Hoy en Cara a Cara: Dr. Roque Córdoba

'Nuestra educación ha sufrido un deterioro enorme y estamos hipotecando el futuro'

domingo, 5 de febrero de 2017 00:00
domingo, 5 de febrero de 2017 00:00

Por Kelo Molas

Le sumó prestigio a su título de reconocido cardiocirujano. Nació en el sur, pero su sentido de pertenencia es de un  pueblito de Tinogasta (El Puesto) y trascendió con su profesión en nombre de la vida por todo el mundo. Habla feliz de sus orígenes y recuerda a sus padres Matías A.
 
Córdoba y María Tadea López Pereyra, ambos tinogasteños, como los baluartes de su formación. Tiene tres hijos: María Paulina, María Tadea y María Candia y tres nietos: Juanse, Cloe y Joaquina. Precisamente este fin de semana está volviendo al pago de sus raíces para reencontrarse con familiares y amigos. Con su claridad conceptual le puso un sello de distinción al inicio del ciclo 2017 de este espacio denominado Cara a cara que propone los domingos El Esquiú.com. Para compartir y reflexionar el pensamiento que nos dejó el Dr. Roque Augusto Córdoba.


  -A fines del año pasado, en una de sus tantas vueltas por Catamarca, el Colegio Médico local lo otorgó una distinción honorífica por su trayectoria profesional. ¿Qué sintió como médico y  catamarqueño?

  -En primer lugar, debo expresar una enorme gratitud a la generosidad de mis colegas. En honor a la verdad, debo decir que me sorprendió.   Es un reconocimiento que…le voy a ser franco: no me lo creo. Yo hago las cosas sin pensar cuáles van a ser los reconocimientos, sino tratando de mantener lo que siempre mantuve en mi vida: ser responsable y tener valores desde la cultura del esfuerzo, inculcada desde mi familia. Y bueno, estos son los frutos colaterales que se obtienen. Me siento honrado y agradecido. Y le vuelve a repetir: creo que es una exageración de parte de mis colegas hacia mi persona. 
 
 
  -Aludió a su familia. Tiene lugar de nacimiento en Esquel (Chubut), pero sus padres son tinogasteños, más precisamente de la localidad de El Puesto.

  -Nací en Esquel por circunstancias de la vida, porque mis padres estuvieron radicados temporalmente  en el sur. Por supuesto que conozco perfectamente la localidad de El Puesto, donde tengo muchos familiares y amigos, a quienes cuando puedo los visito. Yo viví en El Puesto 11 años; allí cursé toda mi escuela primaria, en la escuela provincial Nº 9 de El Puesto. Soy un producto de la escuela pública, cuando las escuelas públicas eran lo mejor que había para la educación, sin lugar a dudas. Además, mi abuela, Rosenda de Córdoba, fue directora de ese establecimiento escolar, lo mismo que mi madre. Tengo recuerdos entrañables de esa época. Digamos que fui un buen alumno, pero bastante inquieto, según dice mis mayores.
 
 
  -Después, el nivel secundario lo hizo en el Colegio Nacional de la Capital catamarqueña, institución a la que destaca por haber obtenido allí una muy buena formación.
 
-Es así, y un poco más también, diría bastante más. El Colegio Nacional me representa a esas cosas que uno no las valora en su justa dimensión cuando está adentro. Es como cuando uno está en el bosque: recién lo valora en plenitud cuando se aleja del bosque, cuando lo mira desde lejos. Con el Colegio Nacional me pasó lo mismo: cuando terminé la secundaria y entré en la universidad, valoré la buena educación que allí había recibido. Inmediatamente ingresé a la Universidad de Córdoba para estudiar medicina, sin haber concurrido a estas academias que preparan para el ingreso ni nada por el estilo; entré con la buena formación que traía desde el Colegio Nacional. Pero más aun le digo: con el tiempo me di cuenta de la excelente formación que había recibido en ese colegio, con profesores increíblemente sabios y con una extraordinaria capacidad didáctica y pedagógica. Nos hicieron aprender ciertos hábitos como la lectura. Me viene a la memoria ahora la figura del profesor (Manuel Antonio) Dalmaida, que nos inculcó esa inclinación a la lectura, algo que ha perdurado en toda mi vida y aún perdura. Guardo un altísimo grado de valoración de la educación, de la lectura, del conocimiento. Algo que con el tiempo aprendí a valorar y hasta me sorprendió ese nivel cuando posteriormente me encontré con compañeros que habían egresado en instituciones de otras provincias. Le cuento que esto lo conversábamos siempre con un primo mío, el Dr. Miguel Ángel Córdoba. Con Miguel Ángel hemos vivido más tiempo solos que con nuestra familia: desde la escuela primaria, la secundaria, universidad y nuestra formación de posgrado. Tengo con él una relación entrañable.
 
 
  -Digamos que el Dr. Miguel Ángel Córdoba no solamente se ha destacado en la profesión médica, sino también en la actividad política, llegando a ocupar cargos importantes en el marco de la UCR provincial.
 
  -(Sonríe) Así es. De eso también hemos hablado mucho con Miguel Ángel y en algunas cosas hemos acordado, y en otras no. Pero nuestra amistad va más allá de todo, incluido lo político.
 
 
-Se recibió de médico en 1974, un 27 de abril.
 
  -Mire, cuando yo era practicante del Hospital de Clínicas, en Córdoba, vino a operar desde los Estados Unidos un cirujano de origen hindú pero que trabajaba al norte de los Estados Unidos y hacía cirugía de cardiopatías congénitas. Ese médico estuvo una semana operando chicos y algunos adultos con cardiopatías congénitas en el Clínicas y yo era practicante de quinto año. Toda esa semana me pasó algo especial: ese médico me cautivó. Trataba de informarme de todo y en el último día de su estadía en Córdoba me le acerqué con mi inglés muy rudimentario para decirle que me gustaría hacer esa carrera y alguna especialidad. El doctor se sonrió, porque ciertamente tenía una simpatía especial, y me dijo: "Yo te voy a dar dos consejos. En primer lugar, tienes que hacer cirugía general antes que esto, y en segundo lugar, algo que es importantísimo y fundamental: que sepas inglés, porque toda la literatura de esta especialidad está en lengua inglesa”. Eso fue al mediodía y al día siguiente comencé mis estudios de Inglés. Por supuesto le hice caso en todo. Hasta llegó a preguntarme: "¿Entendés bien lo que te estoy diciendo?”, a lo que respondí: "Absolutamente, doctor”. Y seguí todos sus consejos.
 
 
  -Luego llegó la especialización en Francia.
 
-También estoy muy agradecido a la formación que me dieron en la universidad Luis Pasteur, de Estrasburgo, en Francia. En realidad, yo estaba preparando todo para irme a Estados Unidos y en esos momentos apareció una ley, que duró poco tiempo, la llamada "Ley Kennedy” que la impulsó el entonces senador Edward Kennedy, por la cual durante cinco o seis años se prohibió el ingreso a médicos extranjeros a los EE.UU. Ahí fue cuando me salió la oportunidad de irme a Francia, donde me preparé como cirujano general de la mejor manera. En Francia estuve dos años, ocho meses y dieciséis días.
 
 
  -¿El prestigio del médico argentino es reconocido en otros países?
 
-Hay médicos reconocidos de todos los países del mundo. Lo que sucede con el médico argentino, y esto es una impresión muy particular, no sé si equivocada o acertada, es que en alguna o en gran medida la Argentina es un país de inmigrantes. Como que tiene la posibilidad de adaptarse más a vivir en el extranjero. Los argentinos, si miramos un poco para atrás, tenemos ancestros en Italia, España, de árabes, judíos y otras nacionalidades. Diría que hasta tenemos incorporada la cultura del inmigrante y eso facilita mucho para que uno pueda integrarse más a la sociedad en la que le toque estar, en cualquier parte del mundo. Creo que es una ventaja que tenemos los argentinos. Me ha tocado compartir con otros colegas de otros países latinoamericanos y es como que les costaba más esa adaptación, como que estaban con más añoranzas y pendientes de lo que sucedía en su país de origen. Los argentinos, considero, nos adaptamos mejor a vivir en el extranjero, a ser internacionales.
 
 
  -Cuando regresó a la Argentina, pudo haber elegido como lugar de residencia para desempeñar su profesión cualquier lugar, pero eligió Córdoba. ¿Por qué?
 
  -Estuve a punto de trabajar en Buenos Aires, pues tenía un ofrecimiento muy bueno. Pero Córdoba es la ciudad que siempre me recibió bien y en la que me adapté perfectamente  desde mi época de estudiante. También podría haberme quedado a trabajar en Estados Unidos. Pero uno siempre piensa en volver y elegí Córdoba, donde trabajé inicialmente 17 años en el hospital Privado, para después pasarme al Sanatorio Allende, donde estoy hace 10 años.
 
 
  -¿Con qué frecuencia vuelve a Catamarca y en especial a El Puesto, Tinogasta?
 
  -En honor a la verdad, lo hago con mucha menos frecuencia que la que desearía hacerlo. Mientras vivieron mis padres en El Puesto volvía muy asiduamente. Después, ellos fallecieron y se da ese síndrome de la casa vacía. Ya no es todo igual. Me costó mucho incorporar en mí esa situación, de aceptar esa circunstancia en mi vida. Pero gracias a entrañables familiares y amigos de ese lugar, siempre vuelvo, aunque repito que me gustaría hacerlo más seguido. Ahí están los mejores recuerdos de mi vida, pero me cuesta.
 
 
-¿Y cómo encuentra Catamarca cada vez que vuelve?
 
-Hay algunos aspectos importantes que demuestran signos de progreso que a uno le llama la atención. Pero debemos ser honestos: vivimos en un país que, nos guste o no, ha involucionado en los últimos 50 años. Veamos, por ejemplo, la calidad educativa. No es necesario ir a índices como la mortalidad infantil o la desnutrición. Creo que esa involución que sufrimos es una enorme deuda de nuestra clase dirigente, insisto: nos guste o no nos guste. Lo peor que podemos hacer para perpetuar un problema, es no aceptarlo. Nuestra educación ha sufrido un deterioro enorme. Al respecto, hace un tiempo atrás intercambiamos opiniones con algunos amigos, entre ellos un colega suyo, y hablábamos de la educación. Y entre las conclusiones, arribamos a que si alguien quiere someter a todo un pueblo sin disparar una bala, lo hace deteriorando su educación. Deteriora la educación y lo somete totalmente. Esta es una gran discusión. Y creo que nosotros, los argentinos, hemos deteriorado la educación y así estamos hipotecando nuestro futuro, porque en tanto y cuanto la educación privada sea mejor que la educación pública, estamos postergando a las clases más necesitadas porque no van a tener acceso a la mejor educación. Y además, vamos generando una brecha social increíble y tremendos conflictos sociales. Esto es muy duro, pero hay que decirlo.
 
 
  -Creemos que se debe tener en cuenta que en el marco de las clases sociales más postergadas, también hay talentos y mentes brillantes que podrían destacarse si tienen una educación pública de alto nivel.
 
- (Con mucho énfasis) ¡De eso no tenga ninguna duda! El potencial de la capacidad intelectual está en todos. La diferencia está en los que tienen la posibilidad de desarrollar ese potencial, y  los que no. Nada más que eso. Yo pude desarrollarme porque tuve oportunidades, porque tuve una familia en donde la educación era prioritaria y era un valor no negociable. Tuve, insisto, maestros y profesores excelentes, a quienes todos los días de mi vida les agradezco. Vea, es tan importante nutrir de alimentos a nuestros niños y nuestros pueblos, como el darles una buena educación. Porque si nosotros les damos solamente alimentos y no les damos educación, nunca vamos a capacitar a la gente que pueda tener su propia alimentación por sus propios medios. Y estamos en una sociedad donde cada vez el músculo es menos necesario; lo que se necesita es más es educación, razonamiento, pensamiento y desarrollo de las potencialidades que tenemos. Le cuento: me pasó una cosa tremenda el año pasado. Estaba en Inglaterra y entré a un supermercado a buscar algo. A la hora de pagar, me encontré con 50 cajas que estaban vacías, no había nadie. Me pregunté: ¿cómo es esto, cajas sin cajeros? Mostraba el producto, lo marcaban en la pantalla, insertaba su tarjeta y se iba a su casa. Inicialmente, uno piensa que ahí había 50 potenciales cajeros desocupados, pero posiblemente para desarrollar esa tecnología habrán trabajado cientos de individuos que desarrollaron ese sistema. Si nosotros no hacemos hincapié en un cambio en la educación de nuestros niños y nuestros jóvenes, buscando la justa y necesaria excelencia, repito: estamos hipotecando nuestro futuro e hipotecando, mal, a los pueblos.
 
 
  -Uno tiene la impresión de que a la Argentina le está haciendo falta una nueva generación de hombres y mujeres, plenos de valores en lo personal, económico, social, político, deportivo, cultural. Nuevas figuras, a la altura de la talla del Dr. René Favaloro, por ejemplo. ¿Está de acuerdo?
 
  -Estoy convencido de que lo que está sucediendo en nuestro país es una carencia de buena clase dirigente. Pero no es un problema de hoy ni de ayer, ni del gobierno anterior ni del anterior. Esto tiene, por lo menos, medio siglo. Sea del tinte político que sea, no voy a entrar a analizar esta cuestión porque no tengo capacidad para hacerlo; pero sí le puedo decir que hay una involución en el país que viene de décadas y a mí, personalmente, me resulta muy doloroso. Y lo dice alguien que considera que le fue bien en la vida, pero que no  puede permanecer indiferente a lo que pasa en el país, me refiero a la falta de capacidad de nuestros dirigentes, en todos los niveles.
 
 
-¿Recuerda y tiene contactos con otros excompañeros del Colegio Nacional?
 
  -¡Sí! Con muchos de ellos tengo un contacto fluido: con el Dr. Guillermo Cerda, que es juez en Catamarca; Ángel Raúl Garriga, amigo entrañable; Hernán Colombo, que fue vicegobernador de la Provincia, el Dr. Raúl Vera; Carlos Musri; Julio Leiva y tantos otros por los que  guardo un profundo afecto. Jamás, nadie, puede olvidarse de sus orígenes. Creo que alguien que se olvida de sus orígenes, es casi detestable.
 
 
  -Fue, el  2016, un año muy duro para los argentinos. Quisiéramos una reflexión y un deseo para los argentinos en general y de manera particular para sus comprovincianos.
 
  -Efectivamente, el 2016 fue un año muy difícil, no solamente para nuestro país, sino también para el mundo entero. Lo fue para Europa, Estados Unidos, Asia, los países árabes, etc. Un mundo muy complejo, casi inentendible, con rasgos de una psicosis de autodestrucción, y la Argentina tiene sus problemas, tal vez no de la magnitud de otros lugares del universo. Es como que no nos damos cuenta que no tenemos un país con problemas raciales, religiosos; no tenemos un país con una pobreza que golpea a muchos países del mundo por falta de recursos. Por el contrario, a nosotros nos sobran los recursos, lo que tenemos es un país irresponsable, y esto duele, cuesta mucho aceptarlo. Duele, pero es la realidad. Por ahí, tengo la sensación de que somos un país que actuamos como adolescentes, adolecemos de responsabilidad. Anhelo un país más solidario en el día a día y para mi Catamarca todo lo mejor que se merece. Deseo que mis comprovincianos tengan paz y valoren el lugar en el mundo que les tocó vivir. Que podamos tener una niñez y una juventud sin sufrimientos. Que podamos educar bien a nuestros niños y adolescentes. Que cuidemos a nuestros viejos. Nada más que eso.
 
 
-Gracias por este tiempo Dr. Roque  Córdoba.
 
-Gracias a ustedes por haberme tenido en cuenta. Felicidades para todos.

 

 

Raúl Cerda

 

"Un referente de la medicina a nivel mundial”
 
Me siento orgulloso de ser su amigo. Por sobrados méritos se ha convertido en un referente mundial de la medicina cardiovascular. Jamás perdió su humildad y su plena identificación con el pago tinogasteño que lo vio nacer; es un agradecido de sus orígenes y eso no tiene precio.
 
Sin duda, de nuestra promoción del Colegio Nacional es el que más trascendió a nivel mundial y sigue siendo el hombre sencillo de siempre. Es de una enorme grandeza y como catamarqueños debemos sentirnos profundamente orgullosos de lo que representa. Mis mejores augurios para él y que siga siendo el mismo Roque de siempre.
 
De paso, le aviso que ya nos estamos preparando para celebrar las Bodas de Oro de nuestra promoción y será un gusto grande volver a abrazarlo”. (El Dr. Raúl Guillermo "Indio” Cerda también fue compañero de colegio. En la actualidad es juez  Electoral y de Minas, con 36 años de trayectoria en el Poder Judicial de Catamarca).
 

 
Hernán Colombo
 
"No le fue fácil llegar hasta donde llegó”
 
"Roque Córdoba es alguien que siempre se esforzó por hacer bien las cosas. No le fue fácil llegar hasta donde llegó: a descollar como médico, con el afán permanente de capacitación. En el colegio siempre se mostró dispuesto a dar una mano al compañero y luciendo con dignidad un amplio sentido de pertenencia de su pueblo natal, en Tinogasta. Éramos un grupo lleno de vida y él estaba siempre alegre, de buen carácter. Le tengo una estima muy especial. Una gran persona, un gran profesional y un verdadero orgullo para Catamarca”. (Hernán Colombo fue compañero de la promoción `67 del Colegio Nacional. Actualmente es secretario de Estado de Desarrollo y Participación Ciudadana del Gobierno de la Provincia).
 

 


 

 

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