Cara a cara

El campeón ante su peor adversario: el olvido

Hoy: Hugo Rafael Soto.
domingo, 27 de mayo de 2018 00:00
domingo, 27 de mayo de 2018 00:00


Lo saludamos “hola campeón” y lo despedimos con un “chau campeón” en la puerta de su humilde vivienda del B° Eva Perón. Calle Antofalla. Manzana 3. Lote 11. Terminaba su trabajo en el gimnasio en el fondo de su casa. Tiene 50 años. El próximo martes se cumplirán 20 años de haber ganado el título mundial de boxeo, categoría Mosca, en Las Vegas, Estados Unidos, al vencer al venezolano José Bonilla. Es el único campeón mundial que tenemos los catamarqueños. No hablamos de boxeo, simplemente porque este periodista no conoce nada de esa disciplina deportiva. Charlamos con el hombre que a los 50 años trabaja orientando a los chicos para que no caigan en la “basura” (para él, sinónimo de droga). Por razones de espacio dejamos las conclusiones para la columna “33 de mano” del venidero miércoles. Gracias a Hugo Rafael Soto por permitirnos meternos en su vida: otro maldito ejemplo del campeón olvidado. ¡Cuántos cinturones y trofeos en la vitrina de viejos muebles! ¡Y cuántos compañeros se olvidaron del campeón peronista!
  -¿Cómo estás, campeón?
  -Bien, gracias a Dios y la Virgen. Tirando, viviendo. Trabajando con los chicos aquí en el gimnasio. Lo único bueno de todo esto es que saqué a muchos chicos de la basura, como se dice; al menos eso me lo dijeron algunas madres. Me dan las gracias porque me dicen que antes los policías visitaban seguido sus domicilios. Es que yo los hablo, los aconsejo… después ellos sabrán que harán con sus vidas. Y quiero cumplir con lo mío: aconsejarles lo mejor.
  -Cuando decís “saqué a muchos chicos de la basura”, estás diciendo “saqué a muchos chicos de la droga”.
  -Exactamente. Decir la basura es lo mismo. Hay chicos con mucho futuro que muchas veces se pierden por esa basura. Desgraciadamente algunos cayeron en eso, pero lucharon por salir.
  -¿Estás en el gimnasio todos los días?
  -De lunes a viernes. Algunos se alejaron. Será porque cuando tengo alguna duda la pregunto y si tengo que decir algo, lo digo. Será por eso, no me quedo callado.
  -¿Con cuántos chicos estás trabajando actualmente?
  -Ahora vinieron unos treinta, pero en total son como ciento quince, de distintas edades. A veces vienen chiquitos de tres años.
  -Esto del gimnasio te está ayudando a vivir.
  -Sí, claro. Aparte de esto, tengo mi trabajo en la secretaría de Deportes, donde tengo el gran apoyo del maestro (Maximiliano) Brumec, una gran persona. Te digo una posta: me hubiera gustado que en los años de pleno apogeo de mi carrera hubiera estado él a mi lado, porque gente así ayuda mucho, te dan ganas de seguir adelante. Vos sabés que la mayoría de los deportistas sale de los planos bajos, gente humilde que busca una salida y se inclina por un deporte. Bueno, a mí me tocó el boxeo y gracias a mi hermano (Luis Armando) llegué a algo.
  -Tenemos entendido que el boxeo no era tu deporte favorito.
  -Es una cosa muy cierta: nunca me gustó el boxeo. Me gustaba mucho el fútbol y el deporte preferido era el motocross. De vez en cuando, cuando era más chico, me subía a una moto, pero nunca llegué a competir por algo.
  -Imposible no relacionar tu niñez y tu juventud con San Lorenzo de Alem o la zona de Los Ejidos.
  -Soy “ocotero” hasta la muerte. Nací en el corazón de la Alem, a dos cuadras de la cancha.
  -Dentro de pocos días se van a cumplir 20 años de haber alcanzado un título mundial. ¿De vez en cuando te ponés a pensar que sos una gloria del deporte, que llegaste a lo más alto, que alcanzaste lo que otros quisieron pero no pudieron?
  -No, no… será porque nunca se me subieron los humos a la cabeza; siempre fui el mismo. Mucha gente me pregunta todavía ‘¿has pensado lo que vos conseguiste deportivamente para Catamarca?’. Y no, la verdad que no. Vivo la vida a diario. Fue algo muy lindo lo que pasé y seguramente lo recordaré toda mi vida. Eso es: un lindo recuerdo, pero te repito: nunca se me subieron los humos a la cabeza. Siempre me mantuve bien humilde, como fui y seguiré siendo.
  -¿Qué pasó que no hiciste una diferencia económica con semejante carrera para vivir tranquilo el resto de tu vida? ¿Faltaron consejos, faltaron amigos de buenos consejos? ¿Qué pasó realmente?
  -Soy un agradecido de muchos que me aconsejaron bien, entre ellos mi hermano Luis Armando. Pero me faltó ese consejo grande, esa guía, algo que me cambiara la forma de pensar. Las pocas veces que recibí un muy buen dinero no supe en qué invertirlo. Un día, un señor Mazzucco me preguntó: ‘¿qué hace con la plata?’. Y le contesté: ‘Nada, la gasto’. Nunca tuve ideas de grandeza, y creo que ese fue mi error.
  -Dejando de lado el tema grandeza en cuanto a su magnitud, estamos hablando de la idea de crecer económicamente, de tener una buena casa o algunos ahorros para el futuro, por ejemplo.
  -¡Eso! Tendría que haber pensado en una buena casa, de tener algo que me quede para el día de mañana, alguna inversión para trabajar cuando deje el boxeo. Mi sueño era poner una casa de deportes con mi nombre. Esa ilusión sigue firme en la actualidad. Algún día me daré con el gusto. Una amiga me supo decir: ‘Si hubiera estado a tu lado en aquellos momentos, capaz que podría haberte dado una mano porque creo que no sabías la plata que manejabas’.
  -¿Vos tenías noción del dinero que manejabas en tu época de esplendor?
  -¡No! Nunca le di importancia. Jamás le di importancia a la plata.
  -Estamos hablando de pesos y de dólares.
  -(Con un claro gesto de desdén) Eran pesos, eran dólares; creo que lo que me jodió en esos momentos es que el dólar estaba uno a uno con el peso. Por ejemplo, cuando fui a pelear a Japón, creo que gané algo así como 60 mil dólares, cuando volví eran 60 mil pesos… en cambio ahora, como está el dólar, hubiera sido una muy buena guita.
  -¿Estuviste cerca de alguna inversión importante?
  -Recuerdo que la única vez que quise hacer una inversión fue cuando andaba con mi padre en Ancasti. A mi papá le encantaba ir a cazar al campo y yo le hacía “gamba”, como se dice. (Se emociona hasta el llanto por largos segundos al recordar a don Duilio Candelario). Una vez, un amigo mendocino de papá me quiso vender unos animales en Ancasti y yo le dije que no tenía dónde meterlos. El hombre me dejaba la casa a mi cuidado y el campo. Pese a los buenos consejos de mi padre, la cosa no se concretó y pasó. Creo que ahí perdí la posibilidad de una vez terminado con el boxeo dedicarme a otra vida. Yo tenía la plata para hacer el negocio, pero no se dio. Después, desgraciadamente la plata se fue como agua entre los dedos.
  -¿Alguna vez caíste en la tentación de la droga?
  -Sí.
  -¿Eras muy joven?
  -No, no. Era bastante mayorcito. Me pregunté ‘¿qué se sentirá?’. Ahí me acordé de mi papá, que se molestaba hasta cuando tomábamos un té de coca para el estómago. Probé una vez y me dije ¿qué estoy haciendo? Y nunca más.
  -¿Qué fue lo que probaste?
  -La basura. Pero por respeto a mi padre no volví a hacerlo; y por respeto a mi hermano (Luis Armando), al que amo con toda mi alma.
  -Ahora te toca trabajar en favor de una niñez sana a través de tu gimnasio, en un barrio que padece las consecuencias de la droga como en todos lados.
  -Lamentablemente es una dura realidad. Y también lamentablemente están los grandes que hacen negocio con la basura. Es algo que parece imposible de parar. Hay mucha plata en juego y ¿sabés qué? Este es el fin del mundo. Así lo pienso yo: para comprar un poco de basura son capaz de golpearte por dos monedas y no se miden las consecuencias, son capaz de matarte. Gracias a Dios que probé una vez y dije nunca más.
  -Hoy, pasado el tiempo y con él tantas cosas, ¿estás en paz y tranquilo con lo hecho y vivido?
  -Estoy muy tranquilo. No tengo por qué sentirme mal,  porque creo que no hice daño a nadie. Por supuesto que me equivoqué muchas veces, porque hasta los grandes profetas se equivocaron. A mis errores se los dejo para Dios y la Virgen. Tampoco soy de andar jactándome de todo lo bueno que hice. Ya está, ya pasó.
  -¿Qué pensás hacer con todos los cinturones y trofeos que tenés en esos (gastados) muebles?
  -La verdad, no sé. Me pasan tantas cosas por la cabeza. Por ahí pienso en rifarlos a todos, porque no quiero que un día venga un par de “hijos de pepa” (por no decir hdp), como ya lo hicieron un par de veces y me roben las cosas. También pensé en sortearlos o dejarle un regalo a cada uno de mis hijos, para que tengan un recuerdo mío de lo que alguna vez fue su padre. Sería lindo hacer un pequeño museo, algo parecido a lo que hizo la señora de (Oscar) “Cachín” Díaz. No sé, ya veremos.
  -No vemos muchas fotos de tu larga carrera como boxeador.
  -Me robaron muchas fotos, muchos cuadros que tenía en el gimnasio.
  -¿El gimnasio te deja algún dinero?
  -Sí, algo me deja. Me ayuda mucho.
  -Después de tantos logros, ¿te tocó pasar días de hambre?
  -No, hambre no. Sí admito que pasé por algunas necesidades. ¿Sabés qué pasa? Te cuento lo que me pasó a mí: cuando vos tenés plata, la plata viene hacia vos. Cuando andás pobre y necesitado, son contaditos con una mano los que te ayudan o se te acercan, casi nadie. Cuando yo andaba bien, era campeón del mundo y ganaba un dinero, de todos lados me acercaban plata. Después, había que hacer figuritas para cocinar y no son muchos los que aparecen en esos casos.
  -¿Comenzaste desde muy chico a boxear?
  -(Lanza una carcajada) La primera piña me la pegó mi hermano Luis cuando yo era un changuito chiquito, habré tenido un par de años, según me contó mi papá. Una vez, estábamos jugando y mi papá le dijo a Luis ‘ojo con pegarle al changuito’; en eso me abalancé con todo el cuerpo y Luis me metió un derechazo que me tiró de cu… (sonríe abiertamente), ya demostraba mi hermano que tenía condiciones para el boxeo. Y bueno, cuando menos me di cuenta, ya estaba haciendo guantes y dedicado a aprender a boxear.
  -¿Desde cuándo estás en este barrio?
  -Estuve juntado con una excelente persona, la que fue mi primera mujer y ella, al igual que yo, nunca tuvo aspiraciones de grandeza. Digamos que nunca pensamos en grande. Recuerdo que una de las peleas, allá por la década del ´90, me dejó 60 mil dólares. Lo cierto es que cobré unos 30 o 40 mil dólares porque los organizadores son unos “hijos de pepa”, siempre tenés que caer en las manos de ellos porque si no estás frito. Me pregunté con esa plata en la mano: ¿y ahora qué hago? Ah, lo que era la ignorancia, no supe invertir ese dinero. ¿Sabés lo que era dormir con 30 mil dólares bajo el colchón?
  -Podrías haber depositado la plata en algún banco.
  -Lo pensé, pero me dijeron “para qué vas a poner el dinero en el banco si te dan monedas de intereses” y no lo puse. Hubo un señor que me cuidó mucho la plata y me aconsejó siempre bien: el Dr. Ernesto Martínez. Fue y sigue siendo una gran persona. En un tiempo tenía algo así como un sueldo que me daba Torneos y Competencias, pero pasó también que nunca supe administrar ese dinero. Cuando me daba cuenta ya no lo tenía. Nunca le di valor a la plata y ahora, cuando uno ya es grande, piensa: ¡la pucha, cómo no ahorré algo!
  -Ahora es cuando más la necesitás…
  -Exactamente. Me hubiera gustado regalarle una casa a cada uno de mis hijos o al menos dejarle un terreno a cada uno.
  -Y tenías cómo hacerlo.
  -¡Claro que pude haberlo hecho! En esa época no vi la necesidad de hacerlo, tal vez porque eran muy chicos. Ahora es distinto, pero no se hizo y ya está. Y bueno, algunos andan alquilando.
  -Sos un papá de muchos hijos. ¿Cuántos son?
  -Tengo muchos chicos. Con la primera mujer tengo ocho, más cuatro después y dos ahora, son catorce en total. ¡Y supuestamente tengo un hijo en México! Me dijeron ‘tenés un chamaco allá’ y hasta me ofrecieron vivir en México ganando muy buena plata, pero no acepté.
  -Vemos que te has hecho cargo de todos.
  -Sí. Estoy presente con todo lo que puedo. Algunos de mis hijos ya son grandes y padres a la vez. Ellos también me ayudan a mí.
  -¿Alguno de tus hijos pinta para seguir tus pasos en el boxeo?
  -Había uno que andaba muy bien, pero por falta de apoyo y razones de trabajo tuvo que dejar; ahora que formó una familia la cosa se complica un poco. Y tengo otro (nos dijo el nombre, pero optamos por no hacerlo público) que anda de diez para el boxeo, pero lamentablemente el chico se me lo desvió un poco. No tengo vergüenza en decirlo. Las cosas son así: o son negras o son blancas.
  -Se te lo desvió para el lado del vicio.
  -Exactamente. Pero va a salir, tiene unas condiciones impresionantes para el boxeo, solamente le falta decidirse y darle para adelante.
  -Notamos algo en vos que queremos decírtelo: llegaste a tenerlo todo, fama y dinero entre otras cosas y no pensaste en el futuro. Hoy te faltan muchas cosas. Pero no te arrepentís de nada de lo que pudiste llegar a tener.
  -No. Porque cuando la tuve la disfruté. Y eso queda en mi corazón y en mi retina. La plata va y viene en la vida, en cambio cuando la felicidad se va, se va y no vuelve. Yo disfruté lo que pude: viví la vida, anduve mucho, tuve la dicha de conocer otros países. Una de las satisfacciones más grandes que tuve fue poder llevar a mi padre –creo que fue el diario El Ancasti el que pagó los pasajes- a una pelea en el exterior, en México. Siempre se reía y me decía: ‘¡Sabés lo que es bajarme de un burro y subir a un avión!’ (ríe con indisimulada felicidad).
  -¿Te sentís reconocido y respetado cuando vas por la calle?
  -Sí, sí. La gente me respeta y me quiere. Y me respeta y me quiere porque soy humilde, una buena persona. Para todos sigo siendo el campeón a la hora de saludarme.
  -¿Y eso que significa para vos?
  -Me llena. Vienen chicos al gimnasio que se sacan fotos conmigo y con los cinturones que están ahí. Eso es lindo, porque te están reconociendo algo.
  -¿Qué has disfrutado más: un título como boxeador o la llegada de cada hijo?
  -¡La llegada de cada hijo! Eso sí que te llena todo.
  -Y son muchos hijos. Parece que no eras muy amante de la televisión…
  -(Lanza una sonora carcajada) ¡Error, error! La “tele” es la que te muestra todo hoy por hoy y eso te motiva (vuelve a manifestar una amplia sonrisa). Gracias a Dios y la Virgen mis hijos son todo para mí.
  -Después de haberlo tenido todo a tu alrededor en la época de gloria de tu carrera deportiva, ¿llegaste luego a sentirte solo en algún momento?
  -Sí, varias veces. Será porque me tocó pagar los errores cometidos. Y bueno, qué voy a hacer. En varias oportunidades se me cruzaron tantas cosas por la cabeza, me sentí demasiado solo. Es más: hasta pensé en terminar con todo.
  -¿Alguna vez pensaste ‘que lo parió a la vida, hasta aquí llegué’?
  -Se me cruzó, sí. Yo tenía una planta de terebinto alto en el fondo. Yo ya me había separado, en fin.
  -Sos un hombre de mucha fe.
  -Soy un adicto a la mamita Virgen del Valle y creo mucho en nuestro Señor Jesucristo y en Dios todopoderoso. Todas las noches, antes de irme a dormir, rezo.
  -Mucha gente te pudo haber fallado en la vida, en especial cuando era el campeón, pero no guardas resentimiento alguno.
  -No, para nada. Ellos sabrán por qué lo hicieron; tal vez se equivocaron. Prefiero acordarme de las personas buenas, como Luis Randolfo, el de ‘Calzados Randolfo’. Ese hombre me dio las manos más grandes cuando más lo necesitaba. Un gobierno de los ´90 tampoco me ayudó, en nada, pero ya está.

Por Kelo Molas

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Satisfacción
1%
Esperanza
3%
Bronca
14%
Tristeza
0%
Incertidumbre
5%
Indiferencia

Comentarios

27/5/2018 | 09:54
#149000
Está a tiempo de trabajar en un casa de Deportes. Eduardo Lausse un boxeador de l categoría mediano tenía una Casa de Deportes con su nombre en Suipacha al 200 casi esquina Lavalle. Y estaba allí todos los días, generalmente en la puerta del negocio. Vendía mucho de boxeo (compitiendo con los CORTI que tenían un negocio frente al Luna Park) pero disfrutando de alguna charla con clientes y del movimiento diario de esa esquina tan concurrida. Sólo es cuestión de asociarse ... Y por otra parte, el MUNICIPIO debiera hacer también un MUSEO del DEPORTE con lo que queda del boxeo de Cachín y de todos los que fueron campeones. Y del Basquet con la generación dorada de Catamarca. Y con los recuerdos del fútbol. UN SALÓN DE LA FAMA. ¿No les dan BECA DE HONOR de por vida A LOS CAMPEONES? Un esfuerzo mínimo del ESTADO PROVINCIAL y andaríamos todos más contentos.

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