Cara a cara

A 50 años de una iniciativa histórica: la primera Fiesta Nacional del Poncho

Hoy: Armando Raúl Bazán
domingo, 9 de julio de 2017 17:51
domingo, 9 de julio de 2017 17:51

Además de reconocido y prestigioso historiador de Catamarca, tuvo la responsabilidad de pronunciar el discurso inaugural de la Primera Fiesta Nacional del Poncho, el 5 de julio de 1967. Cincuenta años después, haciendo gala de una memoria extraordinaria luego de haber cruzado el umbral de los 90 años, cuentas sus vivencias y las razones que impulsaron a la creación del acontecimiento artesanal-cultural que se apresta a celebrar sus Bodas de Oro. Por segunda vez, el gusto de tener como protagonista en este espacio a un nombre que escribió y forma parte de la historia de Catamarca: Armando Raúl Bazán.

 

-Hoy (por el miércoles pasado) se cumplen 50 años del discurso inaugural de la primera Fiesta Nacional del Poncho, que estuvo a su cargo en su calidad de subsecretario de Economía y Asuntos Rurales de la Provincia. ¿Cuál es su reflexión medio siglo después?

-Es así. Del área dependía la dirección provincial de Turismo y por ese motivo tuvimos una importante participación en la puesta en marcha de la fiesta. (Federico Raúl) Argerich era el director de Turismo y recuerdo que la idea de una fiesta andaba rondando entre nosotros, en el ambiente que compartíamos. Ya en la gestión anterior, del gobernador Armando Navarro, algo ya se había hablado de una realización de este tipo, porque era una época donde estaban caminando con mucho éxito los festivales. Cosquín, en Córdoba, era un claro ejemplo convocando multitudes, cambiándole la vida al pueblo. Yo asistí a Cosquín en una oportunidad, anterior al primer Poncho y comprobé que realmente era una multitud la que acompañaba al festival. Debo aclarar que Cosquín se apoyaba fundamentalmente en el espectáculo, en cambio aquí teníamos que hacer una fiesta que además de estimular al movimiento turístico para Catamarca, tuviera un contenido cultural y ese contenido cultural está definido en el decreto (Nº 645) que tuve la responsabilidad y satisfacción de redactar. Entonces, por un lado Catamarca tiene las condiciones para una política turística importante por sus bellezas naturales, por ejemplo la zona a la que llamo el "corazón verde” de la provincia, que es el departamento Ambato con localidades tan hermosas como El Rodeo, Las Juntas, La Puerta y otros rincones igualmente bellos. Pero al mismo tiempo, como lo dije el 5 de julio de 1967, tenemos que mostrar lo que el pueblo sabe y lo que el pueblo hace. De ahí que se organizaron certámenes de distintas actividades, no únicamente desde el punto de vista artesanal, sino también de carácter intelectual y cultural, como los premios instituidos a la composición musical, ya que en esos tiempos Catamarca tenía autoridad en la materia. Estaba la obra de Manuel Acosta Villafañe, estaban también Atuto Mercau Soria, Polo Giménez, Selva Gigena, Margarita Palacios; gente que tenía presencia en el escenario nacional, incluso en programas de horarios importantes de radio El Mundo. Está el caso de Margarita Palacios, yo la escuchaba cantar al mediodía por radio El Mundo. Entonces, teníamos en claro que había que poner a Catamarca en el escenario nacional, para que los flujos turísticos que llegaran valoraran las artesanías catamarqueñas. Y nosotros tenemos a la más noble expresión de la artesanía: el poncho, especialmente el poncho de vicuña. Cuando se trata de obsequiar a jefes de Estado que visitan la Argentina, lo primero que se piensa es en un poncho o una manta de vicuña, la prenda de mayor jerarquía y nobleza que existe.

 

  -Así fueron entonces los primeros pasos de la Fiesta Nacional del Poncho.

  -Queríamos premiar a los artesanos de todos los departamentos. Teníamos que revalorizar a las teleras de Belén, de Santa María, de toda la zona de Las Chacras; la artesanía en cuero que estaba muy deprimida, olvidada; las colchas de Tinogasta, sobre las que una artesana decía: "Mi cama es un jardín”, porque tenía una colcha llena de flores. Una cosa para tener en cuenta: nosotros hicimos la fiesta con el tiempo necesario, ya que el decreto se firmó el 27 de marzo y desde ese día nos pusimos a trabajar. Quiero destacar una iniciativa en particular del profesor (Raúl Federico) Argerich, que fue el Festival del Cine Argentino en el marco de la Fiesta del Poncho, con una muestra retrospectiva, teniendo en cuenta que en esos tiempos el cine argentino estaba pasando por un muy buen momento. Vinieron figuras destacadas como Mirtha Legrand, Amelia Bence, el director Lucas Demare, Santiago Gómez Cou y Osvado Catone, entre otros. Ahora habría que invitarla a la señora Mirtha Legrand, que en aquella época era una mujer joven y linda. También vino el presidente (Juan Carlos Onganía) de la Nación. La primera Fiesta del Poncho tuvo los mejores auspicios y presencias.

 

  -Digamos que el Poncho nació pisando fuerte.

  -Así nació: muy bien sostenido. Y los resultados compensaron el esfuerzo empeñado. Recuerdo que el profesor Argerich tenía un equipo de colaboradores muy eficientes, entre los que recuerdo a Ramiro Espoz Saavedra, que andaba en todo lo que tenía que ver con la música folklórica y tenía un programa radial que se llama "Esta noche serenata”, que ahora lo hacen en radio Valle Viejo.

   -Dijo anteriormente que "la idea andaba rondando”. ¿En qué momento deciden hacer la Fiesta Nacional del Poncho?

  -Yo asumí como subsecretario de Economía y Asuntos Rurales a fines de enero de 1967 y poco tiempo después le dijimos al gobernador: "Hay que hacerla”. Le pedí al profesor Argerich que presente un programa, un proyecto. Recuerdo que en el país, desde el punto de vista del espectáculo, había excelentes conjuntos folclóricos, muchos de los cuales han desaparecido. Pero vamos a admitir que en calidad, el país ha perdido terreno en materia de espectáculos folklóricos; ya no están los poetas y músicos salteños, por ejemplo, que renovaron el folklore. Nosotros lo trajimos a Jaime Dávalos, un amigo personal, que decía las glosas de la fiesta y que después publicó un poemario sobre la Fiesta Nacional del Poncho.

   -¿Qué lo inspiró para el mensaje de la jornada inaugural del primer Poncho?

  -Hice una valoración de lo que representa una sociedad. Insisto: dije en aquella oportunidad que tenemos que mostrar lo que nuestro pueblo sabe y hace. Sobre esa base se hizo el discurso, teniendo como eje a las artesanías, que necesitaban un estímulo importante, como también lo necesitaban los poetas y los músicos, esto ya en el plano cultural. Convengamos que ahora ya no tenemos a un Polo Giménez, Atuto Mercau Soria ni a Margarita Palacios, por nombrar a algunas figuras de esa época. En este sentido, hemos perdido un capital, un valioso capital humano. Considero que con iniciativas como esta hay que estimular de manera considerable la creación poética-musical.

   -¿Sintió hace 50 años que la gente se había interesados en el Poncho?

  -¡Evidentemente! Aquella primera fiesta tuvo una convocatoria muy importante desde lo turístico, más la adhesión de los catamarqueños de todos los departamentos. Vino gente  muy representativa para conocer la fiesta desde distintos puntos del país.

   -Su discurso inaugural tiene plena vigencia por su contenido.

  -Exacto. Tiene plena vigencia, en primer lugar,  porque mi formación cultural hace que mantenga intactas aquellas ideas. Además, ello se puede ver reflejado en mi trayectoria como historiador y autor de 14 libros, entre los cuales hay dos que hablan de la historia de Catamarca.

   -De aquellas figuras, recientemente nos dejó Anita Martinena, la primera locutora de la fiesta.

  -Una pérdida sentida, sin lugar a dudas, por todo lo que nos dejó. De aquella generación que hizo el primer Poncho, la mayoría ha desaparecido físicamente, pero quedan algunos testimonios. Yo espero que esta fiesta de los 50 años tenga el éxito que se merece. Recuerdo que el encuentro de 1967 tenía delegaciones representativas de todo el país.

   -Cuando comenzaron a pergeñar el primer Poncho, ¿algo les hizo pensar que podía fallar, que no todo iba a salir como lo planeado?

  -No. Nunca pensamos con algún grado de duda. Estábamos convencidos de que llevábamos adelante una iniciativa importante como política turística y política cultural. De modo que nunca dudamos sobre lo que queríamos y los resultados nos dieron la razón. Recibimos un importante aporte del flujo turístico y debo decir que no hubo tantos aportes del sector privado. Sabido es que Catamarca depende demasiado de la gestión pública para desarrollar el turismo, en muchos sitios turísticos que tenemos se nota la ausencia de la inversión privada. Eso ya me lo decía el profesor Argerich: "No hemos logrado el compromiso como esperábamos del sector privado, en la misma medida de la inversión realizada por el gobierno”, porque indudablemente se gastó dinero para organizar la primera fiesta.

   -Otro sello distintivo de los que organizaron el primer Poncho era la unidad que distinguía al grupo.

  -Era aquel un grupo muy unido, con referentes de distintos sectores de la sociedad catamarqueña. Recuerdo que estaba el padre (Ramón Rosa) Olmos, que tuvo a su cargo una conferencia sobre la fundación de Catamarca.

   -También eran portadores de una idea virtuosa de que se estaba construyendo una fiesta que perduraría en el tiempo.

  -Nosotros no agotábamos la iniciativa en algo que dure una semana. Porque insisto: Cosquín era una fiesta solamente de espectáculos folklóricos, en base a que en esos tiempos el folklore argentino, especialmente en la década del ‘60, estaba pasando por un momento brillante, por creadores, por músicos y por intérpretes. Pero esto del Poncho tenía que tener, además, un profundo contenido cultural, mostrando la dinámica de la sociedad catamarqueña en su conjunto, partiendo de la base de la cultura.

   -Creemos que todo lo mucho y bueno que tiene para mostrar Catamarca no se debe agotar únicamente en la Fiesta Nacional del Poncho.

  -¡Evidentemente que no! Yo celebro que aquella iniciativa nuestra de poner en marcha el Poncho haya perdurado y tenga la vigencia que tiene. Porque hay que advertir que en Catamarca son muy pocas las cosas que perduran en el tiempo. Son muchas las instituciones que nacen con un objetivo de gestión cultural y en determinado momento pasan a ser solamente un rótulo. Veamos por ejemplo, en el orden cultural, es una excepción la Junta de Estudios Históricos, que ha cumplido 80 años, celebrados el año pasado. Su creación se llevó a cabo en la celda del Padre Esquiú y uno de los miembros fundadores de la Junta, lo vamos a recordar ahora, fue el padre franciscano Antonio de Jesús Lobo, que tiene un proceso abierto de beatitud y canonización. El mismo que fue el creador de una gran institución como es el Hogar Pan de los Pobres. Aquella Junta de Estudios Históricos es una entidad nacida con la gente más representativa de distintos sectores de Catamarca, entre ellos algunos sacerdotes. Recuerdo que a la Junta me incorporé en el año 1953, cuando tenía 27, algo que fue un estímulo importante para mí porque me comprometió en investigaciones históricas al mismo tiempo que era profesor en el Instituto del Profesorado.

   -De acuerdo a lo que indica el Álbum de Oro de la Primera Fiesta Nacional del Poncho, se destaca con nombres y apellidos, aparte de los funcionarios, a los integrantes de las distintas comisiones, subcomisiones, auxiliares administrativos, choferes y colaboradores de todos los sectores. En síntesis: todos se habían puesto la camiseta del Poncho.

  -Exactamente. Hubo una fuerte concurrencia de empeños personales para que la fiesta fuera un éxito. Yo estuve en las dos primeras ediciones del Poncho y no son pocos los memoriosos que dicen que fueron las mejores, algo que valoro mucho. Es que todos, los que nos visitaron y los propios catamarqueños, asumieron una actitud de compromiso con la fiesta y con Catamarca; recuerdo que la señora Mirtha Legrand dijo hace 50 años: "Me siento catamarqueña”. Así lo declaró a la prensa después de haber vivido la experiencia del primer Poncho.

   -De más está decirle lo saludable que representa para nosotros que Usted nos pueda contar, con la lucidez que lo caracteriza, aquella experiencia de hace medio siglo.

  -Asumí y tengo el compromiso de ser representante de Catamarca en el campo de la cultura. Mi labor como historiador e investigador ha sido reconocida por gente muy importante en el país. Porque la explicación de la historia argentina no viene solamente dada desde Buenos Aires, porque no hay que olvidar que algunas historias han escrito haciendo de la Plaza de Mayo el centro de toda la iniciativa. Hay cosas importantes que se han hecho en las provincias del interior y eso tenía decirse y yo lo hice a través de los libros escritos.

   -Nos han dejado un legado como el Poncho. ¿Cree que, con aciertos y errores, ese legado se mantiene intacto?

  -El hecho de que la fiesta siga viva demuestra que sí, sobre todo, como decía anteriormente, en una provincia donde las iniciativas no perduran. El Poncho, se ve, está arraigado muy fuerte en el ánimo de la gente y por eso se lo sigue haciendo, aún con sus variantes políticas. Considero entonces que aquel legado se mantiene firme.

   -¿Cuál es el valor más sustentable que tiene la fiesta para el país y los propios catamarqueños?

  -Hay que mantener la jerarquía de la Fiesta Nacional del Poncho para que siga representando un mensaje cultural de Catamarca para toda la Argentina. Es ese su principal desafío.

   -Usted, junto a un grupo de creadores y hacedores del Poncho, forma parte de una nómina de homenajeados por los 50 años de creación del Poncho.

  -Celebro que se reconozca a la gente que tuvo que ver con la iniciativa primera.

   -Debe ser lindo contarles a sus hijos y a sus nietos que forma parte de la historia de Catamarca. ¿Qué siente?

  -Bueno, son muy generosos sus halagos. La satisfacción que tengo es haberle dejado a mis hijos un nombre, un nombre representativo logrado merced al trabajo, la dedicación y la investigación para darle al país, desde el punto de vista de la historia, un enfoque distinto desde el interior.

   -Desde lo personal, ¿le ha quedado algo sobre lo que le hubiera gustado escribir y no pudo hacerlo?

  -Creo que no. El último libro que escribí, que lo presenté hace dos años, lo he titulado "Personalidades benefactoras de mi destino”. Es un testimonio de gratitud de quienes me ayudaron a alcanzar las metas soñadas, desde que era muy joven.

Por Kelo Molas

 

 Bazán, el 5 de julio del ‘67 | El discurso primero

 

 Bazán (centro) junto al entonces presidente de la Nación Juan  C. Onganía y el artesano santamariano Dionisio Chuchuy, en 1967, durante la inauguración del primer Poncho.
 

 

 

Lo que sigue es una síntesis del discurso inaugural de la primera Fiesta Nacional del Poncho, pronunciado por Armando Raúl Bazán el 5 de julio de 1967:
"El más alto simbolismo de la exposición de las artesanías catamarqueñas es lo que hoy inauguramos como parte fundamental de la Fiesta Nacional del Poncho. El Gobierno de la provincia ha querido con esta iniciativa demostrar al país que un pueblo que cuenta en su seno con gran número de hábiles de artesanos es un pueblo rico y valioso, aunque la pobreza sea la compañera inseparable de sus días; el amor que las gentes de esta tierra profesan a las tradiciones manuales heredadas de sus antepasados, de quienes recibieron el bautismo de la sangre y de la fe religiosa. La tierra de Esquiú tiene energías creadoras que pueden movilizar al servicio y engrandecimiento; que ella tiene capacidad colectiva para trabajar en torno de grandes y comunes objetivos. Ello nos infundirá la certidumbre de que podemos conquistar el futuro en la medida de que sepamos responder al desafío que nuestro tiempo presente nos propone. Aquí están los trabajos y los días del pueblo catamarqueño. Que su valoración nos sirva de estímulo para seguir bregando por un estado más próspero para nosotros y para nuestros hijos”. (Del Álbum de Oro de la Primera Fiesta Nacional del Poncho)

 

 

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