El tema no era nuevo. Por lo tanto, no ha sorprendido. La debacle económica de la cámara de Diputados se venía venir desde hace tiempo y prácticamente fue adelantada por los medios de comunicación, diarios preferentemente. A mitad de año, se dijo que el organismo había dejado de pagar obligaciones elementales -ART, aportes, impuestos, etc.- y que el fin de año podía resultar dramático, hasta para pagar los sueldos de la multitud de empleados que fue generando la política a través de las administraciones del extinto médico Luis Barrionuevo, Néstor Tomassi, Jorge Moreno y Marcelo Rivera, este último “punta de lanza” del acuerdo radical-barrionuevista que terminó de desequilibrar las finanzas, a punto tal de no disponer ni de un cobre para pagar el aguinaldo. Frente a esta situación, se podrán buscar decenas de argumentos para salvar responsabilidades propias; pero la verdad es que la ola de nombramientos que desbordó las planillas salariales, a partir de mayo, fue consecuencia lógica del desfasaje que terminó en un fin de año escandaloso y que, para el futuro cercano, promete nuevos capítulos de controversia.
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La marcha de los empleados legislativos a Casa de Gobierno y el intento de repetir las protestas frente al domicilio de la gobernadora, conjurado por las fuerzas del orden, no fueron maniobras espontáneas. Nada que ver. Diputados radicales y de la Tercera Posición, con el falso argumento de que el aguinaldo lo debía pagar el gobierno, alentaron a sus punteros a plantear una situación de injusticia que únicamente podía solucionarse con el apriete, no exento de violencia y las gomas quemadas que ilustraron las distintas crónicas. Aunque el gobierno haya aflojado y liberado fondos, lo cual no es precisamente un símbolo de autoridad, quedó claro que las irregularidades nacieron en la conducción de un organismo que, ya sin disimulo, está dispuesta a crear, fomentar y multiplicar el caos. De otra forma, no se puede entender más de 300 nombramientos en un lugar donde sobran los empleados y figuras como Giné, Millán o Stella Maris Buenader de Walther le crean obligaciones al Poder Ejecutivo y declaran que la cobertura de esas obligaciones “no es problema nuestro”. Para peor, los nombramientos ni siquiera favorecen a militantes clásicos de la política, que es lo que pretenden dirigentes como Luis Barrionuevo, sino a los familiares de los propios diputados. ¡Un escarnio!
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El escándalo del aguinaldo, en una suerte de cadena de incongruencias, siguió al tratamiento del presupuesto 2015. Mejor dicho, a su no tratamiento. La parodia de revisar las cuentas y evitar un trámite exprés, para distribuir de la mejor manera posible los recursos del Estado fue apenas una puesta en escena. Lo único que importaba, como quedó demostrado, era asegurar el “pucherazo propio” y una caja que no servirá para atender las necesidades del organismo, sino para seguir firmando carísimos “subsidios al desempleo”, cuando no para distraer dinero hacia las campañas políticas que se avecinan. Con este panorama y tomando como referencia las conductas de irresponsabilidad que se han observado, a nadie debería extrañar que la falta de fondos vuelva a ser noticia a mitad del año. El tema es más grave aún: si la provincia no veta parcialmente lo dispuesto -de facto- por los diputados, terminaría reconociendo que ocultó información fidedigna, independientemente de la reasignación de partidas que podría afectar a organismos que manejan cuestiones de alta sensibilidad como la seguridad o la atención de la salud. Ojo con esto: no se pueden poner en juego servicios básicos para satisfacer carísimos caprichos.
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Otra cuestión que dejó la media sanción del presupuesto (al final, contrariamente a lo que dijo el diputado Millán, hubo trámite express) fue el aumento encubierto de sueldos para los diputados. Como se trata de dineros de libre disponibilidad, sobre los cuales, por decisión de los mismos interesados, no hay necesidad de rendir cuentas, varios son los que se frotan las manos pensando en ingresos mensuales allende los $60.000. Pero como para el diputado Rivera, usando la ironía, ellos ganan lo que percibe un docente con 20 o 25 años de antigüedad, nadie puede pensar que se trata de una exageración; menos los funcionarios del Poder Ejecutivo que, por si no lo sepan los legisladores, trabajan todos los días del año -fines de semana y feriados incluidos- con sueldos que van de los 12 o 13 mil pesos a los 17 u 18 que gana un ministro, con el ingrediente de no recibir un aumento desde hace más de un año. ¡Qué lindo es ser legislador! ¡Mucha platita, a cambio de esfuerzo cero!
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Por cierto que la exacerbación de los privilegios, algo que solamente podrá corregirse con la reforma de la Constitución, tiene sus costos. Hoy, la cámara baja es mirada por la ciudadanía con el mayor de los desprecios y los diputados han pasado, de señores, a vulgares mercenarios. La inmensa mayoría de ellos tienen niveles de aceptación subterráneos y por cuenta propia, ninguno podría aspirar a una reelección, a no ser que se escondan en una lista sábana. Además, el comportamiento de la mayoría circunstancial produce rebotes que parecen no ser reparados por los dirigentes. Uno de ellos, por ser considerado -justa o injustamente- artífice de las maniobras es Luis Barrionuevo, quien ya no tiene la atracción que había recuperado en 2013. Por imperio contrario, frente al ataque -y algo más- que indirectamente recibe semana a semana, Lucía Corpacci ha levantado su imagen.
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La interpelación al ministro Dusso terminó de disipar dudas en torno a la gran obra de cloacas que se lleva adelante en territorio chacarero; esto es Valle Viejo y Fray Mamerto Esquiú. En primer lugar, la alusión a que en 2009 se intentó hacer algo parecido quedó sepultada por los hechos concretos. Es que no se hizo y el proyecto era totalmente distinto al actual. Aquella era una iniciativa pequeña; la actual es un coloso de 500 millones de pesos que ha sido pensada, con su planta de tratamiento, para los próximos 20 años. En segundo lugar, el exintendente de Valle Viejo y actual diputado, Gustavo Roque Jalile, se encargó de reconocer que se trataba de dos proyectos distintos y de añadir, que por la fallida iniciativa de 2009 quedó mal con la provincia y la nación. Obvió, por razones partidarias, denunciar la discriminación que sufría en esa época por parte de Brizuela del Moral, quien llegó a tratarlo de “gallo quiquiriquí”. Por último, la interpelación terminó favoreciendo al gobierno, ya que fue la gobernadora quien tramitó y consiguió los fondos nacionales, con lo cual la provincia tendrá, sin poner un penique, una obra añorada por los chacareros en los últimos 60 años.
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RECUERDOS HACIA EL PRESENTE. Como lo hacemos todos los martes, jueves y domingo de cada semana, finalizamos los “Apuntes” con el repaso de hechos pasados.
A fines de diciembre de 1989 y a menos de seis meses de haber asumido la presidencia de la Nación, Carlos Menem producía cambios fundamentales en su gabinete. Antonio Erman González, que venía cumpliendo funciones de ministro de Salud y Acción Social, reemplazó a Néstor Rapanelli (uno de los hombres que habían sugerido los más poderosos empresarios que apoyaron la campaña del riojano) como ministro de Economía. Eduardo Bauzá, por su parte, dejó el ministerio del Interior y pasó a Salud; en tanto Julio Mera Figueroa -tío del vicegobernador catamarqueño y del gobernador salteño- se hacía cargo de la cartera política y de la relación con las provincias.
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Raúl Ricardo Alfonsín, como líder indiscutido de la oposición, prometió “poner el hombro” durante la gestión del nuevo ministro, pero, aclaró, que no iba a respaldar ningún ajuste que tuviera que ver con los salarios. Erman González, después de jurar, anunció la liberación de las variables económicas, las que incluían precios y el tipo de cambio, aparte de decretar un aumento de $20.000 australes para estatales y privados. Prometió, asimismo, que se respetarían los vencimientos de los plazos fijos y otras operaciones bancarias. Por último, se dejaron de lado las retenciones al agro, lo cual iba a traer graves problemas.