Cara a cara

El hombre al que la danza lo ayudó a vivir

Hoy: “Pepe” Díaz.
domingo, 25 de febrero de 2018 00:00
domingo, 25 de febrero de 2018 00:00


Tiene una trayectoria de ¡65 años de bailarín! Y sigue… “hasta que me vaya”, según sus propias palabras. Su modestia, por todos reconocida, representa un verdadero cachetazo a la soberbia. No tiene necesidad de mostrar su carnet de danzarín profesional. Dice que baila con pasión y que el baile es su vida (¡como si hiciera falta la aclaración!). No se mide a la hora de elogiar a los colegas, lo que habla de su generosa actitud en la vida. Es un agradecido de la danza, de amigos como Carlitos Martínez y de uno de sus profesores, el desaparecido director de “Flor de Tusca”, Juan Carlos Lugones, “quien me consiguió un laburo (en el antiguo IPPS) y me pude jubilar”. Nadie lo conoce por sus nombres y apellido: José Antonio Díaz. Para todos, es el “Pepe” Díaz. El bailarín. El protagonista de este Cara a cara.


  ¿En qué etapa de  tu vida descubres que querías ser bailarín?
  Fue cuando era muy niño. Mi mamá me llevó al conservatorio “Mario Zambonini” (en esa época por calle Maipú entre San Martín y Chacabuco), donde hice los primeros pasos de baile. Tenía a dos grandes profesores como lo fueron Nacha Bares y Olga Moreno. Allí fui dos o tres años y, de paso, esperando que me busquen de mi casa, me inscribieron en la clase de poesía y declamación. Después fueron pasando los años y me recibí como profesor de danza. Luego, siendo más chango, un poco más grande, la profesora Olga Moreno me incorporó a su conjunto de danzas. Antes se denominaban así: conjunto de danzas o conjunto de baile, lo que ahora llamamos ballet. El  conjunto de danzas se llamaba “José Ramón Luna”, un gran poeta catamarqueño. Me acuerdo de algunos compañeros de esos tiempos: Chito Vergara, Nena Figueroa (una gran bailarina), por ejemplo. En esa época se competía para armar la delegación para ir a Cosquín. Te estoy hablando cuando tenía alrededor de 14 años. En una de esas idas a Cosquín fuimos con Silvia Zerbini, quien hoy es la directora del Ballet Folklórico Nacional. Pasé posteriormente a formar parte del ballet “Flor de Tusca”.


  ¿Estamos hablando de más de 50 años con la danza?
  Cuando mi mamá me llevó al conservatorio “Mario Zambonini” tenía 8 años, hoy tengo 73. Saquemos la cuenta: 65 años con la danza. Desde los 8 no paré más. Con “Flor de Tusca de Tusca” participamos de la primera edición de la Fiesta Nacional del Poncho (julio de 1967), junto a  (Luis Manuel) “Manolo” Rodríguez, Jorge Collantes. “Manolo” era ya un referente de la danza y para mí lo sigue siendo; sabe mucho, es buena persona y como profesor era muy exigente (un paréntesis en la charla: según el Álbum de Oro de la 1ra. Fiesta Nacional del Poncho, el ballet “Flor de Tusca”, además de los nombrados, lo integraban Selva Castro, María Teresa Collado, Jovita M. Fernández, María A. Serrano, Yolanda R. Vizgarra, Miguel G. Martínez y era dirigido por el profesor Juan Carlos Lugones). En cuanto a Juan Carlos Lugones, aparte de ser un excelente hombre, era muy buen profesor. Con él aprendimos muchísimo y nos llevó por numerosas partes. Debo decir que el baile me llevó por muchas partes, incluso fuera del país por cuatro veces. Te cuento: tengo un carnet de bailarín profesional que me otorgó, como a otros bailarines, el maestro (“El Chúcaro”) Santiago Ayala; un carnet que nunca lo mostré en ningún lado y esto lo conoce solamente mi familia.


  ¿Qué representa el baile para vos?
  Me marcó para siempre: es lo que hice, lo que hago. Soy feliz por la familia que tengo, por mi mujer, por los hijos y ahora por los nietos. ¡Todos bailan, hasta el más chiquito, que tiene 3 años, ya anda queriendo zapatear! Por supuesto, yo quiero que  baile, después será él el que decida, cuando sea más grande.


  ¿Algún reconocimiento en especial para quienes fueron tus profesores?
  Me dirigió mucha gente; tuve esa suerte. Cuando me fui a formar parte del ballet del “Chúcaro”, en el ´68, era un joven veinteañero. Eso sí: las veces que me puse a disposición de algún maestro, hacía lo que me decían, era muy disciplinado. Yo hago lo que a mí me gusta cuando dirijo mi grupo, que es “Catamarca Danza”, donde está prácticamente toda la familia. Allí están mis hijos Laura, Marcia, Juan y Maxi; mis nietas Milena, Úrsula, Morena y los que siguen. ¡Todos bailarines! La única que no baila en mi casa es mi señora porque siempre se encargó del vestuario. 


  -¿Cuánto le debes a la danza?
  -Uf. Me di con todos los gustos que se puede dar un bailarín arriba del escenario, sin ser un gran bailarín. Soy consciente que sólo soy “Pepe” Díaz, el que baila folklore y nada más. Uno de esos gustos que hablaba fue disfrazarme de payaso para subir a un escenario y bailar. Y lo hice en una de las ediciones del Poncho, oportunidad en que habíamos preparado una galería de artes y espectáculos, una pareja de tango y el payaso, que era yo. También bailé con Mario Machaco y Norma Re, una pareja de bailarines que salió de la escuela de “El Chúcaro”; para los “Diablos de la Danza”; con Juan Saavedra (al mismo que Peteco Carabajal le dedicó “El bailarín de los montes”), a quien conocí cuando estaba con Santiago Ayala y al que consideré en su momento el mejor bailarín del país. Recuerdo que en esa época bailábamos en un circo en Buenos Aires. Hacía tres funciones y a nosotros nos tocaba bailar los viernes. Nos llamábamos “Los argentinos” y hacíamos (con Juan Saavedra) persecución, zapateo, boleadoras, de todo. Cuando se levantó el circo a Juan lo perdimos de vista porque se fue a Francia y volvió años después.


  Se te vio muy emocionado, con lágrimas en los ojos, cuando en el Poncho de Oro del año pasado la secretaría de Cultura te rindió homenaje junto a “Manolo”  Rodríguez y Juan C. Lugones, que actuaron en la primera Fiesta Nacional del Poncho con “Flor de Tusca”.
  Antes de responder a tu pregunta, quiere contarte algo. Con “Manolo” y otros compañeros bailamos en el primer Poncho con “Flor de Tusca”, pero íbamos por la tarde a acomodar las sillas en el tinglado ubicado en la Manzana de Turismo, de manera tal que las noches que no bailábamos nos dejaban entrar gratis porque, decían, “son los chicos que bailan”. En cuanto a mi emoción en el Poncho del año pasado…mirá: yo soy apenas un tipo que baila folklore; nunca fui, no lo soy y no seré el mejor, soy un bailarín más. Pero el hecho de que te paren en el centro del escenario mayor del Poncho y te pongan una medalla por el cuello por los 50 años de la fiesta, la verdad me llegó hasta lo más profundo. (Sin ocultar la emoción) Me llegó mucho porque esa noche había bailado con mis hijos y estaba toda la familia acompañándome. ¡Imagínate!


  En tu larga trayectoria has tenido a muchas parejas de baile. ¿Algún recuerdo en especial?
  Bailé con Yolanda Vizgarra, una excelente bailarina y mejor persona. Y bailé con Mirian Cúneo. Cuando comenzamos a bailar juntos, Mirian, que me decía “viejo”, me animaba: “¡Dale ´viejo´, sigamos ensayando, vos podés!” Además de ser una bella mujer, bailaba muy bien. Siempre la voy a tener en el recuerdo. Voy a contar algo que nunca conté: en uno de los ensayos, Mirian me dijo: “Cuando me muera, vos tenés que bailar para mí en el cementerio”, a lo que siempre le respondía: “¡Dejate de joder, no podés hablar así!”. Cuando murió bailé una zamba en el cementerio durante el sepelio; creo que al tema lo cantó Rafael Toledo. Me costó recuperarme de aquello, emocionalmente fue tremendo. Bueno, así como bailé en el cementerio, he bailado en la calle, en donde fuera posible. Soy un convencido de que todos los que nos dedicamos al folklore, tenemos que tomar cualquier punto de la ciudad y la provincia como un escenario. Para mí, ponerme la ropa de bailar, botas y bombacha, es un orgullo porque es lo que gocé durante muchísimos años.


  Catamarca dio muy buenos bailarines.
  Sí, indudablemente. Algunos recordarán a “Uvita” Ponce, a Valerio Oliva –que creo  era taxista-, “Manolo” Rodríguez, “Piriqui” Pérez y tantos otros. Catamarca tiene un alto nivel artístico. Escuché decir muchas veces cuándo se hará una gran fiesta teniendo como protagonistas a los artistas catamarqueños…”no va nadie”, dicen algunos. Creo que nos está haciendo falta que nos acompañemos más seguido, que nos comprometamos con lo que hace el otro. Una cosa: creo que así como hay un altísimo nivel en muchos, también hay otros a los que les falta profesionalizarse, les falta preocuparse un poco más por lo que hacen. Nunca voy a dar nombres, pero es todo un tema.


  ¿El mejor ballet que integraste?
  ¡El del “Chúcaro”, sin lugar a dudas! Estuvimos con “Manolo” casi nueve años. Y no me arrepiento de no haberme quedado en Buenos Aires. En realidad, no me arrepiento de nada de lo que hice. Será porque jamás hice daño a nadie.


  Sos el creador del ballet “Catamarca Danza”.
  Fue una creación que hicimos con Yolanda Vizgarra. Hace algo así como más de 50 años, éramos muy jóvenes y comenzamos con ocho parejas.


  El tema es que todavía, hasta el día de hoy, seguís enseñando y bailando.
  Y…sí. Estoy dando clases en el Centro Comunidad y Progreso de Villa Cubas. Y tengo que volver ahora a dar clases a los adultos en el “Marcos Avellaneda” de San Isidro, Valle Viejo.


  Y la pregunta surge inevitable: ¿Hasta cuándo?
  Mirá…a propósito de lo que me preguntás, hace unos días le dije a mi esposa: “El alma me pide bailar”. Y les dije a mis hijos, que son los que están siempre conmigo: “Cuando ustedes vean que ya no pueda levantar los brazos, díganme con toda sinceridad que me siente a un costado a tocar el bombo”. Todavía sigo sintiendo lo mismo que cuando comencé a bailar. (Sonríe) Creo que voy a bailar hasta que me vaya…


  ¿Cuál es la danza que más te gusta bailar?
  La zamba. Porque tiene esa particularidad del galanteo permanente; hay una comunicación muy directa a través de los gestos y esa cadencia tan singular que tiene la zamba.


  De hecho: sos un agradecido de la danza.
  ¡Totalmente! Porque me ayudó a vivir, ¿qué te parece? Es algo que vivo con mucha pasión. Siento lo que bailo…y si me ponen una zamba que no la siento, no la bailo. Puede parecer a un niño o un viejo caprichoso, pero si falta el sentimiento es mejor decir que no. Una zamba que me llega mucho y que la toca (Barrionuevo) Omar, es la “7 de abril”. Insisto: bailo y hago lo que me gusta. Una anécdota: una vez bajaba del escenario y un colega bailarín que estaba con otra persona murmuró: ¿qué ha querido hacer “Pepe” Díaz? Lo escuché clarito, pero seguí sin decirle nada. Es buena la competencia, pero no está bueno que haya maldad; se puede competir sanamente. 

Bailan todos, hasta los yernos

  “Pepe” Díaz nos habla de su familia. Su esposa se llama Elva Delgado. Tiene cuatro hijos, “por orden de cigüeña” dice: Laura, Marcia, Juan y Maxi, y siete nietos. Todos bailan, ¡hasta los yernos! (Con una amplia sonrisa) El yerno que no baila, queda fuera de la cancha. Te cuento una costumbre de la familia: los fines de semana “tirarse” un asadito en la casa de alguno de mis hijas o en mi domicilio. Después, por supuesto, me gusta mucho compartir con amigos, compartir cosas, escuchar música y, si se puede, bailar también. Respecto de los amigos, me gusta encontrarme con los que te demuestran que son amigos. Me hace muy bien el saludo de la gente en la calle; mucha gente que no conozco, pero que me demuestra su afecto”.

“Lo que hace este hombre es maravilloso”

Llegó al lugar de la entrevista con una gastada página del diario El Ancasti, de un domingo de 1993. Es una entrevista del periodista Jorge Tula a la bailarina y famosa artista Andrea Estévez. Después de un espectáculo, se le preguntó qué opinaba de “Pepe” Díaz, a lo que la entrevistada respondió: “Con él he visto una lección de humildad y de trabajo propio de los artistas verdaderos. Vamos a hablar mucho más de él: más allá de que sea un señor que baila nuestro folklore, habría que respetarlo bastante. Lo que hace este hombre es maravilloso”. Y agregó: “Me encanta verlo bailar solo –aunque lo puede hacer bien con la compañera-, porque veo que aun así es capaz de expresar. La gente puede preferir que baile el malambo. Pero también puede romper la zamba bailándola solo: ése es un lujo que él se puede permitir”. Sin comentarios.

El homenaje al amigo

A la pregunta de ¿cómo surgió la idea de hacerle un homenaje al músico chacarero Omar Barrionuevo?, “Pepe” nos contó: “A esto lo venimos conversando con otro bailarín, Ángel Segura, desde el año pasado. Considero que Omar se merece un reconocimiento porque es un buen amigo y un maestro del bandoneón; además porque me acompañó tantas veces en algún escenario, lo mismo que a muchos cantores de Catamarca. Y te aclaro: nunca de tantas veces que me acompañó con su instrumento me cobró un peso. Por eso, el próximo viernes 2 de marzo, en la Casa de la Cultura de calle San Martín, nos vamos a encontrar un grupo de bailarines y cantores para testimoniarle nuestra gratitud y admiración al querido Omar. La juntada será entre las 20 y las 22. Muchos danzarines y músicos ya comprometieron su participación. Cada uno bailará o interpretará uno o dos temas con el acompañamiento del bandoneón de Omar”.

Por Kelo Molas

Comentarios

28/2/2019 | 11:36
#149006
Querido facha estoy un poco ofendido porque te olvidaste del futbol donde tambien te luciste como numero ocho carrilero,carrilerono parrillero,en nuestro querido club-Juventud Unida de la falda teniamos un gran equipo y salimos campeones invictos-te mando un abrazo gigante por ser tan buena persona -Beto Trejo
28/2/2019 | 01:49
#149005
Simple y sencillamente UNA LEYENDA VIVIENTE el Mstro. PEPE DÍAZ!!!!! GRACIAS POR TANTO MSTRO... Y PERDÓN POR TAN POCO
27/2/2019 | 21:39
#149004
MIL FELICIT0ACIONES FACHA QUE DIOS Y LA VIRGEN TE ILUMINEN SIEMPRE POR SER COMO SOS Y DEBO MUCHOS AGRADECIMIENTO POR TU CONSRJOS U ENSEÑANZAS GRACIAS MIL GRACIAS PEPE
27/2/2019 | 17:09
#149003
!Gracias Diario Ancasti; por el reconocimiento, a este coterraneo. Un chango mas, que ha llevado, nuestra cultura catamarqueña, hacia los cuatro puntos cardinales. Seguramente, sus primeros zapateos, fueron, con las alpargatas con bigotes y la educacion nuestra. Continuen, con este tipo, de reportajes; porque, miles de catamarqueños, cada uno, en su actividad.Cumplimos con el mandato, del alma; todo por Catamarca.

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