Hoy: Laura García

Cara a Cara: “No nos están dando las respuestas que nos tienen que dar”

domingo, 19 de febrero de 2017 00:00
domingo, 19 de febrero de 2017 00:00

Por Kelo Molas


Se define como "comunicadora” en el ámbito del periodismo. Es, además, docente y se identifica como parte de un colectivo feminista, de mujeres periodistas. Defiende el género sin cortapisa y valga el ejemplo cuando dice: "Nosotras también somos de las que paramos la olla en la casa”.
Es madre de dos mujeres, de siete y 14 años y se enorgullece cuando señala que "van a las marchas conmigo y llevan carteles”.
 
A raíz de los últimos acontecimientos que son de dominio público, las mujeres ganaron la calle para reclamar justicia. Manifiesta nuestra entrevistada al respecto: "Si tenemos sangre en las venas, cómo no te va a atravesar el dolor del otro”. Se llama Laura García y es la protagonista del Cara a Cara de este domingo.
 

  -¿Cómo se explica que con todas las manifestaciones públicas para defender los derechos de la mujer  –entre ellas la convocante #NiUnaMenos- en todo el país, los hechos de violencia de género, y de femicidios especialmente, siguen ocupando los primeros planos de los medios de comunicación?
 
  -El tema es que no sólo continúan, todo indica que van en aumento. En un principio estábamos medios desconcertadas: decíamos ¡qué bárbaro! respecto de la primera marcha por #NiUnaMenos, que fue tan masiva a nivel nacional y después se proyectó a nivel internacional. Luego, entramos en un análisis más intenso de lo que estaba sucediendo y arribamos a algunas conclusiones. Sin duda que la visibilidad de la problemática instala en la agenda del medio este fenómeno de la violencia de la mujer y por lo tanto se comienzan a visibilizar los casos de femicidios que, quizá, antes no tenían tanta difusión y por ende no tomaban tanto estado público. De hecho, la categoría femicidio es relativamente nueva, que nace desde los movimientos feministas, logrando que se instale desde el punto de vista legal, convirtiéndose además en un fenómeno social. Pero hay, digamos, una doble cara de la moneda. Por un lado, tenemos a una sociedad completamente indignada con la violencia hacia la mujer, sea física o verbal, incluso hasta con el famoso piropo callejero; y ni hablar del femicidio. Pero por otro lado, nos pasa que estamos en un momento en el que nos empezamos a cuestionar el funcionamiento de ciertas estructuras o de formas de organización social. Y claramente surge que hay un sector de privilegios que ejercía un poder absoluto sobre la mujer y la mujer se tenía que quedar callada. Ese sector, hoy siente miedo –ya lo decía Eduardo Galeano en un texto maravilloso: "El macho con miedo es lo más peligroso que hay”- de perder esos privilegios. Entonces, no es desacertado entender que a raíz de todos estos movimientos haya habido un incremento de la violencia y también, como decía, haya cobrado mayor visibilización, lo que no quiere decir que nos tenemos que quedar calladas porque estamos en una instancia de la punta del iceberg, que es un punto de inflexión para comenzar a transformar nuestras prácticas cotidianas. Por ejemplo: las compañeras de Inadi, ahora plantean que deberían dejar de realizarse los concursos de belleza y ésta es una cuestión que uno la tiene naturalizada; todos fuimos a la escuela y alguna vez hicimos fuerza por alguna candidata a reina, ocurre  en las fiestas de los estudiantes o en los festivales folklóricos. Y realmente, cuando nos ponemos a indagar sobre la figura y las condiciones de las candidatas a reina, estamos enarbolando, desde la escuela sobre todo, un estereotipo de belleza que a su vez trae consecuencias inmediatas: bullying, anorexia, bulimia.
 
 
  -En el caso particular de Catamarca, ¿la mujer vive con miedo?
 
  -Nosotras pertenecemos a una región muy conservadora. Hay muchas cosas que nos van condicionando culturalmente y que ponen a la mujer en un lugar de mayor vulnerabilidad. Hay un dato: tenemos aprobada la Ley de Educación Sexual Integral, una ley que ayuda a la mujer a empoderarse de su sexualidad: que es libre, que puede tomar determinaciones, cómo cuidarse y otros aspectos. Sin embargo, tenemos una estructura religiosa que impidió, en su debido momento, no sólo en Catamarca sino también en otras provincias de la región, que esa ley se llevara a la práctica como estaba establecido. Es decir que no hay educación sexual integral en las escuelas, más allá de la buena voluntad de algún docente. No tenemos hoy esa herramienta para trabajar con los chicos; si la mujer está en un lugar de vulnerabilidad, es responsabilidad de la propia mujer y también de los varones para sacarla de ese sitio. Está instalada la idea de que la mujer se tiene que quedar en la casa cuidando de los hijos y entonces el hombre ejerce violencia sobre la mujer y ésta no lo puede dejar porque no tiene a dónde ir a vivir; se encuentra entre la espada y la pared. A eso hay que agregarle que tenemos un Estado que no proporciona las herramientas para que esas mujeres salgan de esa situación. No tenemos un refugio donde una mujer que está siendo golpeada pueda recurrir. Entonces, sí nos sentimos vulnerables porque culturalmente así nos fueron conformando las instituciones. También nos pasa que si vamos a la Policía a hacer una denuncia por abuso o por agresiones, no falta quien pregunta cómo ibas vestida o qué has hecho para que te agredan; la mayoría de los policías, en las comisarías, son hombres, que no están educados para tratar una consulta de género y deberían estarlo porque están cumpliendo una función pública.
 
 
-El caso de la muerte de la niña Luz Villafañe movilizó otro reclamo por verdad y justicia. ¿Por qué tener que salir a la calle a reclamar justicia si es un derecho inalienable de toda la ciudadanía?
 
  -Todo un tema. Qué locura esto de que cada vez que ocurre algo que parece una injusticia, la sociedad tenga que salir a reclamar que se cumpla el derecho de hacer justicia. Y aquí volvemos a las instituciones: tenemos un sistema institucional viciado. Hoy estamos asistiendo a una crisis de las instituciones y nos estamos dando cuenta, con mayor claridad, de cómo están funcionando. Alejadas de cualquier  pertenencia política desde lo partidario, creemos que la única manera de lograr que esa crisis institucional se transforme, se modifique, como por ejemplo la Justicia, es a través de la organización popular, de la organización de las personas: mujeres que organizan, al igual que hombres, barrios pobres, compañeras transexuales, etc. Es evidente que la cuestión delegativa no funciona. El hecho de ir a poner mi voto cada cuatro o dos años no está funcionando como corresponde. No nos están dando las respuestas que nos tienen que dar. Es como que llegan al poder con la idea de hacer algo bueno, pero se los terminan comiendo las instituciones.
 
 
  -A propósito de la marcha del pasado lunes, el jueves la directora del Hospital de Niños dijo que esta estuvo "teñida de otras intenciones”. Usted fue una de las impulsoras del reclamo. ¿Qué opina?
 
  -La verdad, habría que preguntarle a la directora del hospital qué quiso decir. Lo que hicimos con el caso de Luz, como así también con el caso de Anyelén Aybar, fue darle visibilización al pedido de justicia. Nosotras no somos ni abogadas, ni un grupo de contención de mujeres golpeadas ni de asistencia a las víctimas. Hay numerosos organismos estatales que reciben una determinada suma de dinero anual para encargarse de esas situaciones. Nosotras somos simplemente un grupo de mujeres que nos organizamos porque creemos en la transformación de la sociedad a través, justamente, de comenzar a involucrarnos en esta crisis institucional o crisis de estructuras. Acompañamos a la mamá de Luz, la ayudamos a visibilizar el caso. Me tiene sin cuidado lo que dijo la directora del hospital, porque no estamos únicamente detrás de este caso puntual; planteamos solamente que los organismos cumplan el rol que tienen que cumplir. No se trata de echar culpas a un médico o a un policía; esto es responsabilidad del Estado. Hay que decir que en las escuelas –y hablo como docente-, las postas sanitarias que están más cerca y en las comisarías, no saben cómo actuar articuladamente. Llevan a un chico abusado y no sabemos qué hacer. Entonces, que quede claro: acá el reclamo no es a la directora del hospital ni a otra persona en particular; es un reclamo para que se ejerzan políticas institucionales en serio.
 
 
  -Además, parece que cada reclamo tiene que llevar la aclaración de que "no es político”.
 
  -¡Claro que es político! No es partidario, que es otra cosa. Nosotras estamos exigiendo un cambio en las estructuras. Nosotras también somos parte del pueblo y creemos que merecemos ser escuchadas. Evidentemente hay mucha gente que piensa como nosotras y por eso se suman a las manifestaciones. Nuestra problemática tiene que ser política de Estado. No podemos dejar a la conciencia de cada uno que esto se modifique. Digo: el golpeador es una persona que está enferma, que también necesita contención y no se le está brindando. Sin duda que estamos ante un fenómeno muy complejo que va creciendo a medida que va creciendo la violencia social.
 
 
  -Lo que vemos a diario en la televisión argentina ¿no son claros ejemplos de violencia en contra de la mujer? El programa de Marcelo Tinelli, por citar un caso.
 
-¡Todo el tiempo hay violencia! Eso también sirve para preguntarnos qué nos está pasando como sociedad. Sin embargo, cuando aparece ese programa, corremos a verlo para mirar las colas y las tetas perfectas. Y en contrapartida, nos horrorizamos con el "tetazo” en el Obelisco. Cómo, ¿acaso no son, en ambos casos, tetas de mujer? Y volvemos a un estereotipo de belleza, a la mujer como objeto de consumo. La televisión fomenta constantemente la agresión a la mujer, la violencia de género ¡Hasta en la publicidad de un detergente, mostrando que las únicas que lavamos los platos somos las mujeres! No vi a ningún hombre en la publicidad de un detergente.
 
 
  -Ya que tocó el tema. El famoso "tetazo” en el Obelisco, ¿sirvió para algo o fue un papelón?
 
-A ver, me parece que no se entendió la consigna. Me parece que desvirtuaron la esencia de la movida y aquí tuvieron mucha responsabilidad los medios de comunicación, aparte de grupos infiltrados que no tenían nada que hacer en esa convocatoria. Son los mismos que se escandalizan cuando ven un pecho de una mamá amamantando y no reaccionan de la misma manera cuando ven a una vedette mostrando todo en el programa de Tinelli. Esto tiene que ver con algo de lo que nosotras hablamos siempre: el sistema patriarcal es un sistema de opresión. Es la figura del hombre, del machismo, que oprime a la mujer, sin dejar de reconocer que hay mujeres muy "machistas” también. Lo que se pretendió plantear a través del "tetazo” es que nuestros cuerpos son nuestros y tenemos el derecho de ejercer la libertad del uso de nuestros cuerpos; no es que queramos andar con el torso desnudo por la vida; queremos que se deje de pensar que la Policía, la Iglesia, el gobierno, los fiscales o los hombres, en definitiva, tienen el derecho de ejercer su poder sobre nuestros cuerpos y decidir cuándo nos tapamos o cuando nos destapamos. Veamos: una mujer cuando ve un hombre lindo, musculoso y en short no se le ocurre atraparlo, meterlo en un auto y violarlo; a lo sumo expresa ¡qué lindo muchacho! En cambio si la mujer se pone un top, ¡no es dueña de caminar por la calle! Queremos terminar con esto, queremos ser libres, queremos ejercer la plena libertad, ser sujetas del derecho.
 
 
-Con todo lo que está pasando con las mujeres y muy especialmente con las jovencitas y niñas, ¿considera que es necesario una mayor y mejor seguridad en las escuelas, los paseos públicos y en los boliches?
 
  -A mí, particularmente, me asusta la palabra seguridad; me da miedo.
 
 
  -¿Nos puede explicar ese razonamiento?
 
  -Le pregunto: ¿quién nos va a dar seguridad? Si son los efectivos policiales los encargados de darnos seguridad, les pediría que primero tengan una capacitación en materia de género. Si la seguridad es entendida como meterle más violencia a un sistema completamente violento, estamos equivocando el camino. De verdad, la palabra seguridad me da miedo. Nosotras apostamos a la transformación social, creemos que es posible a través de las instituciones y de la sociedad misma llegar a un plano de conciencia tal que no haga falta que venga un policía a indicarnos que mi cola es mía y no la tenés que tocar. También esto debe inculcarse desde la familia, del papá y la mamá cuando uno es chiquito.
 
 
-¿Coincide en que hay que volver la mirada y rescatar los valores que nos enseñaron nuestros mayores en el marco familiar?
 
-Absolutamente. Pero también me parece que tenemos que buscar un valor superador, porque venimos arrastrando esa cultura machista de la que estamos queriendo salir; si volvemos hacia atrás, estamos en un retroceso. Hoy estamos en crisis; es evidente. Pero no es una crisis fortuita, esto viene de mucho antes, cuando los casos de violencia de género no se conocían, cuando para la mujer era una deshonra denunciar que la habían violado. Hoy estamos en un grupo de mujeres y la mayoría asume que en algún momento de su vida fue víctima de un abuso sexual. Lo que también es cierto es que estamos en una crisis de valores espantosa. Pero cuidado: si hay un papá violento o una mamá violenta, ¿cómo se hace para que esos padres le transmitan valores a sus hijos? Aquí es donde el Estado tiene que hacerse cargo. Insisto: tenemos una de las mejores leyes como es la de Educación Sexual Integral, en la que se plantean todas estas cuestiones de género y de violencia, entre otras cosas importantes.
 
 
-¿Y por qué no se la pone en práctica?
 
  -¡Porque la Iglesia le tiene miedo! Porque uno de los mayores organismos patriarcales de la historia es la Iglesia.
 
 
-Cuando surgen todos los problemas que estamos abordando, se cae en un denominador común: la culpa la tiene la droga. ¿Toda la culpa la tiene la droga?
 
-Es muy complejo el tema. La cuestión de la droga es otro fenómeno social horroroso. La introducción de la droga, en el mundo entero, les conviene a los grandes y poderosos grupos económicos. Las drogas, en general, son introducidas al país, o se facilita su ingreso, para que la gente tenga fácil acceso a ellas. No hay políticas verdaderas de prevención para detener este flagelo. Yo he trabajado en escuelas urbanas marginales muchos años y conozco la problemática de cerca. Se me han descompensado chiquitos de 11 o 12 años "empastillados” a la siete de la mañana. Y no es por la ingesta de cocaína o porque se fumaron un porro. Se meten un montón de pastillas que no saben el daño que les provoca.
 
 
-Volvemos a caer en un lugar común: hay que mejorar los niveles de educación.
 
-Está claro. Respecto de lo que hablamos anteriormente, no vamos a decir que los culpables de aplicar el protocolo en el área de Salud son los médicos o las enfermeras, como asimismo no vamos a señalar como culpables a los docentes de lo que pasa en las escuelas. Hay ausencia de políticas de Estado. Pero políticas de verdad, que tiendan a revertir esta situación. Hay gente bien intencionada en distintas áreas, eso es innegable, pero con eso no alcanza. Estamos en presencia de muchos sectores vulnerables en nuestra sociedad, especialmente cuando de jóvenes y de mujeres se trata, más si son de escasos recursos. Considero que, como adultos e institucionalmente, no nos estamos haciendo cargo de lo que está pasando. Le demos a la educación el valor y el lugar que se merece; es importantísimo hacerlo, máxime aun cuando los chicos no tienen la oportunidad de recibir la enseñanza de los valores necesarios desde la familia. Le digo más: cuando mi hija adolescente sale de mi casa, tengo pánico; algo que me imagino les debe pasar a todos los padres. ¿Por qué? Porque hay otros adolescentes a los cuales no se les está enseñando lo que yo puedo enseñarle a mi hija. Será porque tuve la suerte de acceder a una información desde la cuna que tiene que ver con el respeto al otro. Y en las escuelas  podemos comprobar estas falencias, lamentablemente. Y si encima seguimos fomentando la elección del "mariposón” en los colegios, que no es otra cosa que la ridiculización de la mujer, estamos mal. A todos nos causa gracia, es cierto; yo también me río cuando veo a los changos haciendo esas payasadas, pero reitero: es la ridiculización de la mujer. No estamos haciendo las cosas bien como sociedad y la educación es una cuestión fundamental.
 
 
-¿Cómo definiría a su feminismo?
 
-El feminismo no es ni el antónimo ni la cara opuesta al machismo. El machismo atraviesa tanto a hombres como a mujeres; no es una propiedad exclusiva del varón. Hay un sector muy interesado en hacer creer que el feminismo está en contra de los hombres; nosotras tenemos compañeros varones maravillosos. Entiendo al feminismo como la búsqueda de la igualdad de géneros. Es un movimiento que cuando se manifiesta lo hace bajo la consigna "vivas nos queremos” y eso no es aversión hacia el hombre, es decir: "Respétenme, soy sujeta de derechos”. Y lo bueno es que las mujercitas chicas, con estas manifestaciones, comienzan a empoderarse de sus derechos. Y eso es maravilloso.

 

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Comentarios

21/2/2017 | 11:10
#149006
Un mamarracho esta entrevista..Habiendo tanta gente destacada para tener un mano a mano. Un mujer sin Conocimientos y mucho menos Reconociento..Falta de aprendizaje y limitada en pensamientos, jamas puede llevar adelante reclamos, que se encuentran muy distante de su infima capacidad analitica para problematicas tan sensibles.. Se colgo del sufrimiento y eso habla de su persona..Gracias a dios se pulverizo sola, antes una sociedad pensante..Basta!! Como mujeres que a diario nos reunimos para poner en practica, soluciones sumamente consensuadas con especialistas en la materia..Quiero decir en nombre de ellas:QUE NO SOLO NO NOS REPRESENTA COMO MUJERES..SINO QUE NOS AVERGUENZA
19/2/2017 | 21:51
#149005
HABLA MUCHO Y DICE POCO.ESTÁ TRATANDO UN TEMA,PIDIENDO REFUGIOS Y NO SABE QUE HACE UN AÑO ESTÁ FUNCIONANDO UNO CERCA DE OSEP. ESE ES E PROBLEMA DE LOS QUE SE PONEN EN LA CRESTA DE A OLA DE PROBLEMA AJENO. LAMENTABLEMENTE,PURA ESPECUACIÓN.

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