó la redacción y se fue a formar parte del equipo de trabajo de la diputada nacional Orieta Vera. Estamos hablando de Diego Manuel Herrera. Periodista.


  -La reciente distinción “Luis Franco” otorgada al diario El Esquiú.com te toca muy de cerca y significa algo especial para vos.

  -Sí, sin lugar a dudas. El diario El Esquiú.com es una parte muy importante en mi vida profesional. No sé lo que me deparará el futuro, pero aquello que fue como un salto al vacío allá por mediados del año 2010, cuando comenzó a gestarse la idea de hacer un nuevo diario en Catamarca, me representa algo así como una marca muy fuerte. Aquello me enamoró desde el arranque y me representaba todo un desafío formar parte de un medio de comunicación que nacía. Yo venía de trabajar 12 años en El Ancasti, adonde llegué en el `98 cuando me vine a vivir a Catamarca desde Córdoba, sin tener conocimiento de mucha gente y sin una experiencia periodística. De pronto me encontré en una provincia desconocida y sumado a un medio con la importancia que tenía en esos momentos El Ancasti, al que por suerte estoy muy agradecido. Fue una grata experiencia, porque debo admitir que allí aprendí a hacer periodismo, como creo mejor se aprenden las cosas: a base de errores y tropiezos que luego se van corrigiendo. Allí fui moldeando una formación hasta que surgió la idea de formar parte de El Esquiú.com, convocado por quienes estaban al frente del proyecto. Desde 2010 formé parte de ese grupo, de verlo crecer y de trabajar en el número cero, con todo lo que ello significa. Desde ir pensando todos los días sobre qué imagen se le daría al diario y todo en un marco de discusión, claro está, porque eran diversas las opiniones y muchas de ellas contrapuestas; era todo un reto encontrar el justo equilibrio de cómo tenía que pararse ante la sociedad un nuevo diario. Decía que fue una práctica muy linda porque El Esquiú.com nació también como un concepto actualizado del periodismo en la versión papel y digital al mismo tiempo y tuvo una amplia aceptación por parte de la sociedad. Catamarca es una provincia muy grande con poca población y llegar al interior con un medio informativo desde la Capital se hace muy difícil, sobre todo un medio gráfico. La página web de El Esquiú.com fue muy importante. Rápidamente comenzamos a notar que la gente en el interior empezaba a acceder al diario con facilidad y le gustaba. Habilitamos algo que en esos momentos no lo tenían muchos medios que es darle la posibilidad a los lectores que participen en una forma activa, lógicamente con los controles de rigor que amerita un medio de comunicación.

 

  -La pregunta casi obvia: ¿por qué periodista y no otra cosa?

  -Quizá porque me crié en un ámbito familiar donde la problemática social siempre tuvo una fuerte presencia, y también mi avidez por la información  desde siempre. Mi madre fue sindicalista en Córdoba durante muchos años; una gran luchadora en ese campo. Haber mamado esa circunstancia desde chico significó para mí una pronunciada influencia y  fue inclinando a despertar mi interés hacia el palo informativo. Había dejado el colegio secundario en tercer año y había comenzado a trabajar en distintas cosas: de mozo o vendiendo libros, experiencias que me fueron danto otras herramientas hasta encontrar el punto que uno quiere. Era muy joven por aquella época y me transporto a los días presentes: tengo un hijo de 19 años, me veo reflejado en él a esa edad y no me imagino a mi hijo trabajando tan jovencito. Fue algo que me hizo reflexionar mucho. Aquello me dio también la oportunidad de viajar y, por suerte, me di cuenta de que si no completaba mis estudios sería con el tiempo un empleado más y seguramente explotado. Decidí terminar el colegio secundario y lo hice convencido que quería hacer la carrera de periodismo. Tal vez, en esos momentos, con una idea cándida y utópica de lo que era el periodismo; estoy hablando de los años 95-96. Lo cierto es que comencé a estudiar periodismo y al poco tiempo, por circunstancias personales, nos venimos a vivir a Catamarca con quien era mi pareja en ese entonces, hoy mi esposa, Laura y ahí nomás empecé a trabajar en el diario El Ancasti. La intención era trabajar y continuar estudiando…no se dio. El periodismo, se sabe, insume mucho tiempo y…

 

-Perdón por la interrupción: te ganó la pasión por el periodismo.

-Sí, totalmente. Porque además, estoy hablando de los años 98-99, El Ancasti comenzaba a tener su página web y todavía no se sabía demasiado sobre cómo encarar el nuevo proceso de cara a lo que demandaba la fuerte irrupción de internet y su influencia en el cambio de las comunicaciones. Y eran los medios gráficos, a nivel global, los que se comenzaron a sumar a internet y como yo tenía cierto conocimiento informático me propusieron integrarme a  la página web, que ya se venía haciendo. (Sonriendo) Con una cuota de audacia me sumé a hacer la página web de El Ancasti. Aquí estuve varios años y después comencé a trabajar en el área de policiales y judiciales. Pero volviendo a tu pregunta: la pasión es lo que lo lleva a uno en esta profesión. El hecho de contar las historias, contar lo que pasa, conocer e investigar algún suceso, son vivencias que se van adentrando en uno y terminan siendo parte de nuestra existencia cotidiana. Pasión va de la mano con el periodismo.

 

  -La primera vez. De manera especial en el periodismo gráfico, siempre hay una primera nota. Esa que uno espera ver publicada con un interés especial. ¿Cuál fue en tu caso?

  -Recuerdo varias notas. En realidad, no hay una primera nota en la que me haya sentido protagonista. Yo llegué a Catamarca en el año 98, como te decía y no conocía a nadie. Venía de aprobar algunas materias de periodismo y obviamente no tenía un bagaje de alguna experiencia anterior. Era un consumidor de medios, pero no es lo mismo estar del otro lado del escritorio. De allí que los comienzos fueron a los tropezones, sobre todo en un medio que ya estaba instalado con muchos periodistas duchos en sus tareas. Pero sí, recuerdo una nota. Fue sobre uno de los primeros proyectos que hubo relacionado con la casa de Caravati, hoy Museo Casa Caravati. Por aquel entonces no se conocía mucho sobre el tema y se lo recordaba como que era el edificio del viejo Registro Civil, que prácticamente estaba abandonado. Creo que fue un proyecto de la gestión de (Eduardo) Brizuela del Moral cuando era intendente y estaba en el área de cultura Martha de Blanco. Fue algo así la presentación en sociedad del proyecto.

 

  -Hoy estás viviendo una nueva experiencia en tu profesión de periodista. Pero nada es comparable a la redacción de un diario. ¿Es así?

  -  En absoluto. En realidad la redacción de un diario no es comparable a ningún otro trabajo. Nunca me pesó trabajar en una redacción, con todo lo que ello significa: demanda muchas horas de entrega, no hay feriados, no hay fines de semana, los descansos siempre son a contrapelo del resto de la gente. Por ahí a uno le toca descansar un martes y ese día está todo el mundo trabajando. El hecho de trabajar en una redacción de diario ha sido para mí algo muy apasionante. Hoy en día extraño a la redacción pensando que quizá algún día vuelva.
 

-La posibilidad de volver a una redacción está ahí. Siempre, suponemos.

  -Creo que sí. Dejé de ser el director periodístico de El Esquiú.com en enero de este año. Si vuelvo no volveré en el mismo cargo, seguramente lo haré en otras funciones. Siempre será, el diario, un lugar al que uno quiere volver.

 

  -Hablemos un poco de la tristemente célebre grieta, que cada día se profundiza más, especialmente en  Buenos Aires, y en todos los órdenes: político, artístico, deportivo, gremial y en otros ámbitos. Consideramos que en Catamarca no logró hacer demasiado impacto. ¿Cuál es tu opinión?

  -Creo también que en Catamarca no se hizo sentir tanto el tema de la grieta. Al menos no con el dramatismo que se vive en Buenos Aires, un dramatismo digamos un poco impostado. A ver, la cuestión de la grieta se comenzó a profundizar hace unos 5 o 6 años, caracterizada en el enfrentamiento que había entre el gobierno kirchnerista y el grupo Clarín. Primero, insisto, no es tan dramático como se la presenta. Creo que la Argentina ha vivido una grieta constante y entonces es lógico que una sociedad viva en una grieta permanente. No se puede pensar que un país, una provincia o una ciudad tengan que tener un pensamiento uniforme; sería un absurdo pensarlo. El país se ha construido en base a sangre y fuego y está en los genes, en su historia estos asuntos de las fisuras. Ocurre también que se han vivido procesos políticos en la Argentina en los cuales hubo ideas hechas para sobreponerse a otras llegando incluso a silenciar, de manera violenta, algunas posiciones políticas. Eso está en el ADN de los argentinos. No debe silenciarse ningún tema, de eso estoy seguro, como por ejemplo el tema de la censura. Hoy por hoy, estamos viendo que se acallan voces y se cierran medios de comunicación. Merece todo un análisis de por qué se cierran medios de comunicación. Pero está claro que se acallaron voces disidentes y me refiero puntualmente a Víctor Hugo Morales y Roberto Navarro. Quizá ambos han tenido una posición muy confrontativa con el gobierno y está muy bien que eso ocurra. Son voces que tienen que estar, porque son necesarias para la democracia y para la misma convivencia democrática. Debemos decir que durante el kirchnerismo también se callaron voces o hubo hechos de censura que, sin embargo, no se los veía como tales. Admito que a mí no me merece ninguna simpatía el grupo Clarín, con el cual el kirchnerismo pudo establecerse como una fuerza política durante el primer gobierno de Néstor Kirchner. Y no es que después el grupo Clarín se transformó en una cosa negativa, ya lo venía haciendo desde la época de la dictadura militar, después, sobre todo, durante el menemismo. Todo esto juega en contra de los valores democráticos que tiene que tener una sociedad.
 

-Por tu experiencia al frente de una dirección periodística, ¿cuesta mucha encontrar buenas noticias, especialmente en Catamarca?

  -Digamos que, para no caer en una contradicción semántica, hay hechos que son noticias y por lo tanto hay noticias. Ahora, ¿cuáles son los criterios de noticiabilidad a los que respondemos, qué es lo que nos conmueve? Tiene mucho que ver con una cuestión misma de la sociedad. La noticia es un disruptivo, algo que conmueve, que llama la atención, que te obliga a volver la mirada. Y hay cosas que son muy buenas y que tienen esas características. Ocurre, lamentablemente, que el rating se lo lleva la parte mala, la parte de los hechos que nos conmueven mal. Quizá por estos días quieras presentar una noticia buena, pero la realidad indica que no va a poder competir en el interés público lo que genera la terrible conmoción del caso de femicidio de hace unos días en el Sur de la ciudad. Respondiendo a una inquietud tuya, digo que la inauguración de un hospital no debería ser noticia: es el deber de cualquier gobierno. Lógicamente esto no quiere decir que todos los días se tenga que habilitar un hospital, pero son cuestiones que hacen al funcionamiento del Estado, que tiene que dar respuestas a la gente en temas de necesidades básicas. Y claro que es una buena noticia, pero insisto: no es un hecho disruptivo. La noticia tiene que ver con la inmediatez, con lo que le pasa al ciudadano. Veía el caso de femicidio que mencionaba antes. Fue espantoso por donde se lo mire. Pero fijate que ese hecho casi no tuvo repercusión en los medios nacionales, será porque son hechos que nos tocan de cerca a nosotros. El otro día escuchaba un análisis de por qué nos genera tanto impacto la situación del submarino ARA San Juan y no nos conmueve tanto los casi 110 muertos que hubo este año en Catamarca por accidentes de tránsito. Es distinto el modo de cómo las noticias impactan en la sociedad. Sin embargo, creo que se pueden dar buenas noticias. Como comunicadores sabemos que además de prestar un servicio también vendemos ese servicio y lamentablemente sabemos que para vender ese servicio muchas veces lo más atractivo no siempre es lo mejor.

 

  -Siguiendo ese hilo de la conversación. Con el paso de los años, uno mira este presente y es como que no hay nada nuevo en el horizonte de Catamarca. Algo así como que nos estamos dejando ganar por la chatura del paso de los días, corriendo el riesgo de acostumbrarnos al pesimismo de una rutina demasiado previsible, carente de toda expectativa futura. ¿Cuál es tu visión?

  -Creo que es mucha la gente que percibe esa situación. Considero asimismo que se trata de una cuestión de cierto egoísmo en la gente, como que todos esperamos que nos dé un tercero lo que no damos nosotros. Por ahí sería bueno preguntarse ¿y yo qué hago? Cuando eso sucede, creo que es algo muy tóxico para la sociedad, porque se da esa chatura a la que aludías. En esto tiene mucho que ver el plantearnos cuál es el tipo de sociedad que queremos. Por ejemplo, Catamarca figura siempre en los últimos lugares cuando se habla de calidad educativa. Y eso nos está diciendo algo. Estamos preparando chicos que salen de un nivel secundario que no está preparado para afrontar una vida universitaria, donde se nota que hay un abismo en el nivel de estudios. El tema de la dependencia casi absoluta del Estado para vivir es ciertamente lamentable; el Estado debería estar más enfocado en ayudar a gente que tiene una idea y pueda generar mano de obra, algo que no está sucediendo, o al menos no se nota que está ocurriendo con éxito. No hay emprendimientos que resulten exitosos por sí solos, tiene que depender, sí o sí, de un subsidio estatal. Es real y a nadie escapa que hay una sobredimensión del Estado, porque indudablemente somos una provincia con muchos empleados públicos; pero también hay una falta de inteligencia para utilizar esos recursos. Porque tenemos un Estado sobredimensionado y a la vez ineficiente; es una locura. Hay una gran cantidad de mano de obra que pudiera hacer que el Estado funcionara mejor. Me tocó vivir de cerca y conocer situaciones en diferentes ámbitos donde el nivel de apatía de la gente, del desinterés en cuestiones por ahí delicadas y graves, es muy notable. Es como que a la gente poco le importa y se limita a realizar su trabajo como si el mismo consintiera en poner un sello y nada más. En ámbitos como la Justicia o la salud, por ejemplo, detrás de la responsabilidad de cada agente público hay una vida que depende de ellos. No hay mucha conciencia de la importancia del empleado público. Por eso muchas veces se identifica al empleo público como una lacra, como si fuera un parásito, porque lamentablemente el Estado es el deficitario. Si tenemos un Estado que tiene miles y miles de empleados públicos, tendríamos que pensar en un Estado que funcione mejor y resulta que ocurre todo lo contrario.

 

  -¿Qué te genera otro verano con los problemas de la falta de agua, como hace más de medio siglo? La única diferencia es que la postal no querida es ahora en colores.

  -Bueno, forma parte de lo que dijimos anteriormente: el Estado deficitario que no se preocupa por el ciudadano en cuestiones básicas. Si te pregunto ya quién es el presidente de Suiza o de Finlandia, seguramente no me vas a saber responder, al igual que yo. Pero sí podemos saber que Finlandia es el país que tiene el mejor nivel de educación en el mundo y que Suiza es un Estado donde todo funciona, y bien. Catamarca tuvo etapas que merecen un análisis. Las privatizaciones del año 96, como el servicio de energía, fueron nefastas que generaron un atraso considerable. Es increíble que Catamarca no tenga un parque eólico. En el caso del agua pasó lo mismo que con la energía: se privatizó el servicio de Obras Sanitarias y la empresa española que vino lo único que hizo fue facturar el servicio sin hacer ninguna inversión. Y los organismos de control no estuvieron a la altura de las circunstancias. 

45%
Satisfacción
0%
Esperanza
20%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
33%
Indiferencia

Comentarios

3/12/2017 | 01:27
#149005
Hermosa nota, muy fresca y con un interesante análisis de temas tan urgentes como catamarqueños. En realidad me comprenden las generales de la Ley porque Diego Manuel Herrera es mi hijo. él ama el periodismo y también el Diario El Esquiu

Otras Noticias