Cara a cara

“Hay casos de violencia que están a un paso del femicidio”

Hoy: Emperatriz Márquez
domingo, 12 de marzo de 2017 00:00
domingo, 12 de marzo de 2017 00:00

El pasado miércoles hubo un fuerte pronunciamiento público en el mundo entero con motivo del Día Internacional de la Mujer. La pregunta surgió de manera inevitable: ¿En Catamarca hay una institución que protege a la mujer víctima de la violencia de género? A la respuesta la encontramos en el hogar de protección por violencia de género "Warmi” (término que en lengua quechua significa precisamente mujer). Un grupo humano de alrededor de 20 personas está dispuesto a ofrecer ese amparo tan anhelado por parte de quienes padecen las consecuencias de la agresión física, muchas veces cercano al femicidio. El refugio funciona en inmediaciones de la Maternidad Provincial y allí estuvimos. Acompañada por la subadministradora del establecimiento, Lucy Palacios (exdirectora de Casa Cuna), dialogamos con la directora general, Emperatriz Márquez, cuyos conceptos sobre la problemática forman parte del Cara a cara que todos los domingos propone El Esquiú.com.

 

  -¿Cuántos años de vida tiene la institución?

  -Un año y días. Se inauguró el 22 de febrero del 2016. Forma parte de la ley nacional 26.485, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que en uno de los artículos indica que deben crearse hogares de protección de la mujer en diferentes lugares del país. Lamentable, se hizo efectiva a medias la ley. Catamarca es una de las pocas provincias, juntamente con Entre Ríos y La Rioja, en donde el Estado se comprometió  a la construcción de estos hogares de protección. Hubo uno en Buenos Aires que lamentablemente fue cerrado por la gobernadora (María Eugenia) Vidal el año pasado. Fue una de las prioridades de la gestión de nuestra gobernadora Lucía Corpacci, donde existe una política de género, como también existe una dirección (de la Mujer) dependiente del Estado, que toma la problemática puntualmente. Pese a todo, no es suficiente: porque la violencia de género es un verdadero flagelo de una sociedad patriarcal, donde no solamente el Estado lo debe combatir, sino también es responsabilidad de la sociedad civil.

 

  -En medio de una tarea compleja, ¿cuál es la principal misión del hogar?

  -Es de contención, protección y acompañamiento de la mujer violentada. El camino para llegar aquí se inicia con la detección y la valoración de los casos en situación de violencia; a la derivación la hace la Justicia. Este es un lugar donde se receptan los casos que la Justicia determina como de extrema vulnerabilidad, donde corre peligro la vida de las personas, donde la integridad física está en peligro, lo mismo que su integridad psicológica y emocional, junto a sus hijos. En donde, además, las redes sociales y familiares están ausentes. Esos son los casos de las personas que llegan acá. Es decir, todo lo que provoca la violencia de género. Es un lugar de contención, de empoderamiento de los derechos para que rompan ese circuito de violencia. Las personas que llegan aquí han tenido hasta 8 denuncias, o más. Hay organismos de la sociedad civil y del Estado que trabajan en la articulación con los núcleos familiares; aquí también volvemos la mirada al núcleo familiar, para conocer qué sabe la familia de la situación.

 

  -Detectado el caso de violencia de género, ¿cuáles son los pasos a seguir?

  -Las personas pueden hacer un contacto telefónico o a través de Facebook, o acercarse personalmente a la institución. Pero generalmente la víctima llega primero a la policía, que de inmediato debe comunicar a la unidad judicial del lugar. No más de 20 minutos debe llevar la tramitación y es la Justicia la que determina la vulnerabilidad extrema por lo cual esa persona debe ser alojada en este hogar. Nosotros no podemos albergar de manera directa si una persona nos golpea la puerta y necesita ayuda. Aquí no se trata de un problema habitacional, es una confusión en la que caen muchas personas. Para que se tenga en cuenta: por aquí han pasado ya 65 niños con sus madres y 37 mujeres alojadas, todas con extrema gravedad. Reitero: atendemos los casos derivados por la Justicia, lo que está indicando, se debe denunciar la violencia de género. Es la única manera de hacer un diagnóstico de la situación, si hay que modificar las leyes o ampliarlas, como así también para saber si estamos necesitando mayor presupuesto para atender la problemática. Para esto también debe existir un acompañamiento de todas las organizaciones de la sociedad civil. Ayer (por el miércoles pasado), durante la marcha protagonizada por las mujeres, fueron representadas casi 15 organizaciones que trabajan en la temática del género. Esas organizaciones deberían acompañar a las personas en riesgo a la Justicia, porque es la parte más complicada. Muchas veces nos encontramos con personas que no están preparadas para receptar este tipo de denuncias, especialmente en el ámbito policial; de ahí la importancia de que la víctima esté acompañada por alguien que trabaja la temática del género y conoce los derechos de la mujer.

   -Hubo denuncias puntuales por parte de mujeres violentadas en el sentido de que en determinada unidad policial no quisieron recibirles la denuncia.

  -Es cierto. Conocemos de casos que indican que hicieron hasta su séptima denuncia. Aquí, tanto la policía como la Justicia entran en una dinámica subjetiva, no entienden que esa persona que sufre la violencia de género tuvo que volver a su casa porque existe una dependencia económica grave; es como que no tiene alternativas. Hasta llegan a minimizar una denuncia. Entonces, si la Justicia no ofrece "Warmi”, que la víctima lo pida.

   -Hablemos de la contención que ofrece el hogar "Warmi”.

  -El espacio para la recepción aquí está activado las 24 horas del día y los 365 días del año. Se le prepara la habitación, que incluye a sus hijos, se le ofrece la comida a la hora que llegue y todo lo que sea necesario. Hay un grupo humano con total vocación de servicio y comienza a actuar el equipo interdisciplinario: abogados, trabajadoras sociales y psicólogos. Se comprenderá que inicialmente, la persona víctima de violencia de género, cuando llega acá no tiene ganas de hablar; por eso es que se le prepara un ambiente cálido, de plena contención, de afecto, para que sepa que estamos a su disposición. Hay 6 habitaciones disponibles, con refrigeración y calefacción, con capacidad para 22 personas. Después, cuando esa persona ya quiere hablar, el equipo acciona inmediatamente, hasta para saber si necesitan ropa o atención de la salud. Comenzamos a trabajar con Pami o Anses, porque hemos tenido casos de víctimas adultas mayores de más de 60 años, como así también atendimos a menores de 14 o 15 años.

   -¿Cuánto tiempo permanecen alojadas en este albergue?

  -Depende. Pueden ser algunas semanas o hasta nueve meses. Nuestro protocolo habla de tres meses. Después, la persona tiene que salir con las herramientas posibles para poder romper ese circuito de violencia. Siempre, claro está, acompañada por el equipo interdisciplinario, que continúa por varios meses monitoreando para saber cómo evoluciona el caso. Permanentemente estamos dispuestos a seguir asesorando en cada uno de los casos. No perdemos el contacto con ellas.

   -¿Las mujeres que llegan aquí son, en su mayoría, provenientes de hogares de escasos recursos?

  -No, no hay una determinada condición social. La violencia de género se da en todos los sectores de la sociedad. Hemos recibido consultas de todos los estratos sociales y económicos. Sin duda, las mujeres más desprotegidas son de escasos recursos.

   -Al respecto, ¿cuánto influye la dependencia económica en los casos de violencia de género?

  -Es fundamental, diría determinante. Los casos reiterados de violencia, donde se levantan las denuncias muchas veces, tienen la influencia de la dependencia económica que los hombres ejercen sobre las mujeres. ¿Qué hicimos en el "Warmi” ante esta situación? Generamos una bolsa de trabajo que la manejan los trabajadores sociales. De esa manera, muchas mujeres han salido del hogar y ya estaban en condiciones de alquilar una casa, para no caer en esa dependencia económica de la que hablamos. Hay que tener en cuenta que hay víctimas que vienen con varios hijos, que también necesitan de una contención especial, si bien nuestro principal objetivo es la madre. Fortalecer los derechos de la mujer. Respecto a los niños, muchos son atendidos en Casa Cuna porque nuestro hogar tiene sus limitaciones en cuanto a capacidad receptiva. Mientras, las madres desarrollan una tarea laboral, además de prepararse para otras cuestiones que tienen que ver con la salud, trámites judiciales y otros asuntos de su interés. Queremos que tengan otra mirada de fortalecimiento de los valores que hacen a su persona. Deben aprender a luchar para defenderse solas en la vida.

   -¿Reciben también a mujeres del interior?

  -Sí, hemos recibido a mujeres de Chumbicha, Paclín, Santa María, Belén y Tinogasta, entre otros lugares del interior.

   -Al margen de la dependencia económica, ¿hay otros factores por los cuales muchas veces no se denuncian los casos de violencia?

  -El miedo. El miedo es uno de los factores que influyen para que no se hagan ciertas denuncias. El miedo impide a la mujer a expresarse con libertad, que es uno de sus principales derechos. Les anula su autoestima.

   -¿Han tenido casos en donde una mujer estuvo al borde la muerte?

  -Es tan grave el grado de violencia que viven muchas mujeres, que sabemos de casos de intentos de asesinato. Conocemos de una mujer de Tinogasta que recibió un puntazo en el estómago; otra tuvo atados sus pies durante cuatro meses, lo que le provocó llagas que le dificultaron caminar durante mucho tiempo. Hay casos de violencia extrema que están ahí, a un paso del femicidio, y aquí trabajamos para proteger a la mujer en estas condiciones. Hay que trabajar mucho en la mirada del empoderamiento de los derechos de la mujer, y reitero: dos limitantes terribles son la dependencia económica y el miedo. La instancia de autovaloración es todo un proceso en la mujer, no es inmediato. Por eso es que también estamos pendientes de las mujeres en peligro de volver a caer en la reincidencia de ser golpeada, porque después, la vida sigue siendo problemática para esas mujeres.

   -Si bien la víctima primera es la mujer, detrás están los hijos.

  -Los hijos han vivido la violencia de la peor manera. Aquí han llegado mujeres con 5 hijos, menores de edad y entonces articulamos tareas con la dirección de Infancia y Familia para la atención adecuada de los chicos, particularmente en lo que tiene que ver con el aspecto psicológico.

   -En este hogar, ¿se ha dado una situación tal que algún hombre violento haya venido en busca de la mujer procurando un acercamiento o mostrando algún grado de arrepentimiento?

  -Sí. Por eso tenemos en la puerta una consigna policial, porque aquí están los casos ya judicializados. Acá el ingreso de la persona violentada es voluntario, porque puede ocurrir que elija vivir con algún familiar. Incluso, puede salir a trabajar y es acompañada en casos de que todavía siga teniendo el pánico de volver a ser atacada. Cuando se presentan situaciones de esta naturaleza, de inmediato actúa el equipo interdisciplinario, en este caso un abogado, para hablar con ese hombre fuera del marco de esta institución. Cuando la Justicia nos deriva a una persona, nosotros nos dedicamos al empoderamiento de esa mujer y sus derechos.

   -¿Tiene alguna explicación que con todas las expresiones públicas en favor de los derechos de la mujer se sigan sucediendo, en todo el país, actos de violencia de género que incluso llegan al femicidio?

  -Mire, creo que lamentablemente van a pasar décadas para que la sociedad en su conjunto tome real conciencia de la gravedad de esta situación. Este es un siglo de la visibilización de una cantidad de sectores de una vulnerabilidad extrema, que antes no tenían derechos, que eran como invisibilizados. Uno de ellos, por ejemplo, es la diversidad sexual. El de la mujer es otro caso, porque el machismo, lo patriarcal que viene desde lo cultural, está todavía naturalizado y se manifiesta en algunas tareas. Una tarea pendiente para trabajar en este siglo son las relacionadas con algunas actividades de la mujer que la sociedad le asignó debe realizar: lavar, planchar, cocinar, labores denominadas "cosas de mujeres” y que no están remuneradas. Entonces ese trabajo, que demanda horas de esfuerzo por parte de la mujer, obliga a pensar en una distribución más equitativa de las tareas que le permitan a la mujer no resignar cosas como estudiar, capacitarse, tomarse vacaciones o realizar actividades artísticas. Cuando estuve en el Inadi, trabajamos sobre este tema durante dos años, explicando qué es la tarea de cuidado que muchas no entendían. Es una asignatura pendiente: lograr una paridad en todos los quehaceres de la vida. Este es un siglo de mucha movilidad, donde es necesario no desesperarnos, sino más bien preocuparnos. Existe una legislación muy importante, tanto a nivel nacional como provincial. Seguramente faltan muchas por hacer, pero hay herramientas para comenzar a actuar. Creo que es necesaria la creación de un juzgado específico de familia y violencia de género. Es propuesta de la Gobernadora que sea creado ese espacio judicial, un espacio que no minimice ni haga menos la situación de violencia de género, especialmente cuando la mujer va a denunciar. Es como que, al momento de este hecho, la hacen sentir "culpable” a la mujer con respuestas como "ya lo denunció varias veces, arregle el problema en su casa”. No puede ser.

   -¿Se han detectado casos de otros tipos de violencia, como la sexual por ejemplo?

  -Mire, nos dimos cuenta que algunas mujeres tapan algunas cosas demasiado graves de sus vidas. Como que les da vergüenza contarlas, y es aquí donde se hace necesario intensificar el trabajo psicológico. Entendemos que también debemos tener respeto de hasta dónde quieren llegar con cada una de sus situaciones.

   -¿Trabajan con instituciones que tienen que ver con la defensa de los derechos humanos?

  -Lo hacemos de manera articulada con la dirección de Derechos Humanos. Hubo un caso puntual que llegó a ellos, muy conflictivo, y trabajamos mancomunadamente en ese proceso.

   -¿Cuál es el promedio de edad de las mujeres alojadas en este hogar por violencia de género?

  -Hemos tenido casos de cuatro menores de edad y adultos mayores de más de 60 años, pero el promedio de edad va entre 30 y 40 años.

   -Llegamos a la conclusión de que la mujer víctima de la violencia de género en Catamarca tiene un lugar de contención en este hogar

  -Con toda seguridad. Existen muy pocos lugares como éste en el país, creado y mantenido por el Estado, con un presupuesto especial para el funcionamiento de la institución.  Destaco este hecho porque por lo general este tipo de instituciones de albergue son manejadas por organizaciones de la sociedad civil.

   -En su calidad de mujer, ¿qué le diría a una mujer víctima de violencia de género?

  -Lo primero que le diría es que haga la denuncia correspondiente, que no esconda el caso. Que cuente todo lo que le pasa, por más grave que sea la situación. Que nos llame cuando quiera, porque aquí atendemos todos los días del año, sea feriado, fin de semana o Navidad. La víctima debe exigir que le tomen la denuncia en la policía o la unidad judicial más cercana. El silencio, en estos casos, es el peor enemigo.

Por Kelo Molas

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Comentarios

13/3/2017 | 11:19
#149006
esa directora es una garantia de compromiso y humanidad

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