Hoy: Alejandro Pachao

Cara a Cara: “No tengo la más mínima duda de que la Policía mató a mi hijo”

domingo, 18 de junio de 2017 00:00
domingo, 18 de junio de 2017 00:00

Por Kelo Molas

 En el Día del Padre, pusimos la mirada en un padre del dolor. Ese hombre que muchas veces vemos en Plaza 25 de Mayo, solo, sentado en un banco, con la foto de su hijo Diego Iván a la par, por cuya muerte reclama justicia.
 
Hombre humilde, vecino del Bº Eva Perón y decidido a luchar por la verdad de la que, según su firme idea, está convencido: que la Policía mató a su hijo.
 
El Cara a cara de hoy representa un reconocimiento a un papá que peregrina por las calles de la ciudad pidiendo que no haya impunidad en el caso de su hijo. Este es el pensamiento de Telmo Alejandro Pachao.
 

  -¿En qué circunstancia se entera de lo  que le pasó a su hijo?

  -Estaba trabajando en tareas de construcción en la casa del comisario, ya retirado, (Raúl) "Pelusa” Córdoba. El arresto de mi hijo fue el día domingo 11 de marzo y esto que le estoy contando fue el lunes 12 de marzo de 2012. Me sonó el teléfono y era mi hija Alejandra para decirme que vaya rápido al hospital San Juan Bautista. Me dijo: "Vení rápido porque a Dieguito lo trajeron desde la comisaría Séptima en grave estado. Ahí me entero de que a mi hijo lo habían arrestado cuando andaba con Mario Leonel González, que le dicen "Bigote”. Cuando llegué al hospital, Claudia (Liliana Véliz), mi mujer, estaba afirmada en la pared del pasillo que da al sector de terapia. Ahí la madre me contó que a las 10 de la noche del domingo fue a llevarle comida a mi hijo en la comisaría Séptima y le rechazaron el pedido, tampoco le permitieron que lo viera a Dieguito. La agente María del Carmen Guadalupe Acevedo le decía que no se haga problemas, que todo estaba bien. Después habló con el oficial Bulacios, que fue quien arrestó a mi hijo, y le dijo lo mismo. En esos momentos le estaba dando la libertad a Mario González. También le informaron a la mamá que al otro día le darían la libertad a Diego. Fue allí cuando la mamá preguntó: "¿Y por qué le dan la libertad a González y no a mi hijo?”, recibiendo como respuesta del oficial Bulacios que mi hijo estaba dormido y que cuando se despierte iba a quedar en libertad. En determinado momento, la agente Acevedo salió a los gritos de la celda donde estaba mi hijo, diciendo que estaba descompensado, que lo veía mal. Afuera ya estaba la ambulancia del Same, es como que todo estaba preparado, pero no querían que se entere la madre de Dieguito. Mi hijo estaba totalmente ensangrentado, casi desnudo; así lo sacaron en camilla para llevarlo al hospital. Según me contó mi señora, tenía sangre pegada en el pecho, con lo cual todo lo que había dicho la agente Acevedo eran mentiras. Cuando llegué el lunes al hospital pude ver a mi hijo. Yo le hablaba y le preguntaba qué había pasado, le tocaba la carita; él creo que me escuchaba pero no respondía, recuerdo que le saltaban las lágrimas. La madre me contó en ese momento que le dijeron que mi hijo llegó al hospital casi en estado de muerte cerebral y yo le contesté que lo había visto llorar, que para mí estaba vivo y podía salvarse. 
 
 
-¿Cuántos días estuvo internado su hijo?
 
 -Estuvo hasta el miércoles 14 de marzo y a las 7 de la mañana me informaron que había fallecido.
 
 
  -¿Su hijo, antes del arresto, había protagonizado una pelea con unos amigos?
 
  -Ese es el invento de la Policía que se incorporó a la causa para desvirtuar la verdad de los hechos. Mi hijo nunca peleó en la avenida Los Terebintos. A mi hijo lo arrestaron por averiguación de medios de vida y por protestarle a los policías que querían arrestar a su amigo Mario González.  Le protestó a la Policía, eso es cierto, pero nada más.
 
 
-¿Cuándo comienza a sospechar que a su hijo lo mató personal policial de la comisaría Séptima, según su convencimiento?
 
  -El mismo día que lo vi por primera vez en el hospital, esto es  el lunes 12. Recuerdo que hasta el hospital llegaron el comisario Méndez y el subcomisario Quevedo, quienes me hablaron en un apartado y ambos, mirándome a la cara me dijeron: "Los policías que le pegaron a tu hijo van a ser separados de la institución y van a ser juzgados como tiene que ser”. Ellos sabían perfectamente a qué policías se referían porque todo estaba asentado en el libro de guardias, pero no sabían con certeza qué policía le dio el golpe final a mi hijo, porque a Dieguito lo desnucaron a patadas. En el hospital me entregaron la tomografía computada que le hicieron a Dieguito y me fui a Tucumán para que la viera el Dr. Rivadeneira, un neurólogo al que veía por primera vez, quien me dijo que mi hijo tenía lesiones y hematomas en el costado izquierdo de la cabeza, producto de los golpes. Me ratificó también que eran lesiones contundentes.
 
 
-Usted no tiene dudas, por sus declaraciones, que la Policía mató a su hijo.
 
  -¡Es que la Policía lo mató! Los fiscales dicen que hay indicios de los golpes recibidos por mi hijo, entonces me pregunto: ¿por qué no culpan a los policías que lo agredieron? Todo ocurrió con mi hijo arrestado en la comisaría Séptima. ¿Por qué no dejaron asentado en la historia clínica  la paliza que le dieron en la comisaría? Es indudable que armaron todo para salvar a los policías, aquí hay una concurrencia de factores para proteger a los responsables de la muerte de mi hijo, no por casualidad  la Policía está como está hoy. Le repito: no tengo la más mínima duda de que la Policía mató a mi hijo. Es más, un policía al que no quiero nombrar para no comprometerlo, me dijo: "Se les fue la mano a los changos de la Séptima”. Cuando le pregunté qué me quería decir con eso, me respondió: "Y sí, algunas veces pegan mal”. También los fiscales me quieren convencer de que a veces los policías se ven obligados a usar la fuerza. No me van a convencer fácilmente con ningún pretendido justificativo que los asesinos de mis hijos estén libres.
 
 
  -Después vinieron las marchas reclamando justicia.
 
-A los pocos días de la muerte de Dieguito comenzamos a reclamar justicia.
 
 
  -Hoy, ¿en qué estado está la causa?
 
  -Debo decir que el expediente de la causa fue manoseado desde el comienzo. Había elementos de pruebas suficientes para culpar a los policías que mataron a mi hijo, pero luego se fueron incorporando otros elementos para provocar dudas y, como se dice, embarrar la cancha. Hemos pedido en más de una oportunidad el cambio de calificación legal y jamás se nos escuchó. La carátula del caso sigue como el primer día, es decir vejaciones e incumplimiento de los deberes de funcionarios públicos. Mire, los fiscales dicen que  imputan a estos policías porque ellos creen que hay entre 3 o 4 policías que golpearon a mi hijo pero que no pueden calcular el horario exacto de los hechos, de allí la calificación legal de vejaciones. Se habla mucho sobre los derechos humanos y esas cosas, pero no entiendo: los fiscales admiten que los policías  golpearon a mi hijo y hablan de incumplimiento de los deberes de funcionarios públicos. Nunca aceptaron nuestro pedido de cambio de carátula, que es tortura seguida de muerte. A ver,
¿cómo puede ser posible que una persona entre a una comisaría en buen estado de salud y salga de allí para tres días después estar en un cajón? ¡Y los fiscales se aferran a imputar a los policías solamente por vejaciones!
 
 
-¿Su hijo fallecido estuvo detenido alguna vez?
 
  -Nunca. La Policía no tiene qué hablar de mi hijo. Pedimos los antecedentes de mi hijo y nunca nos quisieron dar. Se lavan las manos diciéndonos que él ya falleció. Quiero que digan si mi hijo estuvo arrestado en alguna comisaría, o que haya sido denunciado por algo.
 
 
-¿Diego estudiaba o trabajaba en algo?
 
  -Estaba estudiando en la escuela del barrio 250 Viviendas, por la noche. Trabajaba en la construcción, era un changuito que ya sabía colocar cerámicos, levantaba paredes. Era un chico que ya tenía conocimientos en la construcción; lo llevé a laburar conmigo desde los 13 años. Yo me dediqué siempre a la construcción.
 
 
-¿Usted sabe qué hacen hoy los policías involucrados en la causa?
 
-Todos están trabajando, pero en diferentes lugares de la provincia, como ser Coneta, San Isidro (Valle Viejo), uno estaba manejando un móvil de la comisaría  Primera. Del resto no sé nada.
 
 
-¿Tuvo la oportunidad de encontrarse en la calle con algunos de esos policías?
 
-Me crucé con un policía que no está imputado en la causa pero que está muy nombrado en el expediente, que se llama Fabián Vizcarra, cabo primero. Le dije: "Vos sabés todo, porque estuviste allí cuando sucedieron los hechos con mi hijo; si vos no sos uno de los que mataron a mi hijo, por lo menos decime quién le dio los golpes mortales”. Me dijo que no sabía nada de lo ocurrido. El encuentro fue en un supermercado de avenida Acosta Villafañe, él estaba trabajando como personal de seguridad; ahí nomás pedí hablar con un directivo del súper y le conté que ese policía fue uno de los que arrestó a mi hijo, eso está asentado en el libro de guardias.
 
 
-¿Tuvo la oportunidad de hablar con algún fiscal de la causa y si así fue, qué le dijeron?
 
-Tuve la ocasión de hablar en dos ocasiones. Una vez con el Dr. Marcelo Sago y otra con el Dr. Miguel Mauvecín. Para mí, fue como una burla. Me dijeron que la Justicia es lenta, pero en este caso sostengo que  la Justicia no es lerda, es más bien cómplice. No hay nada que indique que las personas involucradas son los culpables, en este caso los policías. Tengo sospechas de que todo irá para atrás; imagínese, ya pasaron 5 años de la muerte de mi hijo.
 
 
-¿Alguna vez alguien le ofreció dinero para que se llame a silencio y no proteste más?
 
-Sí, un tipo me habló de dinero. Una vez, cuando salíamos del Hospital San Juan Bautista, alguien nos habló para que le firmemos el poder a un tal Patricio Casanova, un abogado al que no conocíamos. Con el abogado nos juntamos en un estudio cerca del casino y nos dijo que le teníamos que firmar un poder para que él pueda comenzar a trabajar en el caso. Le firmamos el poder y cuando nos volvíamos al hospital nos dijo: "Aquí puede haber un millón trescientos mil pesos para cobrar por lo que le hicieron a su hijo”. Mi esposa le respondió: "Lo que nosotros queremos es que los que mataron a nuestro hijo vayan presos; no queremos plata, queremos que se haga justicia”. Yo le dije al abogado: "Usted trabaje para que condenen a los policías que asesinaron a nuestro hijo y hágase quedar toda la plata que quiera”. Ese abogado duró poco tiempo, porque ni siquiera pidió que se investigaran los hechos como corresponde. Después hubo otro abogado que nos hablaba de que podíamos agarrar un millón y medio con la muerte de mi hijo; por suerte no está más con nosotros. Una cosita que me estoy acordando ahora y quiero contarla. Cuando fui a Tucumán y hablé con el Dr. Rivadeneira, él me confirmó algo importante: jamás mi hijo pudo haber caminado tantas cuadras el día que lo arrestaron en el estado que lo sacaron de la comisaría para llevarlo al hospital. Las lesiones en la cabeza son graves, nadie puede caminar en esas condiciones, me dijo el médico tucumano después de ver la tomografía computada. Por eso digo que estamos en presencia de un expediente sucio y manoseado desde la raíz, porque todo indica que los policías asesinaron a mi hijo.
 
 
-¿Habló alguna vez con algún jefe de Policía?
 
-Sí, en dos ocasiones. Pero se fueron en promesas nomás. Me dijeron que se iban a ajustar a lo que dictamine la Justicia.
 
 
-En muchas oportunidades lo vimos sentado, solo, en un banco cerca del mástil de Plaza 25 de Mayo, con la foto de su hijo y pidiendo acompañamiento en su reclamo de justicia. ¿Se siente solo en esta lucha?
 
-No. Cuando salgo todas las mañanas me persigno ante la foto de mi hijo, porque es como mi santo, mi ángel. Siento que él está a mi lado permanentemente, por eso nunca voy a estar solo. Cuando lo dejé en la tumba le prometí que siempre íbamos a estar juntos (se emociona hasta las lágrimas) y le pedí que me diera todas las fuerzas para aprender a  hablar y entender todo lo que hay legalmente en la causa. Que me ayude a buscar la verdad y estoy seguro de que él me acompaña. Le pedí que se metiera en mi sangre, en mi alma, en mi cuerpo, para seguir pidiendo justicia. De algo estoy seguro: no me van a callar, no voy a quedarme callado nunca hasta que se sepa la verdad y condenen a los asesinos de mi hijo. Tarde o temprano van a tener que pagar. Y si  a mi lado o detrás mío no hay personas que me acompañen en el pedido de justicia, no importa, siento que mi hijo me acompaña y vale como un millón de personas. Mi hijo representa la verdad para mí, y yo con la verdad voy a llegar más lejos de lo que muchos se imaginan.
 
 
-¿Sabe que le espera un largo camino por recorrer?
 
-Sí. Lo sé. Pero no voy a aflojar hasta ver  presos a los asesinos de mi hijo. Le adelanto que estoy haciendo un trabajo para mostrar en las próximas marchas de pedido de justicia. Quiero que se lean y se vean los nombres de todos los que están imputados en la causa, porque todos están manchados. Los policías que mataron a mi hijo están libres porque muchas personas que intervinieron en la causa no tienen el coraje de decir la verdad; y yo los voy a dar a conocer a uno por uno. Hay funcionarios de la Justicia, policías y muchos otros.
 
 
-¿Se ha sentido discriminado en alguna ocasión?
 
  -No me sentí discriminado, pero sí puedo decir que no me respetaron en muchos casos.
 
 
-En este domingo, Día del Padre, no le será un día fácil en su vida.
 
-Iré a visitar a mi hijo y luego estaré con mi padre (Pablo Pachao), que tiene 98 años. A mi mamita lamentablemente la perdí  hace poco tiempo, sin que conociera la verdad de lo que le pasó a mi hijo. Ella siempre me alentó a luchar por la verdad en este caso. Hace rato cuando me preguntó si me sentía solo en esta lucha, debo decirle también que muchas veces me siento impotente y con mucha bronca cuando veo que las personas no se involucran, no se comprometen en un pedido de justicia que no admite indiferencias. 


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Comentarios

18/6/2017 | 22:06
#149006
Siga luchando Sr. la Justicia tiene que llegar, no baje los brazos. Mucho de lo que Ud. dice lo pensamos todos como una sensación, un escozor que corre el cuerpo. Dios nos libre y nos proteja de caer en manos de la Justicia.

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